Entre la espada y la pared.

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KonJay.

En aquel lugar habían diferentes reinos, donde vivían clanes de criaturas tan míticas como poderosas por cada una. Un ejemplo de ellos era el reino llamado y apodado Gotham, allí vivían vampiros de todas las clases y tipos, los cuales tenía una seria aberración y odio a sus vecinos el reino Metropolis, el reino de los hombres lobo.

Esta rivalidad no era ninguna tontería de territorios, de recursos o algo así, esta rivalidad nació desde que los reinos jóvenes eran y todo a causa de un matrimonio fallido entre ambas especies, pero lo que desencadenó propiamente el odio entre ambas clases fue el asesinato de los reyes Thomas y Martha Wayne y junto a estos a su segundo hijo Thomas Wayne jr, dejando a su suerte a su primogénito Bruce Wayne. Por aquel asesinato hubo orquestado un homicidio contra el rey de Metropolis, Jon Kent, para hacerlos pagar con la misma moneda. Desde entonces ambos reinos ahora regidos por los hijos de aquellos antiguos reyes eran enemigos mortales y cualquiera que pisará sus tierras era asesinado allí mismo, sin mediaciones ni nada.

Jason mejor que nadie sabía lo peligroso que era encontrarse con un hombre lobo, lo sabía desde crío cuando estos mismo atacaron en el pequeño pueblito cercano a la frontera de ambos reinos matando así a sus padre y dejándolo huérfano, a muy temprana edad. Debió asesinar a ese hombre lobo cuando tuvo la oportunidad cuando era un simple cachorro perdido y sin rumbo, debió hacerlo a pesar de ver el miedo en sus ojos azules cielo, debió... Pero ese debió quedo en pasado y ahora le tocaba enfrentar a las consecuencias de aquel día... O mejor dicho tratar la manera de encontrar un escondite de los hombres lobo, sabía que era tonto ellos lo atraparían su olfato canino era mil veces más sensible y lo encontrarían.

Era idiota ser un domada en su propio reino, pero él creció solo y sin nadie quien lo asolapara así que aprendió de buena manera a nunca quedarse en un solo sitio y aún si eso implica perder un techo donde dormir o un lugar donde comer un bocado, aún tenía ese miedo y paranoia que esos licántropos en cualquier segundo del día lo atacarían solo para terminar con su trabajo aún sin finalizar. Claro, se había aventurado desde que era un adolescente a los otros reinos vecinos (excepto claro el de Metropolis), como los reinos de fuego que eran pertenecientes a las hadas y demás criaturas de fuego, donde conoció a su amigo antigua ex novia Kori, una hada de fuego, o como el reino cercano a los bosques y parte de la selva donde habitaban los elfos y las amazonas, y donde no sólo se encontró con el hijo adoptivo del rey de los elfos de luz, que respondía al nombre de: Roy del cual se hicieron amigos, como también de una amazona renegada, llamada: Artemis.

Eran buenos tiempos aquellos hasta que por azares del destino termino siendo atacado por un grupo de hombres lobo, que al parecer el no era el objetivo pero si el poblado en el que se encontraba descansando, al principio no se quedó de brazos cruzados y se lanzó a defender a varias personas para que huyeran del lugar su más grande error fue dudar en asesinar a uno de estos cuando vio esos mismos ojos azules cielo en aquel enorme lobo de pelaje negro, fue estúpido, completa y rotundamente estúpido. Ahora, estaba escondiéndose en el bosque con varias heridas por todo su cuerpo aunque la más grave era la de su costado derecho —la cual trataba de evitar que sangrara demasiado presionándola con su mano izquierda— , ya no tenía más cuchillos lanzables de plata y sus espadas no las podía invocar a causa de lo herido, aturdido y casado que estaba siguió caminando pero su cuerpo se quejaba y comenzaba a notar como su vista se oscurecía cada tanto hasta que al final se tropezó y quedó allí mismo, su respiración era más pesada y tosca podía escuchar los aullidos y gruñidos cercanos de aquellas bestias y como si fuera un pequeño flashback, recordó aquel día en que sus padres murieron y el vio ese enorme lobo con su pelaje manchado de sangre ajena, sus ojos amarillos reflejaban pura ira, satisfacción y salvajismo antes de lanzarse sobre sus cuatro patas contra el; ese mismo miedo de cuando era un niño volvió quizo levantarse pero su cuerpo no respondía era como si se hubiese rendido, lucho y lucho pero al final una parte de él dijo: "¿Y para qué quiere seguir viviendo? No dejas a nadie atrás, nadie llorará tu muerte o sabrá tu ausencia, nadie". Jason aceptó esas crueles palabras de su subconsciente y se rindió, dejándose arrastrar al cansancio pensando que si corría suerte morirá desagrado antes que esas bestias lo encontrarán.




Los ojos verdes de Jason se abrieron, por un instante hubiera pensado que estaba muerto pero olvido eso al sentir el dolor de sus heridas, el olor a humedad y tierra inundaba sus fosas nasales como el olor a su sangre pero extrañamente también una ajena que lo puso alerta, y sin darse cuenta sus instintos se quejaban por algo de comida fresca. Se levanto con cuidado de donde estaba acostado notando que eran las pieles de algún animal mil y unos ideas salieron a su mente, pero sus cavilaciones quedaron lejos al escuchar el quejido de un animal, sus pupilas se dilataron del terror mismo al ver claramente lo que producía aquellos sonidos, era un lobo, y no cualquiera era el mismo lobo que el intentó asesinar y que por su culpa termino herido casi de muerte.

El lobo sin necesidad de voltearlo a ver le gruñe en advertencia, casi como de un animal herido y amenazante de hacer lo que fuera para estar a salvo, Jason conocía bien ese tipo de gesto y reflejos de auto preservación que el mismo uso en su primeros años de orfandad.

El chico mitad murciélago como pudo se levanto de su sitio, y mientras caminaba hasta donde el lobo de forma lenta y pausada su brazo se agarraba el abdomen justamente en su herida vendada, el licántropo gruño más audible mirándolo sin ningunas ganas de congeniar con el otro hasta se encogió más en su puesto mostrando los caninos, sin embargo eso no detuvo el deseo del chico de piel porcelana en acercársele y sentarse frente a este soltando algunos leves quejidos y gemidos de dolor por sus heridas vendadas.

—Tranquilízate pulgoso, solo quiero devolverte el favor-dijo Jason con molestia mientras alarga su mano a la enorme bestia canina dejándola así en el aire esperando a que el lobo comprendiera que no le haría daño. El licántropo lo miro un corto timepo, antes de que su nariz olfateara la mano ajena, hasta que apoyó su hocico contra esta haciendo curvar en una pequeña sonrisa los labios del vampiro antes de que su mano acariciara la cabeza del can.

Jason no recibió la confianza por completo ese mismo día pero con un cierto tiempo logró que esa enorme bestia se dejara curar sus heridas hasta que por fin a los días se dejó ver su forma humana, que dejó sin aliento a Jason, él conocía como debía ser ún mitad lobo pero al que tenía enfrente era un espécimen único y único porque este era un renegado de su manada, el cual más tarde le contó que fue un error y casualidad que ambos consideran en aquel pueblo y sufrieran ese atentado; donde el licántropo abandonado salvo la vida de Jason pero termino igual o peor que este en heridas que no tardaron en regenerarse hasta desaparecer sin dejar rastros, aquel lobo recibía el nombre de Conner.

Después de aquel día ambos, un vampiro huérfano y licántropo considerado por su manada un paria decidieron quedarse un tiempo juntos cuidándose mutuamente sus heridas, muchas veces Conner traía la cena y en otras atraía presas a Jason para que las cazara y bebiera su sangre —ya que su herida del costado no le permitía mucho moverse, y se cura de forma lenta por la falta de sangre ingerida, ya que Jason siempre se negaba a beber sangre de animales, humanos u otras especies— hasta el mismo licántropo se ofrecía un poco de su sangre cuando el pobre mitad vampiro se negaba a comer o cazar por su cuenta o con ayuda. Cuando Jason se recuperó, la pareja se separó porque tenían miedo de que sus especies llegasen a saber su relación y parte de su atracción mutua, pero Conner se negó a dejar ir al mayor e hizo una promesa con Jason, que cada festival de la noche de todos los santos ellos se iría a visitar aquel pueblo y pasar toda la noche juntos.

En un inicio, el mayor se negó y negó a ir hasta que sus deseos de ver al mitad lobo lo obligaron a darse media vuelta olvidar sus planes e ir aquel poblado para ver de nuevo esos ojos azules. Pasó un largo tiempo entre toda la gente de diferentes razas y especies, hasta que por fin lo encontró no admitiría abiertamente que se sentía alegre de verlo pero su corazón estaba que se saldría de su pecho. Desde aquel año, esa costumbre nunca mermó y siguió a pesar de que Conner se había casado solo para guardar las apariencias con los suyos, porque el único que había robado el verdadero corazón de aquel mitad lobo había sido ese vampiro de ojos verdes.

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Dedicado a: anita_yukino_ghouls

Happy HalloweenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora