Capítulo 5

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Mis queridos lectores!!!

Les pido una disculpa por lo corto de los capítulos, pero no tengo mi computadora y esto de andar pidiendo prestado es muy molesto. Espero poder recuperar mi laptop la siguiente semana, por el momento les dejo este capítulo y espero que lo disfruten. 

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 Francesco

Se que voy a llegar tarde, lo sé. Miro por tercera vez el reloj mientras el coche avanza lentamente por el tráfico de esta maldita ciudad. No me importa si Sofía no esta de acuerdo, pero no hay nada en este mundo que me convenza de vivir en este caos.  

Corro lo más rápido que puedo por los pasillos del edificio y me detengo en la puerta. Respiro y suspiro. Calmo mis nervios y me preparo para la lluvia de preguntas que se avecina. Abro la puerta y la tensión me hiela la sangre. Miro a la izquierda y veo a los abuelos de Santiago, dos viejos exudando aires de grandeza y frialdad; por la derecha esta Sofía, sentada con las manos entrelazadas en sus piernas, su cara llena de miedo y preocupación, sus ojos rodeados por círculos negros tras varias noches sin poder dormir y a su lado esta Andrea, su abogada y su amiga. Ella me ve y notifica de mi presencia a Sofía. Cuando levanta la mirada veo como sus ojos se iluminan al verme.

—Gracias a Dios… —Dice mientras camina hacia mí, puedo sentir un escalofrío corriendo por mi espalda al notar las miradas de esos viejos, abro los brazos y la encierro aferrándome a ella.

—Te dije que estaría aquí —Susurro en su oído. Siento como sus brazos se aferran a mi espalda y asiente con la cabeza.

—Llegas tarde…

—Lo siento, me tomo más de lo esperado.

—Lo importante es que estas aquí —Dice mientras limpio de su cara una lágrima que se asoma por sus ojos.

—¿Dónde mas podría estar?

Sonreímos y todo comienza. Nos sentamos en una mesa, cada parte por su lado. Los viejos me miran como si quisieran advertirme en lo que me estoy metiendo, lo que no saben es que yo cumplo todo lo que prometo. Bajo la mesa, Sofía no suelta mi mano. Puedo sentirla temblando y sudando del miedo ante la posibilidad de que la custodia le sea negada. La mayor parte del tiempo solo se escuchan las voces de los abogados siendo cayados o interrumpidos por una feroz y audaz Andrea, quien no permite que nadie la contradiga. Pero en todo esto, yo también tengo que participar. Así que mi turno llega y siento la mano de Sofía volverse fría mientras la sujeto con más fuerza.

—Señorita Ypresian…

—Señora Ciampi —Corrijo. Mi voy sonó fría, y así era como quería que sonara.

—Lo siento, señora Ciampi los documentos que presenta su abogada nos dice que contrajo matrimonio hace cuatro semanas, ¿Es cierto?

—Si… —Susurra.

—Señor Ciampi, ¿Por qué se caso con la señora Ciampi? Le recuerdo que mentirnos no es una opción.

—¿Por qué debería mentir?

—Usted dígame…

Suspiro conteniendo mi frustración y mi furia. Veo la mirada de odio y desprecio de esos viejos y me convenzo de lo obvio. Primero muerto antes de que Santiago crezca al lado de esos buitres.

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