Capítulo 2 - Nuestra sociedad post-apocalíptica

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El resto del dia se me hizo muy corto, Miriam y yo nos pusimos a comer unas palomitas que compré con el sueldo de el mes.

Decidimos no hablar de lo que vimos ya que a ninguno de los dos nos gusto y preferiamos tener una noche tranquila. A las 12 de la noche yo ya tenia sueño por lo cual apagué mi televisión y le pregunté a Miriam, que reposaba su cabeza en mi hombro:

-Ey Mirieta, yo ya tengo sueño.¿Dónde te preparo la cama?

-Quiero dormir contigo...- Me dijo poniendo cara de cachorrito abandonado  yo no podía decirle que no a esa mirada por lo cual asenti y le dirigí una sonrisa.

Ella aún vestia uno de sus tejanos sucios con una camiseta del trabajo. Ahi es donde existe la diferencia entre nosotros, mis padres tenian mucho dinero y me lo dejaron de herencia.  Ella no tenia dinero apenas y la miseria que nos daban por pasar horas en una cueva no alcanzaba los 50 oros, que equivalen a 10 euros en la zona 4 (la europea).

Le dejé una de mis sudaderas para que se pudiera cambiar la camiseta llena de carbón y grava. A lo que sin ninguna clase de aviso se desnudo delante de mi, quería mirar ¿Quién no? Miriam era una chica preciosa y tenia un cuerpo perfecto. Pero aún asi me giré, no quería que se hiciera una idea equivocada de mi.

-Cuando estes vestida avisame. - Dije intentando no parecer muy atrevido.

-¿No te gusta mi cuerpo?- me dijo con voz coqueta.

-N-no, digo si, que no lo he visto, pero no es necesario que no quiero decir que no quiera por que si que quiero ya que eres una chica muy gua...- Y me calló. De esa manera que solo ella sabía hacer, con un abrazo que desprendía cariño y aprecio.

- Vamos a la cama tonto- dijo burlandose de mi- No me hagas cosas malas mientras duermo. ¿ Vale?- Se metio en mi cama y apartó la manta para que me tumbara yo.

-Yo si fuera tu no dormiría tranquila.

-¿Por?

-Porque alomejor me vuelvo loco y...- Acerqué mis manos hacia su cintura intentando que no se notara- ¡y te hago cosquillas!- Le estuve haciendo cosquillas un rato no para molestarle sino para escuchar su preciosa risa.

-¡Para Adri, Para!- Dijo riendose muy fuerte - ¡Para porfavor!

Dejé de hacerle cosquillas dandole las buenas noches- Buenas noches Mirieta- Sabia que no  le gustaba que la llamara así pero me esperaba que seguidamente me dijera esto.

-Buenas noches osito- Nos reimos un rato y después el silencio hizo su trabajo con Miriam se durmió al instante.

Pasaron dos horas y no me dormia me quedé embobado, contemplándola. Hasta durmiendo se la veía preciosa, le di un beso en la frente y me puse comodo para intentarme dormir. Pude notar como uno de sus delgados brazos me rodeaban el cuerpo dandome un abrazo. Una sonrisa atravesó mi cara.

Al dia siguiente no trabajamos por lo cual nos quedamos en mi casa. En esos momentos tan difíciles mi casa era de las lujosas, 3 habitaciones, cocina, e incluso un lavabo. Mis padres y yo siempre habíamos vivido en ella almenos desde que nací, mi padre participó en varias fuerzas militares por lo cual protegió su hogar y su familia de la locura de la gente. Cuando ese monstruo transformó el mundo en una oscuridad eterna lo cual enloqueció ha mucha gente, se dedicaron ha destrozar casas a suicidarse e incluso a asesinar a  los que voluntaria o involuntariamente les frennara en su escapada de el fin apocaliptico en el que viviamos. Se dice que los monstruos esos son los humanos que su maldad supera a la de los infiernos. Por lo cual se quedan deambulando por el mundo en forma de diablos.

Ninguno de los dos habia madrugado por lo tal vimos la tele en la cama hasta las 2 que fue cuando fui ha hacernos la comida. Freí unas patatas y partí por la mitad un frankfurt que me regalo para mi cumpleaños Miriam. Los unicos amigos que tenía empezaron a reirse de ella porque sus regalos eran mas caros. Les eché de mi casa. Si yo estaba delante nadie se mete con ella. Soy un chico alto y fuerte por lo cual nadie buscaba problemas conmigo.

A ella le puse muchas patatas sabía que le encantaban pero no se las podia permitir. Cuando lo vio me lanzó una mirada que se veía de lejos que era para que cambiará los platos, si algo no le faltaba era amabilidad y generosidad. Negué con la cabeza y empezamos a comer. Fue mas bien silenciosa la comida no podia permitirme gastar toda la elecricidad de la semana en un dia por la televisión.

Después de comer nos tumbamos en el sillón pero la relajación duró muy poco. La alarma del pueblo empezó a sonar.

La oscuridad que nos acechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora