Lucha

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Luego de haberme dañado, saqué el celular de mi bolsillo: quedaban diez minutos para las una de la madrugada, ya era hora. Me levanté con la carta en una mano y el bisturí en la otra, y me dirigí al lugar donde lo haría: debajo de mi árbol favorito del parque. Al llegar allí, admiré su majestuosidad. Medía por lo menos unos diez metros, y su tronco tenía una forma parecida a la de un espiral. Me senté en sus faldas y me preparé mentalmente para hacerlo. Con esto, todo lo malo se iría, por eso lo estaba haciendo, claro, pero... también se iría todo lo demás. Nunca más vería a mi familia, nunca más comería helado, ni jugaría con animales, ni abrazaría. ¿De verdad era tan malo como para eliminar todo lo bueno en pos de acabar con lo malo? Además, ni siquiera terminaría el dolor; el mío sí, claro, pero, ¿cuántas personas sufrirían por mi muerte? Al final habría más dolor que antes. Sin embargo, ya había llegado tan lejos que no podía parar, ya era tiempo de hacerlo, lo había pospuesto demasiado, y sentía unas ansias horribles y abrumadoras. Sentía que, si quería, podía seguir con mi vida, que a pesar de que había tantas cosas malas, podría enfrentarme a ellas, mas, una voz en mi cabeza opacaba estos pensamientos con una sola y repetida palabra: "Hazlo".

Cerré los ojos, tomé el bisturí firmemente, inspiré hondo y abrí los ojos de nuevo. Inmediatamente posé la hoja sobre mi brazo de nuevo, esta vez sobre mi muñeca y de forma vertical. Estaba lista. Presioné contra mi piel fuertemente, causando un dolor que hizo que arrugara mi carta, y justo cuando la hoja comenzaba a penetrar, escuché el susurro de las hojas y un viento friísimo pasar a través de mí. Me levanté fugazmente dejando caer mi bisturí y la carta, aterrada por la repentina interrupción y la retornada sensación de una presencia cerca de mí. Lo que sea que fuera esa silueta, había vuelto.


Punto y Coma (;)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora