"La Mota Negra"

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Aquella misma noche, el doctor hubo de practicar una sangría a nuestro huésped que a punto estuvo de sucumbie bajo un ataque de <<delirium tremens>>.
Al amanecer, el <<capitán>> se lamentaba:
¡A poco me mata ese mediquillo del infierno! Ayúdame a levantarme, Jim, porque la cabeza me da vueltas. No puedo seguir aquí.
-Pues habrá de estarse por lo menos una semana --Le dije -Es orden del doctor.
-¿Una semana? ¡Imposible! ¡Me atraparian esos bandidos!
Trató al enfermo de incorporarse, pero, vencido por la debilidad, cayó en un sopor durante el cual me fue diciendo entrecortadamente;
-Mira, Jim, si no puedo escaparme antes que me echen la mota negra, dile al médico que junte todos los magistrados y alguaciles y demás gente; que vengan a esta casa, y podrán atrapar a los hombres de Flint... Yo era el segundo de a bordo, y soy el único que conoce el escondite ¿Sabes? El mismo Flint me confió el secreto cuando se estaba muriendo en Sabanah. Pero tú no digas nada si no me echan la mota negra o ves aparecer al marino de una sola pierna.
-¿Qué es eso de la mota negra? -Le pregunté.
-Un aviso terrible, hijo mío. Ya te lo explicaré si llega el momento. Tú sigue vigilando, y si salgo con bien iremos con media en el negocio...
Sobre las tres de la tarde me encontraba en la puerta del <<Almirante Benbow>> cuando vi que alguien se aproximaba lentamente por la carretera. Debía tratarse de un ciego, pues que golpeaba el suelo con un recio bastón y llevaba media cara cubierta con un parche verde ocultandole ojo y nariz. Vestía amplio gabán marino con capucha a la espalda y muchos años de uso en los codos. La figura, encorvada por el tiempo o el cansancio, se antojaba francamente repugnante.
Al llegar a mi altura llamó su atención una voz del interior de la posada, y el ciego preguntó entonces:
-¿Algún alma caritativa querrá decirme donde me encuentro?
-Esta usted -LE contesté -junto a la hostería del <<Almirante Bonbow>>, en Block Hill Cove, Ensenada del Cerro Negro.
-¿Podrías conducirme de la mano a esa posada, muchacho?
Tan pronto como le alargué la diestra, que viejo me la atenazó arrastrándome hacía él para decirme al oído;
-Anda, hijo mío, Llévame a donde está el capitán.
-Señor -Me atreví a decirle en un suspiro  -, No puedo hacerlo, se lo juro...
-¿Qué no? -Y me retorcio el brazo. -Llévame en seguida o te deshago todos los huesos!
-¡Se lo digo por su bien! -Traté de defenderme -El capitán está muy furioso y tiene siempre un cuchillo al alcance de la mano.
-¡Calla y haz lo que te he dicho!  - Insistió el desconocido.

La voz cruel y odiosa del nuevo personaje me producía más pavor que la fuerza de sus puños; no tuve otro remedio que obedecer

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La voz cruel y odiosa del nuevo personaje me producía más pavor que la fuerza de sus puños; no tuve otro remedio que obedecer.
-Cuando estemos delante de él  -Me dijo ahora el ciego  -Anunciale en voz alta: <<¡Bill, aquí viene un amigo suyo!>>
Y así lo hice. Me pareció que el pobre capitán recobraba de golpe toda su lucidez. Trató de levantarse.
-¡No te muevas! -Le gritó el recién llegado -Aunque no te veo, oigo crecer los pelos de tu barba. ¡Acércame la mano derecha!
Tan pronto como ambos establecieron  contacto, el ciego pasó al capitán algo que éste guardó cuidadosamente sin pronunciar palabra.
-Bien, asunto concluida  -Murmuró el visitante bu largandose a buen paso de la habitación, salió a la carretera para desaparecer al compás del <<Tap, tap, tap>> de su cayada sobre el pavimento...
Transcurrieron unos minutos antes de que el capitán y yo volvieramos a nuestro asombro. Después, el enfermo se acercó a los ojos aquello que conservaba en el hueco de la mano.
-Hasta las diez  -musito  -¡Aún tengo seis horas para dejarles con un palmo de narices!
Y se incorporó no son emplear en la maniobra todas sus fuerzas;  más, en seguida, le vi llevarse ambas manos al cuello, abrir la boca desmesuradamente y caer de bruces entre roncos estertores.
A mis gritos acudieron varias personas que, cuando llegó el médico, se enteraron de que también los bebedores de Ron suelen morir de apoplejía. Este fue el caso del capitán Bill, el abominable huésped del <<Almirante Benbow>>, el causante de la viudedad de mi madre.
Del suelo recogí un pequeño disco de cartón ennegresido por una de sus caras y que, en la otra, decía con letra muy visible; <<Tienes tiempo hasta las diez de esta noche>>
Mientras no se me demuestre lo contrario aquello era <<La mota negra>>...

La isla del tesoro... - Stevenson 💜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora