San Onofre como tal, es la expresión auténtica de la evolución del Palenque de Torobé, fundado a mediados del siglo XVIII.
PRIMEROS POBLADORES
Una veintena de intrépidos esclavos fugados de Cartagena y
sus inmediaciones, gestaron a mediados del siglo XVIII el
establecimiento del Palenque de Torobé.
Promediaba el noveno lustro del siglo XVIII; cuando en
el horizonte se divisó la inconfundible silueta de un
navío mercante, paradójicamente llamado Nuestra
Señora de la Concepción, anunciando su regreso al
igual que lo hacen las aves migratorias, pero en este
caso él se convertía en un navío de mal agüero, ya que
cuando atracaba en los puertos del entorno africano,
henchía su vientre con aquellas piezas de ébano, como
si realmente se tratase de una concepción, empezando
su gestación durante el viaje de regreso, pero en su
transcurso la única opción para muchos era la de la
muerte; la de la vida, era para unos cuantos.
Lo cierto es que, tan pronto el capitán divisaba a
Cartagena, lugar que en su época ejercía por ubicación
geográfica, por su congestionado comercio y además
por designación de sus Majestades Española y
Británica, la jerarquía para regular todos los negocios
en América, los barcos empezaban a lanzar aterradores gemidos y quejidos semejantes a los de mujer primeriza próxima a parir, con la diferencia que ésta última lo hacía con la certidumbre de dar a luz hombres libres; entendiéndose como tales los nacidos a leguas de distancia del vientre de los barcos negreros, pues el parto de Nuestra Señora de la Concepción y sus similares, marcaban el derrotero de una ignominiosa esclavitud que vendría a marcar un hito histórico.
Una vez, el buque arriaba las velas y bajo la mirada soterrada de los espectadores de turno, autoridades y representantes de las casas comercializadoras de aquella extraña mercancía, el Concepción empezaba a vomitar de entre sus apestosas bodegas, pobres seres, quienes en sartas parecidas a las de las posturas de las iguanas, bajaban atados a fuertes e inhumanas cadenas provistas de grilletes, soportados en los cuellos. Con una gran diferencia, en estos reptiles se trata de finas y delicadas ataduras que contrasta con nuestra escena; así, hasta cuando la placenta del inusitado parto aparecía con el último de los componentes de su aberrante cargamento que, para mayor desventura se trataba de un "muleque". Cabe aclarar que cada grillete acéfalo de su mercancía, cuya cantidad eran docenas, no se debía al azar, sino que ellos habían sido dejados cual lázaro con su pena y dolor en sitios aledaños debido a que su estado generaba, según concepto autorizado del galeno de turno, un riesgo contaminante para los demás.
Así, cuando se daba por terminada esa rutinaria labor y se iniciaban los preparativos para una nueva andanza, el Nuestra Señora de la Concepción al igual que su capitán y tripulación no podían, como nunca lo lograron, descontaminarse de su lastre, pues el de éste, a diferencia del de los demás barcos que por acción del cargue o descargue pueden con relativa facilidad deshacerse de él, en el caso de la Concepción resultaba a todas luces imposible, por cuanto era el producto de una disparatada trata de seres humanos que sus Majestades, comercializadores y aristócratas de la colonia esclavizaban en forma lacerante y de por vida con sus hierros, como si realmente se tratara de reses o bestias cimarronas.
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CASTA DE UN PUEBLO EXCOMULGADO. -Historia de San Onofre de Torobé
SaggisticaCasta de un Pueblo Excomulgado, es sin lugar a duda uno de los mejores lugares realizados jamás en el departamento de Sucre, y por qué no del caribe colombiano, en donde la mixtura de lo histórico, lo social, lo cultural, lo religioso, lo mitológico...