Capítulo 6: EL GRUPO

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Todos allí gritaban, esperando que la ayuda llegase, pero no iba a llegar nadie.

Mientras esa cosa comenzaba a tirar a Josué más cerca de la pantalla, la cual parecía un charco de agua con ondas alrededor de donde nacía el brazo totalmente negro calloso y podrido, dentro de la cabeza de Diego algo se rompió, comenzó perder la conexión con el mundo.

Lo único que podía hacer Josué en ese momento era soltar los más desgarradores aullidos que podía expulsar su garganta. A la vez que Abel empezaba a recobrar la conciencia y mirar la situación desde otro panorama. No podía quedarse quieto, pero el miedo apenas le permitía mover algunos músculos; por sobre todo eso se acercó lo más rápido que pudo, considerando lo tenso que estaba su cuerpo. La adrenalina lo abordo por completo y pudo acercarse a Josué, quien empezaba a perder la voz, y tomarlo por el otro brazo. Al sujetarlo era como si pudiese experimentar en carne propia los nervios y el terror que Josué sentía.

Leonardo tampoco quería quedarse sin hacer nada, quería ser un héroe. Pero "¿qué clase de héroe se queda petrificado ante el peligro?" pensaba. Le costó mucho el solo moverse unos centímetros, el esfuerzo que realizaba se le devolvía casi en la misma cantidad. Su mente se había tranquilizado un poco, pero su cuerpo no respondía por nada.

Las chicas también estaban asustadas, pero a comparación de los chicos ellas lograban controlar su miedo, solo un poco. Yahaira no estaba del todo petrificada aun creía poder moverse con normalidad, y claro que lo haría más rapido si su ruta le permitiera romper la puerta del laboratorio y salir despavorida. Pero sentía que debía de intervenir, pesaba que si lo dejaba a la paciencia que mostraban sus compañeros probablemente Josué no saldría de esa. Mientras que Romy se sentía confusa, no sabía si ayudarlo o dejar que se lo lleve. Él la había ofendido hace unos instantes, le había dado en el punto más bajo que tenía; pero de no haberse interpuesto entre ella y la televisión probablemente sería ella quien estaría rogando por auxilio. Llego a pensar que estaba perdiendo tiempo y que tal vez ya se lo había arrastrado a lugar de donde venía esa espantosa garra, pero todo parecía moverse en cara lenta.

Josué estaba ya a 20 centímetros de la pantalla, y entre la profundidad del color negro notó, como si de luciérnagas se tratase aunque jamás había visto una en persona, dos puntos de luz brillantes de una tonalidad amarillezca con un punto rojo en el centro. Pensó que talvez esas eran las luces que uno ve antes de morir, mas le extrañó no ver frente a sus ojos toda su vida pasar. Pero claro que talvez no vería mucho, solo tenía 16 años. Sintió la mano de Abel sujetando a su único brazo libre. Por un momento brillo la esperanza y Josué parecía dejarse llevar a lo que suceda esperando que fuese Abel quien ganase en este extraño juego de quien tira más fuerte.

Leonardo pudo zafarse de las cadenas invisibles que cargaba en todo su cuerpo y unirse a Abel, jalando de los hombros de este con la esperanza de ayudarlo a sacar a Josué; pero eso no parecía obstaculizarle a la cosa de descuidad cutis en el brazo que se empeñaba a llevárselo.

La expresión en la cara de Julia dejaba ver el pánico que sentía, sin embargo era la que más controlaba su miedo. Se dispuso a unirse con Abel y Leonardo, no se sentía como una heroína, pero de entre todos era la que más espíritu y sentido del deber tenía. Corrió desde la puerta del laboratorio hasta la pantalla del televisor llena de energía y dispuesta para lo que sea. De repente, al pasar al lado de uno de los muebles que estaban pegados a la pared, noto una fuerte presión a la altura de su tobillo. Al mirar se dio cuenta que era otra mano, igual de repugnante que la otra.

- ¡Ayuda! – grito Julia.

En ese mismo instante la mano que la tenía sujeta comenzó a jalarla también. La fuerza que empleó hizo que Julia callera de pecho contra el suelo, también su mentón choco contra el piso, causándole un dolor punzante.

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