Cap. 7 El inicio.

58 7 0
                                    

Quedé un poco aturdida luego de oír aquello.

"Le gustas"

¿Será posible?, reí un poco burlándome de la situación, aunque en realidad estaba muy confundida. De repente me puse a pensar en todo, estos días Lucca se ha mostrado bastante insistente conmigo, se veía realmente preocupado por mi conducta con él, evite pensar demasiado y descarte la posibilidad.

- Bien, ¿qué se supone que deba hacer si es así?.-- Le pregunté intentando sonar desinteresada.

Clara calló y me observó atentamente por unos segundos.

- No puedes negar que estas completamente prendida a él.-- Dijo riendo. Y sí, como no notarlo, si todo lo que hago cuando estoy junto a él es apreciarlo, evitándolo, claro está.

- Para nada.-- Respondí inmediatamente. Y es que sabía perfectamente que Clara buscaría la manera de juntarme con él. Estos días estuvo muy empeñada en que lo escuchara, pero no le di importancia.

- Solo una chance, piénsalo.-- Insistió.

- Ya la tuvo, y sabes qué hizo?, la desaprovecho.-- Le dije seria.

- Lo admito ¿si?, se equivocó, pero quiere arreglarlo.

No pude esquivar los pensamientos inmediatos, a pesar de que me habia esforzado tratando de no decir nada cuando estaba cerca suyo, intentando estar bien frente a él, haciendole creer que no me importaba, cuando en verdad la he pasado realmente mal, ahora no sé qué hacer, y me preguntaba qué tendría que decirme, porqué insiste tanto en solucionar esto, cuando claramente no soy nadie en su vida, ni siquiera una amiga, solo una chica más a quién engañar.

- Lo pensaré.-- Dije al fin. Clara sonrió y apretó mis mejillas tiernamente para luego irse.

Como me hallaba en el salón principal de la casa, sentada, sola, observando como todos charlaban, reian, bailaban y se divertian, decidí salir al patio a despejarme un poco.

Jorge tenía un bonito jardín, muchas plantas y en un rincón unas hermosas rosas rojas, me acerque a ellas y sonreí instantáneamente, regalaban mucha tranquilidad. Me mantuve allí por unos minutos hasta que alguien se aproximó a mi.

Lucca.

- ¿Puedo acompañarte?.-- Preguntó. Por un momento pensé en huir, pero no, debía quitarme este peso de una vez.

- Claro.-- Respondí sin mirarlo.

- Sabes, cuando era pequeño, mi abuela tenía un rosal como este, amaba cuidar de sus rosas, yo la veía muy feliz junto a ellas, y como se acercaba su cumpleaños, decidí obsequiárselas.-- Me dijo sonriendo.

- ¿Le gustó?.- Lo mire curiosa y no pude evitar preguntar.

- Casi la maté.-- Expresó riendo.

- No comprendo.- Le dije sincera.

- Le di un ramo de rosas, de sus rosas.

- ¡Oh!.-- Lleve mis manos a la boca sorprendida.

Lo mire molesta por unos segundos hasta que sin poder evitarlo comence a reir.

- Te ves hermosa riendo.- Me observaba con aparente ternura. Inmediatamente sentí mis mejillas arder. Maldita sea, no.

- Y tú te ves bastante cruel.

- Ya, me ha perdonado.-- Dijo desprecupado.

- Pues no debió.-- Hable sincera.

- Lo sé.

Nos quedamos en silencio un buen tiempo, él solo miraba al cielo pensativo, mientras yo jugaba con mis manos un poco nerviosa. Estábamos allí, los dos, solos, y él olía malditamente bien.

- Fabiola.-- Dijo al fin.

- Dime.

- Soy un tonto, lo reconozco, y es que no sé cómo sobrellevar ciertas situaciones, no me sentía seguro, no quería lastimarte y pensé que lo mejor seria dejarlo así, sin embargo terminé lastimándome a mi mismo, logré que te alejes, aunque eso no era lo que en realidad quería.-- Lo escuchaba atentamente mientras apreciaba cada uno de sus gestos, era tan tierno y tan estúpido a la vez, me gustaba bastante.

- Ya no importa.- Le dije segura.

- El solo verte altera mis sentidos, oirte reir, regañar, sermonear y hasta chillar a veces, me fascina, me gustan tus ojos, tus labios, tu cabello, tu piel, me gusta todo de ti y ya no sé qué hacer con todo esto que siento.

Estaba realmente sorprendida, no sabia como reaccionar, todo parecía un sueño.

- No sé qué decir.-- Admití.

- Solo una oportunidad.-- Pidió tomándome las manos.

- ¿Por qué?.

- Porque te quiero conmigo.

Nuestras miradas se encontraron y juro que podía oir los latidos acelerados de su corazón, quería acercarme, tomarlo y abrazarlo, sus ojos estaban un poco rojos, como si estuviera al borde de quebrarse.

- Lucca.-- Dije bajito.

- ¿Si?.

- ¿Estas ebrio?.-- Pregunté divertida.

Él me lanzó una sonrisa y se posicionó muy cerca mio.

- Juro que no.-- Respondió acariciando mi rostro.

- Una oportunidad.-- Dije decidida.

- Solo una.-- Contestó sonriendo.

Nos acercamos más y nos fundimos en un abrazo, el primero de muchos, pensé entusiasmada.

ETERNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora