Capítulo 9: La charla.

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Una gran puerta de madera se abrió para darle paso a tres jóvenes, dos de ellos sintiéndose algo incómodos al poner un pie en la taberna. La nariz de Abby empezó a atrapar algunos olores que jamás había conocido, aunque muchos otros eran parte de su pasado.

Abby analizo con cuidado la taberna. Era algo diferente a lo que había imaginado. Un gran candelabro se alzaba desde el techo con gran presencia; la luz que este despedía hacía sentir a la taberna fresca y atractiva. Había un escenario algo práctico pero a simple vista parecía espectacular, con madera exageradamente pulida, como si los mejores músicos se pararan allí tocando sus más recientes éxitos.

La muchacha londinense se sintió cautivada ante las tonadas que eran tocadas en ese momento, tanto así que sus pies la forzaron a colarse entre el público. Era Jazz. Pero la canción que se tocaba en ese momento no le sonaba familiar a pesar de que ella fuera una fiel fan al género.

Aunque la tonada para ella fuera desconocida, sus caderas empezaron a acompañar el ritmo de la canción. Se sentía cautivada. Su padre adoraba con su alma el Jazz, era lo que más amaba después de su amada esposa. Recordaba que su padre conservaba un viejo tocadiscos que le fue regalado en su décimo cumpleaños junto a unos cuantos discos, algunos de Jazz y otros de Rock clásico. Ellos siempre bailaban hasta quedarse exhaustos. Siempre, incluso con Marie.

- ¿Te gusta? - Una suave voz se hizo presente al lado suyo. Abby se exalto al ver a James sin previo aviso, lo cual hizo que las mejillas del muchacho se tornaran rojas.

- Es mi género favorito.- Contesto algo emocionada.- Pero no logro captar la canción.

El muchacho rio, lo cual hizo que Abby se sintiera un poco estúpida.

- Los muchachos la compusieron, ellos escriben sus propias canciones.- Respondió algo ruborizado.

Al escuchar eso, Abby se sorprendió mucho. Se sentía extrañamente cautivada y curiosa. Hecho un vistazo más a los músicos en escena. Todos eran chicos, tocaban como nunca, como si tocar fuera su más deseado deseo. Todos tenían un fino saco azul noche que los hacia lucir como verdaderos profesionales.

- Cuando vengo con Maggie solo les pongo atención a ellos.- Comento James.- En casa no escuchábamos mucha música y al principio de nuestra estancia en Cuppova venir aquí, era nuestro lujo. Ella tenía bebidas e historias de aventura que escuchar con esmero, mientras yo tenía música en vivo y una gran consejero.

- ¿Consejero?- Pregunto Abby mirándolo de reojo.

Los ojos de James se fijaron en una silueta solitaria que bebía un gran tarro de cerveza en la barra. Los ojos de Abby se fijaron en la silueta tratando de descifrar su código.

- Maggie tiene sus asuntos.

De nuevo, los ojos de ambos viajaron juntos hasta Maggie. Rodeada de varios jóvenes que gritaban con euforia cuando Maggie parecía llegar al clímax de su relato. Al mirar a James, ella pudo notar desilusión en su mirada.

- Pero te diviertes aquí sin necesidad de complacer a los demás.- Abby tomo el hombro de James cálidamente.- No te sientas mal por algo tan tonto.

James miro a Abby por unos segundos. Al principio desesperado, pero al final pacíficamente.

- Supongo que es cierto.

Abby tomo la mano de James. Aunque Abby no lo notara, el interior de James estallo.

- Ven.- El chico sujeto firmemente su mano y la llevo hasta donde la barra. Aquella figura misteriosa seguía tomando del exagerado tarro mientras movía sus mugrosos dedos haciendo un ritmo vagamente extraño.

Sweet Garden l Libro 1: Corazones. PILOTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora