I. Chubasco

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Un chubasco caía fuertemente sobre la pequeña ciudad, los peatones corrían en busca de refugio al igual que uno que otro perro vagabundo.



Pero ella no.



Cualquier persona diría que  aquella chica estaba loca por estar parada en medio de la lluvia.



Sin embargo, no había nadie para juzgarla, sólo era ella y el agua torrencial.



Su rostro apuntaba hacia el cielo, con los ojos cerrados gozaba de aquél placer que sólo la naturaleza te puede dar.



Los pensamientos de la joven se encontraban en blanco, sentía como su cuerpo se desprendía del suelo, como si se tratara de una abducción.



Pequeñas gotas resbalaban sobre su pestañas para luego hacer un pequeño recorrido sobre sus mejillas.



Éstas eran ajenas al llanto de las nubes, en realidad eran saladas lágrimas que se camuflaban perfectamente con el clima.



Se desconoce porqué lloraba, nadie la conocía, simplemente se apareció junto con el agua como si fuera parte de ella, una proyección hecha de la multitud de gotas que caían sobre el pavimento.



Entonces el aguacero cesó; dejando charcos por la calle, autos mojados así como también árboles y plantas empapados.



Y así como se fue aquella belleza natural, se llevó consigo a esa triste mujer.



Nadie volvió a verla en aquél pueblo.



Hasta que las nubes comenzaron a llorar de nuevo.


Almas CosterasWhere stories live. Discover now