Palabras de enojo

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Mierda.

¿Por qué Keith estaba tan enojado consigo mismo? Todavía podía oler el perfume de Allura sobre él cuando finalmente llegó al edificio. Él había hecho lo correcto, esencialmente. Si Lance lo había visto a él y a Allura abrazándose, eso significaba que sabía que no había ninguna posibilidad.

No tuvo tiempo ni siquiera de pensar en lo herido que se sentía dentro de ese pensamiento, entró en el edificio y quedó completamente abrumado por las imágenes y los sonidos que lo rodeaban. Todo era brillantemente colorido y ruidoso. Trató de no mirar demasiado y se dirigió hacia la recepción. La mujer detrás del escritorio con largo cabello rubio y una blusa entallada azul brillante lo miró mientras sonreía.

—¿Cómo puedo ayudarlo? —Ella habló, su voz era tan brillante como su cabello.

—Um, estoy aquí para ver a... ¿Coran? ¿Smythe? —Keith habló, inquisitivamente.

—¿Tiene una cita? —preguntó, mirando hacia la pantalla de la computadora.

—S-sí, mi nombre es Keith... —Él vaciló, ella lo miró todavía sonriendo.

—Sígame, señor.

Keith se mordió el labio, deseó que ella simplemente le dijera a dónde ir. En cambio, no solo lo estaba conduciendo una extraña, sino que le estaba dando una visita guiada.

La compañía era tan excéntrica como Coran. Aparentemente tenían un sitio web en Internet respecto a algo... Keith no estaba prestando atención, su mente estaba demasiado ocupada procesando todo, imaginando el pequeño rostro desconsolado de Lance que atrapó su mirada.

Finalmente llegaron a la oficina de Coran, la cual se acercó bastante a las expectativas de Keith: todo de vidrio con un sencillo escritorio de color blanco en el centro, Coran estaba reclinado en su silla, dormido y jugueteando con su bigote mientras estaba inconsciente, ¿era este hombre siquiera real? Keith no estaba seguro.

La mujer abrió la puerta y Coran se incorporó, con los brazos extendidos como si estuviera listo para luchar.

—Coran, Keith de esa... ¿compañía? Está aquí para verte. —La mujer hizo un ademán, asintió con la cabeza y salió de la habitación. Keith sostuvo su mochila torpemente en su hombro.

—Entonces, es Keith, ¿verdad? —Coran lo miró después de sentarse en su silla. Le ofreció la sillla a Keith para que se sentara, este agradeció a regañadientes.

—Sí, um... lo siento... por el otro día. —murmuró Keith, luego miró a su alrededor. Podía ver a los empleados de Coran a su alrededor trabajando, pero... no parecían hacerlo. Había una chica tirando pintura a la pared y tomando fotos y un grupo de personas entusiastas que filmaban a un hombre con una cuerda de saltar.

—Está bien. —Coran se inclinó hacia delante, con los codos sobre el escritorio—. Me han dicho que tienes una excusa bastante interesante para estar aquí.

Keith maldijo internamente. Realmente había esperado que su jefe le hubiera explicado la situación por teléfono, aunque supuso que se lo merecía por haber cometido el error en primer lugar.

—Bueno, había un tipo en el tren y quería que me dejara en paz, así que dibujé un vulgar símbolo de mano a la espalda del documento que tenía su firma en él. —espetó Keith, estaba demasiado comprometido emocionalmente para tener esta conversación—. Así que aquí estoy.

Coran estaba sonriéndole con malicia, una ceja espesa levantada en señal de diversión. De repente, se levantó de un salto, agarró una hoja de papel en blanco y la dejó sobre el escritorio frente a ambos.

From across the platform | Klance (Traducción) | CanceladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora