Capitulo XI

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- Quieres saber como era tu padre cuando aún respiraba... bien, toma asiento porque te lo contaré todo.

Mi padre era un contador de gran renombre y mi madre ama de casa, así como lo era tu abuela, es más mi madre y Elizabeth solían ser grandes amigas en su adolescencia pero su amistad no continuo cuando mi madre se casó ya que mi padre y tu abuelo no se entendían. Lo irónico de la situación es que tanto mi padre como el de Edward pasaban su tiempo lejos por trabajo así que nuestras madres estaban muy solitarias.
Tuve una buena infancia, no me puedo quejar, una madre amorosa, buenas amistades- desvío su mirada un instante- Admitiré que nunca fui una persona totalmente honesta o buena, siempre se me dió muy bien manipular a las personas, sin importar la edad, género, inteligencia, nada importaba, yo siempre conseguía lo que quería, nunca fueron grandes cosas, más bien eran cosas infantiles como conseguir salir por mas tiempo, o armar alguna pareja de amigos. Gracias a eso conseguí pasear sola una tarde, recuerdo decirle a mi madre que pasaría por la biblioteca a buscar una nueva novela para ella-sonrío- Era por muy poco tiempo pero estaba sola, algo que siempre disfruté por alguna razón...

Caminaba sin un rumbo, disfrutaba de la vista en el parque, iba pensando en que haría para conseguir otra salida sola cuando una melodía se plantó en mis oídos, era algo que nunca había escuchado por lo que seguí las pistas del sonido hasta llegar a una vieja escuela de música, me hice pasar por una estudiante en la portería, es gracioso porque apenas y puedo tocar el chello, recorrí todo el lugar en busca del origen de la música y al final del pasillo estaba él. 

Edward estaba tocando una melodía que no conocía, tiempo despues descubrí que la estaba escribiendo el mismo. Me tomé el tiemo para observar cada uno de sus rasgos, su cabello castaño, su mirada perdida en la partitura frente a él, su nariz recta, sus labios un poco fruncidos al practicar una y otra vez, la luz del sol que se colaba por la vantana me brindaba una imagen irreal, era un brillo especial y hermoso, tu padre siempre supo brindar una luz mágica en su naturaleza única. No voy a mentirte... Lo amé en ese entonces, en ese instante donde perdí el aliento por un desconocido que no se percató de mi presencia, saber que yo no existía en su mundo me hizo sentir tan triste y desolada, yo estaba ahí pero mi nombre jamás saldía de sus labios. 

Cuando terminó de tocar salí de ahí tan rápido como me permitía el vestido, jamas había sentido algo así y estaba asustada ¿Como no estarlo?

- ¿Cómo es?- Preguntó Renesme 

- ¿Qué cosa? 

- El amor

- Mmmm... Cuando estás cerca de la persona correcta se siente como si un montón de burbujas reventaran en tu estomago,  no son nervios en sí. Si la persona que tienes a tu lado te pone nerviosa entonces no es amor, es tu intución diciendo que corras. 

- Hablas de las famosas mariposas 

- Justamente... No, las burbujas son sutiles, como un leve cosquilleo de emoción por estar con esa persona especial. Soñé con tu padre la noche en que lo vi por primera vez y muchas noches despues de eso, era como si su rostro estuviese atrapado entre mis pestañas

Ambas rieron

Pero el susto no fue suficiente ya que volví al día siguiente, volví cada día durante un mes a veces me quedaba tras la puerta, otras escuchaba desde el pasillo, nunca me anime a entrar.

- ¿Mi padre estaba siempre tocando?

Tu padre tocaba todo el tiempo, si estaba feliz los dedos danzaban sobre el piano de una manera dulce y ligera, si estaba triste tocaba lento como si cada nota le perforara el pecho y cuando estaba molesto Uff la melodía retumbaba en las paredes dejando fluir la frustración.

Después del Amanecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora