4. ¿OTRA VEZ?

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CAPITULO 4
¿OTRA VEZ?

Crucé la puerta de casa como a las cuatro de la tarde y me encontré con mi madre caminando hacia la cocina. Se escuchaba la voz de Adele y la de ella por todos lados, (mi mamá es fanática de ella), la seguí hasta la cocina y le di un abrazo. Ella se sorprendió. Teníamos nuestros malos y nuestros buenos días, y por suerte este era uno de los buenos.
—Hija, ¡que susto! No te oí llegar.
—Dudo que me escuches con el volumen tan alto —dije sentándome en la isla de la cocina.
— ¿Cómo te ha ido hoy?
Veamos; hoy no entendí una mierda de física, como era de esperar. Me dormí en matemática y Mateo, mi compañero, casi me cambia por otra chica porque olvidé hacer la tarea de inglés.
—Bien, no hicimos mucho hoy por suerte —me encogí de hombros y tomé una manzana del frutero.
—Pero estás mucho mejor que el año anterior, ¿verdad?
—Sí. Ayer la profesora de arte me felicitó por mi desempeño y por el dibujo. Dice que mejoré.
— ¡Qué bien! —Exclamó y luego, sirviéndose una taza de café, pregunta: — ¿Qué onda este chico...? Mmm, me olvidé su nombre.
— ¿Maxi? —Ella asintió —Pues, con tantas tareas no tuvimos tiempo para vernos o algo. ¿Por qué?
—No, es que me parecía raro que no haya aparecido más por aquí.
—De eso he querido hablarte, bueno, de él. ¿Qué dices si me dejas ir a la casa de Maxi a cenar? Digo, él vino un par de veces.
Este era el momento para rezarles a todos los dioses existentes, hacer cadena de oración o algún ritual para que mis padres me dejen ir. El no ya lo tenía, ¿qué perdía intentando conseguir un ?
—No lo sé, Sam... no conocemos a los padres.
— ¡Sus padres no los conocen a ustedes y no pasó nada! —me quejé con la boca llena.
—Pero es distinto, él es hombre y es más grande que tú. Llama a tu padre y habla con él.
Listo, ya estaba decidido, era un rotundo no. Aun así me digné a llamar a mi padre, pero terminamos peleando por teléfono. Debí haber creado alguna mentira y que Malena o alguien me ayudara. Comencé a llorar mientras le contaba a Maxi la respuesta de mis padres, y mi madre me miraba desconcertada porque no entendía porque mierda lloraba.

Maxi
Tenías que inventar algo, Sam.

Yo
Lo sé.

Maxi
¿No hay otra solución?

Yo
No lo creo.
No quieren que vaya sola, que esté sola contigo.

Maxi
¿Y si tu madre habla con la mía?

Yo
Podríamos intentar...

Lo hicimos, lo intentamos, pero de nuevo fallamos. Y por alguna extraña razón, que hasta el día de hoy no comprendo, Maxi se molestó mucho más conmigo que con mis padres. Literalmente, dejó de insistir y cambió de planes. Se fue a jugar al básquet con sus amigos dejándome a mí confundida y triste llorando encerrada en mi cuarto. No me atreví a salir de ahí ni para cenar.

Male
Sam, ¿estás bien? ¿Acaso estas viva?
Samanta Gutiérrez respóndeme en este instante.

Yo
Aquí estoy.
Y sí, estoy viva.

Male
¿Quieres decirme que paso?

Yo
No quiero hablar sobre eso ahora

Male
Algún día tendrás que hacerlo

Yo
Bueno pero hoy no.

Apagué mi teléfono, me tapé hasta la cabeza y lloré hasta quedarme dormida. Tres horas después me desperté y no podía dormirme otra vez. Di vueltas por toda la cama durante unos veinte minutos y no aun así conseguía hacerlo. Podrida de todo, prendí mi teléfono y llamé a Maxi que atendió al quinto tono.
— ¿Hola?
Quería decirle de todo, mandarlo bien a la mierda pero al oír su voz me congelé. Quise finalizar la llamada pero tampoco pude. ¿Por qué me era tan difícil?
— ¿Qué haces llamándome a esta hora, Sam? —Suspiró con voz ronca.
—No te entiendo —comencé a decir luego de unos segundos —. Te enojas conmigo cuando la culpa es de mis padres y su desconfianza hacia ti. Crees que todos tienen que obedecerte y darte la razón ¿verdad? Pues déjame decirte que no es así, y si no te gusta...
—No estoy para oír sermones a las cuatro de la mañana —me interrumpió.
— ¡Qué terco eres! —Chillé — Si eres así todo el tiempo, prefiero no estar contigo. No quiero estar con alguien inmaduro que se enoja por una idiotez más grande que una casa.
—La inmadura aquí eres tú llamando a estas horas —dijo en voz alta.
—No quiero verte nunca más, Máximo —sollocé.
—Espera Mariel, déjame terminar con esto y luego seguimos —susurró.
— ¿Quién diablos es Mariel? —No hace falta aclarar que a estas alturas yo era un mar de lágrimas, ¿verdad?

Destino o Casualidad | Maxi Espíndola © {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora