Capitulo 15

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11 de Agosto 1803

No habían sido días fáciles para María su padre había hecho todo lo posible para que su apellido no estuviera ligado con ella y de hecho lo había conseguido, ahora era María de todos los Santos a secas, sin apellidos, como un bastardo mas pero estaba decidida a no permitir una sola humillación por ella y por sus hijos.

Sin embargo Esteban se había concentrado en una misión especial, su deseo era devolverle a su mujer su honra y darle de nuevo su apellido, había hecho todo lo posible y luego de múltiples suplicas al rey y al vaticano por fin tenía la autorización para unir su vida con la mujer que amaba, el veto que tenia se había levantado y ahora podían estar juntos sin ningún impedimento.

-Estaba pensando en plantar algunas flores en este jardín, tu que piensas Estrella?
-Si, es una buena idea, pero tiene que quedar espacio para que Héctor y yo podamos jugar – dijo la pequeña.
-Tienes razón hija – contesto ella – ven vamos adentro para que comiences con tus lecciones de etiqueta.

Héctor estaba recibiendo clases de francés y de ingles pues al ser el hijo mayor de un noble tenia acceso a muchos privilegios, entre ellos era una educación muy superior a la de los niños de su edad.

-Señora, la buscan en la entrada – dijo la sirvienta.
-De quien se trata Carlota.
-Señora es su…
-Soy yo María, vine por Héctor – dijo el hombre uniformado.
-Hasta donde tenia entendido General usted no tiene ningún vinculo que lo una a mi y por ende nada que lo una a mis hijos, Héctor en este momento esta en clases – dijo Maria sin mirar a su padre.
-Es mi nieto María y quiero verlo – Exigió el General.
-Corrección era su nieto, ahora mis hijos me tienen a mi y a su padre, no necesitan nada mas, Silvano!- llamo al esclavo.
-Mande Señora.
-Acompañe al general a la puerta y dígale a los alférez que custodian la casa que este hombre no está autorizado a ingresar a la casa del virrey por orden expresa de el – le ordeno al esclavo.
-María soy tu padre! – grito el general.
-No lo es porque así usted lo quiso, ahora que si no quiere que yo misma llame a la guardia salga de mi casa y no vuelva.

María se retiró de la estancia y entro a la cocina, mientras francisco era sacado por la guardia de la casa.

En la noche luego de cenar y de platicar un rato con sus hijos María y Esteban acostaron a los pequeños y se retiraron a su habitación.

-Has estado molesta durante la cena, que paso?
-Mi padre ha venido Esteban, pretendía ver a Héctor y no se lo permití – dijo ella mientras se quitaba los lazos del corset,
-Déjame ayudarte – tomando uno de los lazos y dándole besos en los hombros – No te imaginas cuantas noches soñé con estar de nuevo a tu lado – dijo acariciando su espalda desnuda – se que estas pasando por un momento difícil María, pero aquí estoy, nada va malo puede pasar si estamos juntos mi amor.
-Esteban, no sabes lo mucho que te extrañe, te amo tanto – dijo ella mientras los besos de su amado trazaban un camino desde su cuello hacia su espalda descubierta.
-Ahora estamos juntos para siempre María, mi María, mi mujer para toda la vida. – dejándola desnuda en cuerpo y alma para el.
-Si Esteban tuya, tuya para siempre. – perdiéndose en las caricias del hombre que amaba.

Esa noche Esteban le demostró de nuevo lo mucho que la amaba y lo importante que era ella en su vida, no habían  barreras, no habían impedimentos, ahora podía amarla libremente, sin que su sangre azul se interpusiera en su camino.

15 de Agosto de 1803

-Hoy habrá un anuncio importante en el palacio municipal señora.
-No tengo ganas de salir Celia, desde que María y mis nietos no están no tengo ganas de nada.
-Señora Lorenza anímese, es un anuncio importante y creo que le puede interesar.

