Acaba con esto.

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Esas notas, un poco ilegibles, escritas con un mal pulso y manchadas de tinta y lágrimas de una persona sensible, fueron lo último que quedó de su esencia.
Un corazón roto, lleno de dolor y un fuerte ardor fueron su calvario.
Cicatrices trazaban caminos en toda su piel. Él y la felicidad no se llevaban bien.
Sus ojos, rojos por el llanto, habían estado pidiendo a gritos acabar con tal ardor que, sin falta cada día, se estaría sintiendo una vez más. Era imposible soportar tanto.
Con una expresión de desesperación en su rostro.
No quedaba más que el frío de la habitación que hacía erizar la carne, vidrios rotos y unas cuantas manchas de sangre que se daban a ver gracias a la tenue luz de la luna, que sin culpa alguna pasaba por su ventana.
Un cobarde acto fue lo que lo condenó a la oscuridad eterna. Su alma arde en el fuego del limbo por haber accionado en contra de Dios. No quedaba algo por hacer.
"Te culpo de todo esto", expresaba uno de aquellos escritos.

-F.

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