01.

175 27 2
                                    

01.


Tenía ya dos meses familiarizándose con el lugar, había sido secuestrada por una razón que aún desconocía, necesitaba su vida, necesitaba volver, pero en dos meses le parecía imposible que no hubieran podido dar con ella, su intuición le decía que no estaban tan lejos de Seoul. Le parecía todo muy extraño, fuera de lo común, la habían llevado a una casa que —para sus gustos— no estaba nada mal. Por lo general, debería estar encerrada en un lugar oscuro, con poca ventilación y golpeada, y este no era el caso.

Se encontraba en una pequeña casa, donde no tenía ni una remota idea de donde quedaba, pero juraría no estaba tan lejos como se lo habían hecho creer. Vestía, comía y podía hacer algunas cosas que solía hacer, leer, diseñar, dibujar y escribir. Ya se había escapado unas cinco veces, todas ellas resultando un fracaso, no había manera, estaba rodeado el lugar con personas armadas, pero raramente a ella no le habían tocado ni un pelo. Al contrario, la trataban con respeto, y amabilidad, sin contar como la habían raptado, utilizando alguna droga para sedarla y llevársela inconsciente cuando apenas salía de la universidad.

Ya no lloraba, hace un mes había dejado de hacerlo, sentía un remolino de sentimientos extraños que jamás había experimentado y no sabía si era porque estaba en un lugar totalmente desconocido, con personas que debería detestar pero era totalmente lo contrario, y sí, ya había comenzado a llamarse loca a sí misma. También había dejado de preguntarse el por qué estaba allí y dejado de pedir explicaciones que ya él le había dicho que no daría.

Dejó el libro de poesía al lado cuando el sonido de unos nudillos golpeando la puerta de la habitación interrumpió su silencio, haciendo que Chloé se sobresaltara un poco.

—Pase. — Habló lo suficientemente audible para que pasara quien fuera que estaría pidiendo entrar. Algo dentro de ella se emocionó cuando vio la figura alta de un chico, bastante varonil vistiendo jeans ajustados y una camisa formal blanca manga larga que resaltaba sus brazos gruesos trabajados. Esa combinación tan extraña entre lo casual y formal solo lo podía hacer alguien.

Su secuestrador.

No era feo a decir verdad, para nada feo, desagradable o algún adjetivo que se le pueda parecer, todo lo contrario, sus ojos se concentraban en detallarlo porque inconscientemente Clhoé apreciaba mucho como un hombre podía lucir, no por nada se había interesado en el mundo de la moda.

—Te traje algo para que puedas beber, tu favorito. — explicó la voz ronca varonil que le hacía helar los huesos, ella por su parte sintió como su boca se secaba y se tensaba al querer decir algo pero fracasando en el intento. Por lo que tomó el jugo entre sus manos dando un primer sorbo y sonriendo al delicioso sabor del durazno.

—Gracias, J. — murmuró sonriendo al menos un poco, queriendo disimularlo al instante, ¿Cómo puedes sonreírle a tu secuestrador? Estas mal, desquiciada Chloé.

J, así le había pedido que le llamara hace unas semanas atrás cuando en una noche de insomnio, ella se escabulló en la biblioteca de la casa, sorprendiéndose a sí misma al encontrar la espalda ancha de un chico en la habitación. Y así en vez de buscar algunos libros para poder matar su insomnio, entabló una conversación amena con alguien al que debería odiar, y cada vez que lo recordaba, dudaba de su raciocinio.

[...]

—¿Qué haces aquí, Chloé? — se escuchó en el lugar. Él habló sin siquiera mirarla, tan sólo se inmutó a mencionar esas palabras mientras buscaba un libro como todas las noches. Pues, apenas dormía dos horas diarias y no porque sufriera de insomnio sino, porque toda su vida había sido de dormir poco, se había convertido en compañero fiel de la noche.

—-V-vengo a buscar algo p-para leer. —tartamudeó. Y se preguntaba por qué se ponía tan nerviosa. Tragó grueso mientras cerraba la puerta detrás de ella y se dirigía a la sección de novelas.

—Te gusta leer ¿no?

—Me encanta. — contestó suavemente, pasaba los dedos sobre los libros decidiéndose cual agarrar, varios títulos le parecían interesantes.

El secuestrador se dirigió al sillón que se encontraba en aquella habitación para luego sentarse junto con el libro de astronomía que había elegido y otro de poesía en la mano.

—Ven aquí. —ordenó, mientras palmeaba un lugar a su lado en el sillón. Ella se estremeció y caminó hacia el mismo con precaución, obedeciendo a su orden. — Sé que te gustará este, es poesía. Yo ya lo he leído, léelo tú y luego podemos hablar sobre el, ¿te parece?

Chlóe tomó el libro entre sus manos mientras miraba el título "Amar sin amor no es amar" era un tanto ambiguo y le interesó de inmediato. Sonrió en respuesta y asintió levemente con su cabeza mientras no despegaba la mirada de él y se preguntaba qué nombre tendría su secuestrador.

—Mhm, ¿puedo preguntarte algo? — preguntó en un susurro.

—Lo que quieras.

—¿Cómo te llamas? — él se quedó inmóvil, para segundos después poner una de sus manos en el muslo de la chica y acariciarla suavemente. El acto sorprendió completamente a Chloé, por lo que su corazón comenzó a latir desbocadamente.

—Llámame J. — dijo para luego pararse del sillón y salir del lugar dejándola con el corazón acelerado.

[...]

Una vez más se encargó de detallarlo, los ojos oscuros junto con su cabello platinado hacía un contraste peculiar en él. Se negaba a aceptar que le parecía atractivo, porque sí, era jodidamente atractivo. Vio como tomó asiento en el borde de la cama, mientras ella ahora trataba de concentrarse en la bebida, ahora sorbiendo otro trago de allí queriendo eliminar la tensión del lugar.

Sus manos comenzaron a sudar, por lo que decidió dejar el vaso con la mitad del líquido en la mesa cercana, sus reacciones le parecían tan fuera de lugar, no sabía que sentía, dudaba hasta de quien era. El contacto visual que luego mantuvieron, hizo que el corazón de la fémina se acelerara drásticamente, no sabía el por qué, solo se sentía así.

Chloé bajó la mirada, incapaz de mantenerla en los ojos grises de su secuestrador, se había puesto nerviosa de un segundo a otro, aquello solo hizo que mordiera levemente su labio inferior ante tanta tensión.

—Mh, Chloé, me preguntaba si querías cenar conmigo esta noche. — habló rápidamente el chico, ella solo se limitó a abrir un poco los ojos ante la sorpresa, ¿cenar? ¿juntos? ¿cita? Imposible. —No a una cita, es decir, no si así no lo quieres.

Aquello no lo veía venir, y menos se esperaba la respuesta rápida que dio y que sin duda no pensó.

—Acepto.

stockholm sindrome ➳ jackson.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora