Bahía de Tokio (1/2)

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Punto de vista de Shizuo Heiwajima

26 de diciembre

[miércoles]

I

—... el jefe sabe que ni tú ni yo nos tomamos muy en serio estas fechas de fiesta, pero creo que podría habernos encargado un trabajo menos desagradable, ¿no te parece? Mira que hacernos venir a la bahía con el tiempo que hace... —se quejó Tom, pero sin abandonar la tranquilidad que tenía que mantener cuando salía con el guardaespaldas a recolectar los pagos retrasados—. Además, dudo que lo encontremos por aquí. El tal Segawa tendría que trabajar, sí, pero si yo fuera él me hubiera ido a tomar un trago para entrar en calor...

Al hablar, expulsó una gran cantidad de vaho, pero sin importar lo mucho que helara esa tarde, Tom y Shizuo continuaron caminando por el muelle; iban tras la pista de Segawa, quien había logrado acumular una deuda impresionante. Por lo que sabían, tras ser informados por su jefe, el hombre formaba parte de algún Grupo de Color y sabían también que trabajaba cerca de Toyosu, en la bahía de Tokio.

Así, Tom y Shizuo caminaban cerca de la bahía y del mar, pero muy lejos de los adornos que lucía la ciudad por la celebración del Año Nuevo.

—Este trabajo nunca podría ser llevadero —respondió Shizuo. Al hablar también formó vaho, pero, a diferencia de su compañero, no parecía resentir el viento frío que soplaba sin dar tregua—, pero si no sirvo para ningún otro, no tiene sentido que me queje. Yo sirvo para romper cosas y para golpear gente, ¿no?

«Eso es lo que mejor se me da.»

Sin dejar de cubrir con una bufanda su rostro y cuello, Tom le dedicó un vistazo pues, aunque sabía que Shizuo renegaba muy a menudo de su fuerza, desde muy temprano parecía tener los ánimos por el suelo. Sin embargo, también sabía que solo era cuestión de segundos para que fuera capaz de transformarse de un humano cualquiera, incluso uno amable, a un monstruo.

—Mmmh, ¿tienes planes para el Año Nuevo?

—Quizá —dijo Shizuo en tono ausente.

—¿Vas a visitar a tu familia?

—No estoy seguro. Kasuka no está en Tokio, así que no lo sé... —Shizuo caminó cabizbajo y Tom no supo qué decirle. Y aunque trató de dar con algo, al final solo pudo señalar lo que resultaría un verdadero inconveniente para su trabajo:

—Hey, Shizuo, ¿esa persona de ahí es a quién llamas Pulga? Es él, ¿cierto?

Shizuo pareció regresar a la realidad.

Cuando alzó la mirada lo vio:

Vio al informante de Shinjuku, a esa Pulga que lograba hacerlo rabiar sin que hiciera un mayor esfuerzo.

Al igual que cuando se vieron el día anterior, el informante vestía una gabardina que, pese a su longitud, era exactamente del mismo estilo que su abrigo del diario.

—Quédate aquí, Tom-san; no quiero causarte problemas. Y tampoco quiero dárselos a la empresa. Por eso, si algo sale mal, di que me he tomado el día.

—En ese caso, ¿no podrías dejarlo pasar? ¿por hoy?

—Sí, tal vez eso sería lo mejor, pero... no puedo evitarlo.

«Mientras que yo tengo que tratar de matarlo, él tiene que tratar de huir de mí. Así siempre ha sido. Desde Raijin...»

II

Cuando alcanzó a Izaya, a Shizuo le dio la impresión de que la Pulga estaba tratando de... ¿ocultarse?

—Pero si solo eres tú, I—za—ya—kun —dijo Shizuo remarcando cada sílaba en un canturreo. Las manos las mantuvo en el interior de los bolsillos del pantalón—. No pensé que te vería tan pronto. Pero tendría que haber adivinado que se trataba de ti: me ha llegado un olor desagradable apenas nos hemos acercado a la bahía. ¿No me dirás que tampoco sabes cómo pasar el Año Nuevo, Pulga?

El día a día de Shizuo HeiwajimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora