Soy diminuta, insignificante. Mis palabras no han perforado entre las costillas de nadie, pero soy efímera y fugaz como las estrellas que se desean la salvación a sí mismas o como el tiempo, que nos consume con una rapidez inagotable que nos destruye las mentiras. No me da miedo la oscuridad de los ojos de esas almas ocultas, porque no soy nada pero puedo sentirlo todo.