Me sentía rara y no sabía por qué. Llevaba a una chica a casa, como había hecho millones de veces, pero la cosa es que ahora se notaba distinto. No era como antes. Sabía muy bien lo que quería, pero tenía que hacerme la idea de que no volvería nunca más a tres metros sobre el cielo, solo si lo intentaba. Observé a Gin por el rabillo del ojo y sonreí. Quizás era ella mi ticket para el futuro, para olvidarme de ella.
-Y hemos llegado- respondió esta nada más parar el motor- Muchas gracias.
-De nada- respondí mirándola- ¿No me vas a invitar a entrar?
-Solo te ofreciste a traerme, no dijiste nada de entrar.
-Bueno, ya que he hecho el ofrecimiento, me esperaba que me invitaras a entrar al menos- respondí intentando a ver si colaba la cosa, aunque parecía que no.
-Va a ser que no- se burló dirigiéndose a su puerta.
Observé como entonces se buscaba en sus bolsillos un poco desesperada las llaves de la casa. Al final, me tendría que dejar entrar si o sí:
-¿Perdiste algo?- dejáramos que se impacientara un poco más.
-Mis llaves- contestó esta todo preocupada- las perdí- se volvió finalmente.
-¿Y por qué no llamas al cerrajero?- pregunté enseñándole por fin las llaves.
-Como no.
Reí.
-Bueno, al menos, no la tiene una loco psicópata- me adelanté yo a abrirla- Cerrajeras 24 horas a su servicio- me hice a un lado para que consiguiera entrar.
-Que graciosa- me arrancó de las manos la llave- Bueno, pues ya está, bienvenida a mi casa- respondió mientras ponía las cosas- No es muy grande, pero lo suficiente para poder vivir- asentí observando la casa.
Esta era pequeña, en efecto, pero con menos me había conformado yo en Londres para ahorrar más dinero. Tenía un pequeño salón al fondo y una cocina pequeña. Los cuartos y demás, estaban en el mismo piso. La decoración era simple, pero a la vez moderna, estaba bien, la verdad. Mi vista, se fue directamente a algo que vi colgado en la pared:
-¿Qué es esto?- respondí señalando una especie de mapa que había puesto en la pared lleno de chinchetas.
-Son gimnasios a los que voy- se acercó esta señalándolos.
-¿Todos los visitas?- negó.
-Los pruebo- no entendía- Voy a uno- señaló este en el mapa- digo que lo voy a probar a ver si me gusta para venir más de seguido- se dirige al siguiente- y así, hasta recorrérmelos todos- la miré- Cuando vuelvo al primero, el personal cambió y no me recuerdan.
-Valla, buena forma de no pagar- me burlé.
-Una forma de ahorrar- se defendió esta.- ¿Tú vas a alguno?
-Sí, a este- respondí señalándolo en el mapa, que aun no estaba señalado como visitado por ella- Voy siempre, no como tú- me burlé un poco de ella.
-Lo mio es más barato- se defendió esta dirigiéndose a lo que parecía su cuarto.
La seguí y descubrí lo que sería su otro talento: la fotografía. Su cuarto estaba lleno de grandes fotografías y la verdad es que estaban muy bien. Cuando estaba en Londres, siempre recorría los sitios donde había obras expuestas y, la mayoría, eran de muy buenos fotógrafos. Entendía un poco y Gin, tenía talento:
-Son muy buenas- respondí nada más los vi.
-Gracias. Pretendo hacer una exposición dentro de unas cuantas semanas, ¿sabes?- tenía talento para ello, ¿por qué no?- ¿Vendrás?