Capítulo 4 -La oscuridad de la curiosidad-

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Decidí ir a la biblioteca del pueblo a por mas información, la llevaba un señor mayor de pelo plateado, tenia cara de triste y no gesticulaba intuí que estaba leyendo por el gran libro que tenia delante habían dos o tres personas en la biblioteca: una mujer pelirroja con un carro de bebe, un hombre sudoroso y mas bien obeso y una anciana que estaba parada en frente de una estantería sin moverse ni un centímetro. En cuanto entré por la puerta todos me miraron menos el dueño de la biblioteca y la señora mayor. Fui a la sección histórica de la biblioteca. Busqué mapas, busqué libros pero nada no existía la “Biblioteca Gundersen”.

Cuando ya me dí por vencido noté como si algo me atrajera al girarme pude ver un libro el cual no había visto hasta ahora, era muy grande, con la portada de oro y estaba lleno de polvo. No tenia titulo o no conseguí encontrarlo entre los dibujos extraños que tenia.

Cuando fui a abrirlo me di cuenta que un candado me lo impedía. Me dirigí al dueño a preguntarle por la llave.

-¿Perdone, tiene usted la llave de este libro?

Levantó la cabeza de su libro y me susurró:

-Corre, ya te han visto.

Cuando acabó la frase un chorro de sangre salió de su boca manchando el libro. Entre la sangre podía ver las palabras “Vas”, “a”, “morir”. Decidí darme la vuelta y tenia detrás a el hombre obeso y a la mujer los cuales tenían esos malditos ojos delatores. Salí corriendo entre los miles de pasillos de la biblioteca cuando pensé que los había perdido de vista pude ver a la anciana exactamente como la vi antes.

-¡Señora tiene que huir de aquí!

Su cabeza dio una vuelta completa mostrando su cara quemada y chorreando sangre. Y me grito:

-¡Muere!

Los ojos se le encendieron en llamas azules e intento morderme a lo cual intente escapar por la derecha. Estaba la mujer de antes. Por la izquierda. El hombre.

Se acercaban. Era el final. Sabían donde iría. Lo ultimo que vi fue como la anciana se me lanzaba al cuello.

Entonces desperté. En casa. Con el cuello ensangrentado.

La oscuridad que nos acechaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora