El Día del Incidente

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Era el siguiente día de entrenamiento y el entrenador esta vez me puso de titular debido a la gran actuación que tuve el anterior día, pero esta vez no me tocó jugar con Roberto como la vez pasada, así que tenía miedo de perder por su ausencia, y encima Alex estaba en el equipo contrario. El partido estaba muy parejo, cuando de repente mi equipo empezó a atacar, un compañero me vio solo y alcanzó a pasarme el balón de una forma tan precisa que estaba en frente al arco y sin nadie quien pudiera quitármelo, ese momento parecí haberlo visto en cámara lenta, el arquero mirándome fijamente, mis compañeros gritándome "¡Pégale Andrés!", todo hacía que mi cerebro no reaccionara rápido e hizo que quede atónito de los nervios, cuando de pronto Alex me alcanza y me empuja tan fuerte que hace que mis lentes se caigan, y él fingiendo que no se da cuenta los pasa aplastando con sus pupillos, produciendo un sonido que crearía un profundo sentimiento de dolor en mi interior, no por lo costosos que podrían ser, sino por la forma en la que lo hizo, burlándose de mí y teniéndome de cierto modo arrodillado ante él.

Ya no podía ver nada más que sombras llenas de niebla que formaban las siluetas de mis compañeros mirándome fijamente y burlándose de mí como si fuera un payaso. Salí del campo conteniendo las lágrimas, y me dirigí hacia el entrenador para comentarle mi descontento con lo que hizo Alex, pero el entrenador mientras me miraba de una forma burlesca me dijo "Eso te pasa por no hacerme caso, ¡te dije que te sacarás los lentes!", en ese momento me llene tanto de furia que tuve el valor de regresar al campo y jugar, pero esta vez tenía tantas ganas de vengarme de Alex que aproveché que no tenía lentes y usar esto como excusa para pisotearlo muy fuerte con mi pie, le dolió tanto que se cayó, pero luego, impulsado por los gritos de los demás gritando "¡pelea!", se levantó y se acercó hacía mí para darme una fuerte patada en la canilla, pero Roberto llegó para defenderme y Alex lo pateó a él, el golpe fue tan fuerte que mi pobre primo gritaba muy fuerte por el dolor, tantoansi que el entrenador rápidamente llamó a una ambulancia para que lo lleve al hospital.

Yo, mi madre y mis tíos fuimos a visitar a Roberto al hospital, al parecer el doctor le había dicho a Roberto que no podrá volver a jugar futbol durante algún tiempo.

—Cuanto lo siento Roberto, todo esto es mi culpa. —le dije mientras nuevas lágrimas invadían mi rostro.

—No te lamentes por ello, solo no vuelvas a dejarte llevar por lo que te hagan los demás —me contestó con un tono deprimido y decepción.

—Entiendo, ahora jamás volveré a cometer algo como lo que hice hoy, es solo que me enojó mucho lo que me hizo, me sentí muy humillado.

—Sin importar nada tú siempre debes acatar las reglas de fútbol, es importante que lo hagas porque hay muchos que las pasan por desapercibido y no respestan a este deporte que se ha convertido en un juego de fingir y provocar faltas, ¡así que prométeme que jamas lo harás! ­­—me dijo lentamente.

—Lo haré, enserio te prometo que lo haré.

Al volver a casa mi padre me regañó por haber roto mis lentes, pero mi madre como siempre estaba ahí para defenderme.

— ¡Te dije que dejaras de jugar ese estúpido deporte, tu no sirves para eso! —Me gritaba mi padre mientras yo no podía mirarlo a la cara

—Pero a mí en serio me gusta jugar, además ya estoy mejorando e incluso ayer anote un gol, sé que puedo llegar a ser un buen futbolista en el futuro —le contestaba con la voz entrecortada.

—¡Pues no me importa! Tu debes continuar con tus estudios para conseguir un verdadero trabajo, no como esos estúpidos futbolistas que no tienen nada en la cabeza.

—No me puedes obligar a ser como tú, déjame seguir mis sueños —le respondía intentando alzarle la voz

—Pero tu no naciste para eso, mirate,¡con ese físico no llegarás a siquiera resistir 10 minutos jugando!

—¡No le digas eso al niño! El puede ser lo que a él le guste, si le gusta el fútbol ¡deja que lo juegue! —intervenía mi madre para defenderme.

Mi padre, sin tener nada más que decir, fue a seguir trabajando en su computadora, pues como siempre, solo tiene tiempo para el trabajo y no para nosotros. Me fui llorando a mi cuarto y llegó mi madre para reconfortarme.

—No llores Andresito, ya sabes como es tu padre de amargado.

—Pero tiene razón, yo no sirvo para jugar fútbol. Nací para ser un "sabelotodo" no para ser un gran futbolista.

—Tu no naces para ser alguien, sino que tu eliges quién ser. Por eso tienes que seguir a lo que te diga tu corazón.  Dime que te dice —me decía de una forma muy recomfortante que hacía que mi llanto pare.

—Me dice que debo jugar fútbol toda mi vida —le contestaba sonriente.

—¡Entonces hazlo! Mira por ejemplo a Ronaldinho, quién amó el fútbol con todo su ser sin importar las condiciones económicas en las que se encontraba.

Esas palabras y las de Roberto hicieron que tenga motivaciones suficientes para continuar siguiendo mis sueños, no iba a abandonar el curso vacacional y menos ahora, así que continué jugando bien e incluso mejorando, cada día anotaba mínimo un gol y la mayoría de veces mi equipo ganaba, cabe recalcar que empecé a usar lentes (que en realidad eran gafas) para fútbol y así ya no podría ocurrir ningún accidente más. 

Tarjeta VerdeWhere stories live. Discover now