La plaza principal estaba a reventar, la cantidad de hombres uniformados era impresionante, Francisco quien desde su caballo daba ordenes para mantener todo bajo control, desde lejos logro divisar el coche del virrey, una vez al frente del palacio, del coche descendieron Esteban Sanroman, María, Hector y Estrella como la familia mas importante de la Nueva España, Francisco intento llamar la atención de Hector llamándolo, lo cual no solo llamo la atención de Hector, sino también de la pequeña Estrella quien por un instante se solto de la mano de su hermano y corrió hacia su abuelo.

-Estrella!!! – Grito María al ver el caballo del general pararse en sus patas traseras alterado por la presencia de la niña.

No hubo tiempo para reaccionar, el caballo tiro a la pequeña al suelo y con sus patas le golpeo la cabeza y el rostro, María totalmente descompuesta corrió entre los uniformados para tomar y llevarse a su hija seguida por Héctor y Esteban.

-Estrella, mi Estrellita  - dijo María de rodillas  mientras le acariciaba la cabeza a la pequeña que yacía en el suelo inconsciente.
-Hija, la niña se encuentra bien? – pregunto Francisco al bajarse del caballo – déjame ayudarte – se ofreció.
-No la toque! – Grito María – Esteban, mi hija, que tiene mi hija – lloro desconsolada.
-General le ordeno salga de inmediato de mi vista si no quiere que sea yo mismo quien acabe con su vida- dijo Esteban muy molesto.
-Estrella se va a morir – pregunto Héctor acercándose a su madre – Es mi culpa no debí soltarla.
-No es tu culpa hijo – dijo María abrazando a Héctor.
-Excelencia permítame auxiliar a mi nieta – pidió el General con lágrimas en los ojos – yo nunca le haría daño a mis nietos a propósito, usted más que nadie lo sabe señor, por favor permítame estar con ella – suplico arrodillado en el suelo.

Entre Esteban y Francisco levantaron a Estrella y la entraron al palacio, Maria pidió agua caliente y algunos paños para limpiar las heridas de su hija, María se reusó a recibir la ayuda de su padre, estaba lo suficientemente dolida como para permitirle que se acercara a ella o a sus hijos, sin embargo Hector le dio un fuerte abrazo a su abuelo y le prometió mantenerlo informado.

Dos horas más tarde Estrella se despertó, un poco desorientada pero los golpes no eran mas que simples raspones y moretones, María pudo tranquilizarse lo que igualmente alegro a Esteban quien está listo para anunciar las buenas noticias.

-Hector, Estrella pueden acompañarme – pido Esteban.
-Claro que si – contesto Hector – Estrella puedes caminar o quieres que te lleve? – le pregunto a su hermana.
-Yo puedo sola Hector estoy bien – contesto la niña sonriendo.
-María tu también ven, tengo un anuncio que hacer y quiero que mi familia me acompañe.
-Por supuesto Esteban.

Caminaron los cuatro juntos hasta llegar al balcón principal donde la multitud los recibió con aplausos, Esteban saludo con alegría a los súbditos y luego de los saludos protocolarios hizo el aviso más importante de toda su vida.

-Damas y Caballeros, el día de hoy me encuentro acompañado de mi familia, como ustedes lo saben mi mujer, María de todos los Santos y yo nos casamos hace varios años, un matrimonio del cual tanto ustedes como Dios fueron testigos, fruto de esa unión nacieron mis dos hijos Héctor y Estrella Sanromán, por motivos ajenos a nuestra voluntad tuvimos que separarnos y nuestra unión fue anulada, pero ni el tiempo ni las artimañas engañosas de algunas personas lograron que nuestro amor se marchitara ni impidieron que 10 años después nos reuniéramos nuevamente, por lo que el día 22 de este mes, día en el que celebramos nuestro décimo primer aniversario quiero que sean testigos de la renovación de nuestros votos matrimoniales, esta vez con la autorización de la corona española y con la aprobación del vaticano, Esta mujer- dijo tomando a María de la mano- se convertirá nuevamente en mi esposa.

Sangre AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora