Bueno y aquí estoy, casándome con alguien a quien detesto sólo por hacer crecer la empresa de mi padre. Ser hija de empresarios es tan duro, debes sacrificar tu verdadera felicidad para cumplir con negocios, Tengo 18 años saben lo difícil que es saber que tendrás que pasar un año de tu vida al lado de alguien a quien no amas, pero aunque no sea de mi agrado debo hacerlo.
Me casaré con Edward Mercado, un mujeriego de mierda, a quien odio con todo mi corazón desde el Jardín de niños, siempre estaba molestándome con sus insinuaciones y se la pasaba provocando cosas que nunca, NUNCA pasarán, a menos no con él.
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-Edward Mercado Collado, acepta usted a __________ como su legítima esposa?-Dijo el juez.-Aceptó. -Dijo "mi futuro esposo", me miró y sonrío torcidamente.
Se que el disfrutará mientras trata de hacerme perder el control, pero yo soy más fuerte, puedo soportarlo.
-_____________ Rodriguez -Dijo el juez, sacándome de cualquier pensamiento.- Acepta usted a Edward Mercado como su legítimo esposo?
Dudé un poco, pero sabía lo feliz que hacía este negocio a mi padre. -Acepto.- Dije.
-Bueno, bajo el poder que me confiere....bla bla bla, los declaro marido y mujer, puede besar a la novia, el Juez no terminó de hablar cuando ya Edward tenía mis labios capturados en un feroz beso, el cual traté de aminorar pero simplemente fue imposible.
-Estaba loco por probar tus suaves labios.-Gimió en mi oido, yo sólo rodé los ojos obviando su ridículo comentario.
Luego de la recepción, debíamos tomar un avión donde sería nuestra falsa "Luna de miel", dormiríamos en habitaciones separadas puesto que yo no quería ningún tipo de contacto con ese tipo al cual de ahora en adelante debía llamar "esposo".
Llegamos al hotel, era muy lujoso. Edward estaba hablando con la Recepcionista, cuando de repente se acerca y me dice:
-Oh ___________ hay un pequeño problemas con las habitaciones, tendrás que dormir conmigo.-Me echó un sonrisa perversa.
-Oh claro querido! -Dije acercándome más a él.- Sólo que si me pones un dedo encima te mocho los huevos.-Lo amenace.
-Peligrosa, asi me gustan. -Gimió en mi oreja.
Me aparté de ahí, no fuera a ser que ese salvaje se baje los pantalones y me folle ahí mismo, delante de medio hotel.