tan maravillosas sensaciones, sintiendo como el alma podía salirse del cuerpo en cada movimiento, su momento; cada paso, cada movimiento de sus manos, cada que el filo del patín raspaba el hielo era algo que para el pequeño principiante Yuri Pisetsky era un completo deleite.

con tan solo 6 años de edad ya podía sentir que el hielo seria el amor de su vida; siempre después de sus entrenamientos disfrutaba de un momento especial, un momento a solas con el hielo, cuando todos se habían marchado, el se quedaba recorriendo la pista entera dejando que sus sentimientos puros e infantiles le guiaran en una danza sutil y llena de pureza en cada deslice, ese rostro angelical, esos hermosos y profundos ojos verdes que hacían un divino contraste con esos rubios cabellos. un hermoso Yuri Plisetsky

- que lindo

se escucho aquella quisquillosa voz inundar la pista. El pequeño ruso dirigió la mirada hacia el dueño de aquel comentario, al toparse con este su primera impresión no fue tan agradable

-¡¿quien eres y que haces aquí?! ¡¿quien te dejo entrar!?- refunfuño mientras miraba de arriba a bajo a aquel chico de ojos rasgados, notoriamente mas grande que el y por obvias razones, extranjero, ¿por que obvio?, bueno, porque ningún ruso sentía a Rusia tan fría como para traer en cima tantas chaquetas como para parecer una bola de felpa humana.

- hey, no seas tan grosera, una linda chica no debe ser tan gritona

-¿chica? es una broma, vete de aquí niño chino

-oye, soy coreano... quizá empezamos mal, me presento soy Edgmont Schiszler

- no estaba interesado en saberlo y, lo mas importante, no estoy interesado en conocer ni tratar con un tipo que entra a lugares restringidos

-¿restringidos? estaba abierto y como estoy conociendo la ciudad quise entrar a ver

el pequeño rubio no se encontraba a gusto, un estúpido niño de ojos rasgados, incompetente y fastidioso, a simple vista podía notarse que tan torpe era. chasqueando la lengua, Yuri solo opto por darse la vuelta dirigiéndose rápidamente a la salida de la pista, estaba que echaba fuego, detestaba que lo interrumpieran, y mas si era alguien como aquel jovencito, maldecía y refunfuñaba como cualquier niño de esa edad haciendo un berrinche.

- eres bastante rápido en el hielo lindo rubio

-¡¿porque no te largas?!

- wow, ¿como puede caber tanta amargura en un niño de ese tamaño? esta bien, me iré, espero no frunzas tanto el ceño, tu cara se ve mejor cuando estas relajado

diciendo esto ultimo el castaño termino por aceptar su error y marcharse. lo único de Yuri pudo hacer ante tal comentario era apretar con fuerza sus puños mientras emitía un gruñido de coraje.

- maldito, espero jamas volver a verlo- quejumbro en alto cuando una ronca voz le interrumpió con su nombre -¡YURATCHKA! ¿que te he dicho de maldecir? -

sus ojos miraron enseguida a su abuelo quien entraba a aquel lugar, entonces una gran sonrisa se dibujo en su rostro y sin esperar mas corrió hacia el mayor -¡ABUELO!- pego el grito al aire al mismo tiempo que se abalanzaba con brusquedad quedando en los brazos de Nikolai Plisetsky, el sustento de Yuri, la persona mas importante para el

- mi Yuratchka, ¿te divertiste hoy?- preguntaba mientras le revolvía los cabellos al menor con una suave sonrisa caminando tomando su pequeña mano hacia la salida.

almas opuestas (Yuri Plisetsky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora