habian pasado ya un par de semanas que Edgmont habia encontrado a quel lindo niño gruñon de la pista de patinaje.
la familia Schiszler era una familia entera de doctores importantes, el padre de Edgmont constantemente era transferido a varias ciudades gracias a los proyectos que aportaba en su profesión como medico cirujano. Por ende, Edgmot no solia tener muchos amigos, apenas y podia convivir con su padre asi que creció como un chico porblematico.
Hacia apenas unas semanas atras se habia mudado a Rusia, no era como si fuera lo que más quisiera pero no tenia otra opción. A sus 15 años de edad, Edgmont solía comportarse y tener actitudes de un niño de 12, era muy inteligente pero por desgracia, era bastante arrogante por ello y siempre causaba problemas en cada escuela a la que iba.
Sin duda era un chico bastante apuesto y muchas de las muchachas caían rendidas a sus pies con una sola mirada de este joven coreano.Se aprovechaba mucho de eso igual, pero nunca nadie habia logrado enamorarlo, nadie.
Era un dia bastante frío, bueno, en rusia para él siempre era en demasía frio, no estaba acostumbrado a ese tipo de clima pero sabia que no dudaria mucho tiempo ahi, probablemente y en un mes transfieran nuevamente a su padre y seria la misma historia de siempre. Ese dia habia faltado al colegio, era la primera semana y ya habia faltado dos veces, pero... <<¿que mas da?>> se excusaba torpemente en su mente. Caminando por aquella poco conocida ciudad encontró un parque lleno de adultos ejercitandose y paseando a sus mascotas, eran las 8:00 a.m, a esa hora todos estarían en la escuela; se sento en una banca que estaba cerca del area infantil y soltanto un suspiro pesado cerro por un momento los ojos.
- Hubiera preferido quedarme en corea con mi madre... - de pronto una sensación de que algo traspasaba por sus piernas le puso alerta dirigiendo su vista hacia abajo viendo como un gato correr como si escapara de algo, llamando su atención alzo la mirada topandose con un iris verde profundo que ya se le hacia conocido, luego esos cabellos rubios y finalmente... -¿¡nuevamente tu?!- esa chillona voz
- tú...¿ no deberias estar en la escuela?
cruzando sus brazos y con un gesto de arrogancia, el pequeño patinador rubio, Yuri solo se limitó a mirarle por unos segundos - no eres el más indicado para decir eso ¿ o si?
- que niño..., ¿que haces aqui?
- ¿Esa no es una pregunta algo tonta?
-... Eres muy conteston... Pero te perdono por ese lindo suéter rosa que traes puesto
El menor bajo la mirada hechando un vistazo a aquel suéter que uno de sus compañeros le había regalado para su cumpleaños, el rosa no era precisamente su color favorito, pero le quedaba bastante bien para ser sinceros. Suspiro un poco pesado y rodeo los ojos volviendo la mirada al más alto. -¿Que estás haciendo en Rusia rayitas?-
-"rayitas" vaya que eres fastidioso... Bueno, son cosas un poco personales, igual y no e preocupes, no creo tardar mucho en esta ciudad
- invades mi espacio, no entiendo porque diablos te encuentro donde sea, espero no verte más cuando te vayas
Para ese entonces eran apenas unos mocosos infantiles, unos niñatos sin sentido de lo que decían, ni siquiera conocían sus nombres y ya se odiaban e insultaban como si nada. Para la mala (o no tan mala) suerte de ambos, Edgmont no se fue de Rusia como lo pensaba, y Yuri tampoco dejo de verlo como deseaba; con el paso del tiempo ambos fueron conociéndose el uno al otro, el pasar de las estaciones eran constantes pero todo era distinto, las flores se veían hermosas en primavera, la sonrisa de Yuri también se veía hermosa, los frutos maduros del verano, ¿Cuántas veces fue invierno? ¿Cuántas otoño? ¿Cuánto tiempo había pasado para que estos dos crecieran tan rápido y tan juntos sin que se dieran cuenta? Yuri ahora tenía la pubertad en cima de el, Edgmont, la preadultez comenzaba a hacerce presente en el.
Todo había cambiado, ellos, los momentos, los pasatiempos, su mundo entero había cambiado
-Yuri eres mi mejor amigo
-igual eres mi mejor amigo torpe
-¿Recuerdas cuando me odiabas?
-te sigo odiando... Te odio demasiado por hacer que te quiera tanto
-que sentimental se escuchó eso rubia
Sus risas combinadas eran lo mejor que podían escuchar, pasar las tardes como esa eran precisamente su pasatiempo favorito; Yuri ya no era más un niño y Edgmont notaba eso a la perfección, todo había cambiado, ahora tenían lo mejor de ambos
-aun no puedo creer que te quedarás con esa bola de pelos que encontraste en el parque cuando eramos pequeños
El rubio miro al más alto de reojo con una suave sonrisa mientras sus manos pasaban suavemente por el pelaje de aquella gata la cual perseguía en su segundo encuentro
-y yo no puedo creer que alguien tan tonto se haya convertido en mi amigo ~
ESTÁS LEYENDO
almas opuestas (Yuri Plisetsky)
Fanfiction-es increíble ver como la vida es un altibajo, todo cambia de un momento a otro... chs~ tan irritante, ¿como se supone que deba manejar esta estúpida situación?- refunfuñaba el rubio en sus adentros, sus pensamientos eran sin duda un completo caos...