Al pasar las semanas, noto que los insultos y burlas hacia su persona dejaron de ser tan frecuentes: las bolas de papel en su cabeza ya no lo sorprendían entre clases, las risas a su alrededor volvían a ser remplazadas por indiferencia, y los escritos sobre su orientación sexual en su casillero, comenzaban a notarse menos, gracias al polvo y la lluvia.
Lo que empezó a preocuparle, fue aquella mirada que no había podido olvidar, ni con la rutuna del estudio, y que al darse vuelta estaba allí, con el silencio como único testigo, sentía la presencia de esos profundos ojos negros observándole inquietos, cual cazador a su presa esperando el momento oportuno para atacar.
Ese mismo día al salir de su instituto, caminando y el fuerte viento despeinando sus rizos cafés, vio a una cuadra de su casa a Norman. Era una cabeza más alta que él, tez pálida, pelo castaño oscuro y un coqueto lunar en la mejilla derecha.
A pesar del fuerte viento amenazando con traer una lluvia, aquel chico llevaba una playera azul manga corta que dejaba ver sus marcados músculos, adornados por un par de tatuajes que, junto con su estatura y esa expresión seria, le hacían ver bastante rudo: el típico chico peligroso con el que nadie quiere tener problemas.
Se le heló el cuerpo al ver a aquel chico acercarse a él con el rostro inexpresivo. Lo primero que se le paso por la mente fue que quería hacerle daño por lo de los rumores, tal vez era un homofóbico violento y espero el momento indicado para atacarle y que nadie sospechara. También pensó, casi rogando, que lo hubiera podido confundir con alguien más, o tal vez, la menos probable alternativa: que quisiera pedirle ayuda para estudiar, siendo de conocimiento público que el tenia los mejores promedios.
Mientras su mente divagaba en esos pensamientos, Norman llego y se paró frente a el.
Podía jurar que casi se le sale el corazón del pecho, al ver que el muchacho parado frente a él, sacaba algo del bolsillo trasero de su pantalón. Por un momento cerro los ojos con fuerza esperando lo peor, pero al abrirlos, se llevó una gran sorpresa al ver una flor y al mismo chico con una sonrisa nerviosa y el brazo extendido, ofreciéndole la misma.
De pronto sus latidos se hicieron más rápidos, su respiración más lenta y podía jurar que el tono de su rostro había cambiado de moreno a carmesí.
Con los nervios y sentimientos revueltos, acepto la flor, devolviéndole una tímida sonrisa a aquel chico que, ahora que lo miraba detenidamente, parecía más nervioso que él.
- Gabriel... me gustas.
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"Debajo de la piel todos somos iguales"
Antes de juzgar, recuerda que "todo depende del cristal con el que se mira".
Según el punto de vista, ni todo es verdad, ni todo es mentira.
- Lytos

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Debajo de la piel
Ficțiune adolescențiEl maton de clase quiere golpear al chigo gay? No es algo tan cliche! Descubre el transfondo de la historia de Gabriel y su encuentro con Norman