ocultarme los horrores, tenerme siempre atada.

21 3 0
                                    


Tal vez debería dejar de mostrarme fuerte, de dar la imagen errónea de mi misma, y mostrarme cómo soy realmente. 

Ese barco a la deriva, ese papel en llamas, ese espejo roto. 

Tal vez así, todos dejarían de fallar y fallar, de ponerme la zancadilla y de tirarme al suelo. A lo mejor sabría quienes son los de verdad. 

Esos en los que puedo confiar. 

Pero esto no son más que unos simples divagues, puesto que cuando acabe de escribir, me secaré las lágrimas, me quitaré el maquillaje corrido, me limpiaré la cara y pintaré la sonrisa más amable que os podáis imaginas, aunque también la más falsa. 

Saldré ahí a fuera, con la coraza puesta, con un muro alrededor. Con las defensas en alto. 

Porque nadie me advirtió de esto. 

Me advirtieron de muchos peligros, de muchas maldades, pero nunca de esto. 

Nunca me advirtieron de mi mayor enemigo, ni de todos los males, tampoco de los mares que iba a tener en contra. 

Lo entiendo, por desgracia lo entiendo. 

Hasta hace poco era una niña, inocente y inmadura. No comprendía la complejidad de este mundo, tampoco creía que fuese tan grande, ni tan extenso. Tampoco tan complicado. 

Y aquí estoy yo. 

Una adolescente en la edad del pavo, pesimista de naturaleza, que le han arrebatado la inocencia y la niñez de un golpe. Ahora atisbo las complicaciones que iba a tener que superar, si quería seguir adelante. Y me lo replanteo muchas veces. 

¿Para que seguir? 

Si total,  haga lo que haga, lo haré mal. 

¿Por qué no dejar de ser lo que ellos quieren que sea y empiezo a ser yo?

¿Por qué se empeñan a cortarme las alas? 

Tal vez, para ocultarme los horrores. Tal vez, para tenerme siempre atada. 

writeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora