—¡ALAIA! —Gritó por cuarta vez mi madre con un tono de voz completamente irritante. Sí, amo a mi mamá.
Cuando por fin decido despedirme de mi cómoda cama para entrar al baño, aviso a mi madre que ya estoy despierta con un bostezo que fácilmente se extiende por toda la casa, la cual es lo suficientemente grande para que las personas que vivimos aquí estemos cómodas.
Todavía no puedo creer que sigan sin arreglar el calentador del agua.
Siendo solamente las 7:00 a.m y además de eso que afuera esté haciendo un clima terrible me hace estar considerando ni siquiera bañarme hoy.
Claramente eso sería tan antihigiénico y desagradable que opto por meter primero mis pies y así poco a poco ir climatizando mi cuerpo.Después de hacer toda mi rutina de aseo me visto con lo que ya tenía preparado desde la noche anterior pues no quería llegar tarde al aula este primer día, como suelo hacerlo siempre. Quizás fue por las faltas y las llegadas tarde a la clase del señor Gustave -el cual no me toleraba- que el año anterior estaba más en detención que fuera del colegio.
Me desplazo a través del pasillo de mi casa con mi bolso en un hombro y a su vez cerrando la puerta de mi habitación y me encuentro con mi mamá terminando de preparar el desayuno y a mi papá leyendo el periódico en la sección de noticias sobre política y economía mientras se encontraba sentado esperando que aquella deliciosa comida llegase a estar frente a él y así poder deleitarse un poco.
Bueno, eso es lo que en realidad hacemos todos porque mis hermanos mayores, Charlie y Charlotte, que son gemelos, también esperaban el desayuno.—¡BUEN DÍA, FAMILIA! —aparezco en el comedor sentándome al lado de Charlie, quien me sonríe al igual que todos.
Después de haber probado el delicioso majar de mi madre, y con majar me refiero a algunas tostadas con jugo de naranja, mi padre me lleva hasta el instituto en el precioso Audi de color negro que, espero, sea próximamente de mi propiedad.
El camino no fue para nada incómodo pues veníamos escuchando algunas pistas de música de los años 80, amo ese género en verdad. Cantábamos y reíamos en el camino por cualquier ocurrencia de parte de ambos.
Mi papá es un hombre bueno, es trabajador y respetuoso; además de ser alemán.
En lo personal, me gusta pasar tiempo con él pues siento que me comprende demasiado. Además es joven para tener 3 hijos, sólo 42 años y tiene una vida completamente organizada. Tiene sus estudios universitarios y tiene un grandioso trabajo en un bufete de abogados. A decir verdad no le va nada mal.
Mi madre es igual, muy dedicada a su familia y a su trabajo como diseñadora de interiores, de hecho, tiene su propia empresa y es una de las más exitosas en Kansas, donde actualmente vivimos y cuenta con una cede en mi país natal, Colombia.Somos una familia genial. Nos encanta viajar y todos tenemos nacionalidades diferentes, pues mis hermanos nacieron en Italia y mi madre es estadounidense de nacimiento; pero podemos manejar esos idiomas. Es genial insultar a la gente en español.
Cada verano o en cualquier época del año si hay posibilidades de viajar y conocer nuevos lugares lo hacemos.
Al llegar a mi sufrimiento le dirijo una mirada y una sonrisa a mi papá, él me observa de la misma manera. Me despido con un veloz beso en la mejilla y al salir del auto tocan la campana para saber que nos quedan cinco minutos antes de iniciar clases. Genial, yo ni he revisado qué horario tengo este año.
Algo me dice que la puntualidad no es lo mío.
Me guío hasta el tablero y observo el horario del último grado. Rayos; lunes a primera hora y filosofía. No puede ser. odio esta clase.
—¿Por que Dios? ¿¡Por qué!? —chillo y miro al cielo suplicándole a Dios clemencia.
Con la mirada seria mi entrecejo se mantiene ceñido al pensar en el señor Gus, el insoportable. Ese si no me tiene ni un poco de compasión, me detesta.Creo que ya pasaron 5 minutos más después de que tocaran esa campana, creo que soy puntual, creo que me estoy auto superando. Di tres toques a la puerta y la abrí, me asomé un poco con una sonrisa de perdón por llegar tarde... de nuevo en la cara esperando ver al pequeño y calvo maestro mirándome mal. Sin embargo eso no pasa y por el contrario veo un apuesto joven observando seriamente hacia la puerta como los demás de mis compañeros, pero las chicas del curso instantáneamente voltean a mirar al profesor y babear por él como, supongo, estaban antes de yo haber interrumpido. Disimulen un poco si quiera, zorras. Sigo esperando a que me dé autorización para entrar pero él no lo hace.
—¿Puedo pasar? —pregunto tímida y temerosa por su respuesta. Él asiente y me señala un asiento delante de su puesto como profesor que sorprendentemente nadie había ocupado aún. Con nadie me refiero a esas hienas desesperadas que tengo como compañeras.
—Señorita —Se dirige a mi. Oh-oh. Alzo la mirada hasta sus ojos ojos azules.
—No quiero que vuelva a llegar tarde ¿De acuerdo, Alaia? — Lo miró confundida pero acepto con cordialidad lo que me dice.¿Cómo mierda sabe mi nombre?
¡BUENAAAAAAS!
Quiero agradecerte si estás leyendo esto, por darle una oportunidad a la obra.
Espero que pronto le tomen cariño a lo que voy escribiendo acerca de la vida de esta muchachita loquita. Me identifico demasiado, más que todo porque soy uno de los personajes de la historia pero obviamente modificando ciertos hechos que son poco relevantes para hacerlos más interesantes.
No olviden votar y comentar, criaturas preciosas.
Att: Alex.

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TEACH ME
Teen FictionEl último año de la secundaria puede llegar a ser grandioso para muchos y Alaia O'Brien se da cuenta de eso cuando conoce a su nuevo maestro. Y aunque no todo es perfecto, mucho menos cuando se trata de tener una relación amorosa con un profesor; el...