Entre amigos

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"Para muchos, la muerte es el final del camino. Las diversas creencias y culturas en el mundo han buscado el significado de está transición al otro plano para poder explicar lo que aún ni la ciencia ha podido descifrar, pero quien sabe si tal vez y solo tal vez sea un nuevo comienzo. Sin embargo mientras el enigma continúa, las despedidas siempre son dolorosas y difíciles de aceptar."

Este relato es sobre dos amigos que se han reunido para charlar. Joaquín y Félix unidos por el fuerte lazo de la amistad.

—Esto que voy a contarte amigo mío —dijo Joaquín a su compadre Félix—, me lo contó Clara, mi mujer. —estos amigos se encontraban reunidos en el "Bar de las 4 Esquina", una semana después de la muerte de un ser querido—. Tú sabes que las mujeres siempre andan con sus cuentos, pero creo que el relato te dará otro punto de vista. Además usted debe drenar las penas del alma... porque esas mi estimado, oscurecen el alma y evitan que los espíritu alcancen el descanso eterno.

Félix se mantuvo en silencio. No quería hablar de su pena, pero necesitaba de su fiel amigo en aquel momento tan amargo para un padre, así que asintió, tomó un trago largo de la botella de cerveza y se dispuso a escuchar el relato de su compadre.

—Vea compadre, ¿se recuerda de doña Florencia? La dulce señora que nos regalaba cuando pequeños golosinas y caramelos, la mama del difunto Rubencito.

El amigo afirmó con la cabeza.

—Bien porque la historia es sobre ellos y de cómo pudieron afrontar aquella perdida tan dolorosa para la doñita. Bueno, en realidad el relato se lo contó mi suegra a Clara y cada vez que se acuerda me lo quiere contar, es tanto que me lo sé de memoria, claro está, mi mujer es buena en eso menesteres y yo soy un poco tosco para los destalles, pero igual va por ahí la cosa. Ya lo entenderás amigo.

****

"Aquella fría mañana decembrina, un llanto ahogado en agonía se dejó escuchar entre la neblina espesa de la tristeza de doña Florencia. Hacia más de un mes que su único hijo, Rubén había fallecido victima de un arrollamiento de automóvil a la salida de la universidad. Siempre la perdida de un ser querido produce un dolor tan inmenso que solo aquel que lo sufre sabe cuanto le desgarra el corazón y en el caso de una madre, dicen que el dolor es como si les arrancaran la vida y una parte muriera con su hijo. Para doña Florencia no fue fácil recibir la noticia de su muerte, mi suegra estaba con ella en ese momento. La doñita se desvaneció en los brazos de su amiga que la sostuvo con la ayuda de otros vecinos. Pero lo extraño fue que al recuperarse, no derramo ni una sola lagrima, no hubo llanto desgarrador, ni gritos de desesperación, nada que pudiera expresar el dolor tan grande que estaba padeciendo en ese momento. Nada compadre. ¿No le parece extraño? Una madre siempre debe llorar a sus hijo, eso creo yo...

Félix murmuró algo a su amigo, volvió a beber de la cerveza dando luego un suspiro profundo. En cuanto que Joaquín reanudó su historia a pesar de las extrañas circunstancias por las que ambos estaban atravesando.

...Como era de esperarse los demás vecinos se preocuparon, sin embargo ella parecía estar bien, era como si fuese un robot en modo automático. La mama de Clara le ayudó con los preparativos del velorios y el entierro, mientras la señora Florencia seguía sin dar muestra de dolor, su rostro se mantenía sereno, en aquel momento, dicen los experto en la materia, que de seguro estaba en un estado de negación momentánea, yo no se mucho de eso, pero mi mujer siempre dice que el duelo tiene varias etapas por superar, tal vez sea cierto, no lo sé. En fin la doñita estaba evadiendo la muerte de su hijo. Tanto así que continuó con su misma rutina como si él estuviera con vida; salía todas las mañanas en busca de las frutas para el desayuno de Rubén, lavaba su ropa, lo esperaba en el porche todas las tardes como cuando llegaba de la universidad y así continuó por semanas. Mi suegra pensó que se estaba volviendo loca de la tristeza y de soledad, sin embargo un día decidió acompañarla un rato para tratar de hacerla expresar su dolor y así lograr que se desahogara, al acercarse a la puerta de la entrada, tocó repetidamente sin que le abrieran la puerta. Nada, allí estuvo parada por unos minutos, decidió dar una mirada por los alrededores de la casa y no vio rastro de la señora. Hasta que se asomó por la ventana del patio trasero que da a la cocina y escuchó unas voces:

Es Hora de decir Adiós.   (One-Shot) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora