Capítulo 3 - ¿Era amor?

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Jungkook

-Por milésima vez TaeJoon, deja de decirme alteza. Solo soy yo, JungKook- volteé a ver a mi mejor amigo y mano derecha, que ahora se encontraba bajo una pila de papeles y oficios por leer.

Me había mandado a llamar urgentemente a su habitación, a través de un mensajero y como yo sabía que él no acostumbraba hacer esas cosas (la información siempre se filtraba a través de ojos curiosos) deduje que estaba ocupado y que el asunto debía ser realmente importante, así que vine corriendo.

Rapmonster conocía todo sobre mí y yo de él. Hace años que se había mudado al palacio como voluntario, para servir al castillo en labores domésticas. Lo conocí una noche que no podía dormir, acababa de dar el decreto más importante de mi vida: Anuncié que era gay y que tenía una relación. Todavía lo recuerdo perfectamente, la cara de sorpresa y decepción de los periodistas, mis admiradoras y todo el país, cuando liberé las palabras que había contenido por tanto tiempo.

Cuando se lo mencioné a mi padre meses antes, él solo se sorprendió, mi madre era la única que lo había sabido siempre, pero incluso así, mi padre me apoyó, dijo que yo sería el ejemplo para que muchos jóvenes tuvieran la libertad de aceptar sus preferencias personales, además de que le daría buena reputación a nuestro gobierno, pero que tendría que ser yo, quien lo dijera a los medios y que él no me ayudaría en ello.

En ese entonces creí que era amor lo que sentía... y que podía hacer todo por esa persona. Así que abrí las puertas de mi privacidad, para que los medios me criticaran, me juzgaran como si me conocieran y pudieran destruir mi imagen tanto como quisieran, pero al menos ya no tendría que esconderme.

Era la media noche y caminaba por los pasillos del palacio, pensando en lo que había ocurrido hace unas horas, cuando comencé a escuchar a alguien cantar y tocar la guitarra. El sonido provenía de la Sala Común.

Sentado de espaldas a la puerta, con sólo un foco para alumbrarlo, con las piernas cruzadas sobre la alfombra, se encontraba un chico de cabello castaño oscuro, alto y extremadamente delgado, sosteniendo una de las guitarras que se prestaban a los músicos y que yo usaba para practicar. El chico repetía notas una y otra vez, y luego las unía, probando con diferentes acordes. Estaba escribiendo una canción.

En cuanto llegué, consideré si decirle algo, o hacer algún sonido para que supiera que tenía público, pero no quería asustarlo o ahuyentarlo y que dejara de tocar esa melodía tan hermosa. La gente siempre se ponía muy nerviosa cuando yo estaba cerca. Entré lo más silenciosamente que pude, pero mi pie movió por accidente una de las guitarras que estaba recargada sobre un silla al lado de la puerta, y ésta cayó al suelo, haciendo un ruido estrepitoso.

Maldije silenciosamente a mis extremidades por ser tan torpes y el chico volteó alarmado para ver qué pasaba. Cuando vio que era yo, se puso en pie en menos de un segundo, así que pude ver su cara.

El chico tenía un rostro muy llamativo, su cara era delgada, sus facciones muy marcadas y sus labios eran gruesos, pero lo que llamó mi atención fueron sus ojos. Había visto ojos verdes en muchas partes, pero nunca un verde tan intenso, con puntos de color dorado que le daban una profundidad muy interesante, como si te pudieras sumergir en ella. No era precisamente el chico más guapo que había visto, pero si cautivante.

Ahora él tenía los ojos muy abiertos, me veía alarmado y observaba su alrededor con desesperación, sabía quién era yo y creía que lo acusaría de robo o algo así, muchos sirvientes del palacio habían sido duramente sancionados por ese cargo, verdad o no, siempre eran llevados al calabozo.

-Le ruego que me disculpe, Alteza- dijo, uniendo sus manos en el pecho en una súplica- Yo... solo estaba probando los instrumentos... para ver si funcionaban, no quería robarlos, lo juro- sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.

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