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Últimamente mi vida sin vos es monótona, corriente, sin gracia. Te extraño al abrir los ojos y al tomar el café, a la hora de reír y llorar al mismo tiempo. Porque no estás, y el sentimiento de vacío incrementó tras tu partida.

Todas las noches, sin ninguna excepción, pienso en vos. En tus bromas absurdas, en el sonido de tu risa, en tu cara cuando aguantabas la necesidad de reír, y lo más importante, en tu forma de ser, tan brillante como la luna. Rememoro esas noches, donde nuestro silencio era más fuerte que cualquier palabra existente, y la manera en que tu mirada se encontraba con la mía.

Cuando te fuiste, mis ojos se volvieron un poco más tristes, mi voz un poco más rota, y mi alma un poco más oscura. Eso causas, y muchas cosas más. Pero la verdad es que mi sufrimiento no era una novedad para vos. Cuando te dignabas a acercarte a mí, veías que me derrumbaba, y no hiciste nada para cambiarlo.

Cuando coincidimos en algún lugar, te observo detenidamente: tu esbelta figura moviéndose entre la multitud, esos ojos que jamás podría olvidar y tu sonrisa, que a pesar de estar llena de maldad, ilumina todo a tu alrededor. Te analizo, día tras día, y llego a la conclusión de que tu necesidad de hacerme daño es más grande que tu capacidad de querer.

Rompiste tantas promesas y creaste tantas barreras entre nosotras, que ni el más sincero amor fue capaz de derribarlas.

Si me dieran la oportunidad de volver a tu lado la rechazaría, cuando estoy contigo me decepciono de mí misma; soy consiente del daño que causaste y seguís causando, y a pesar de toda la maldad, sigo deseando volver a ser eso.

pensamientos destructivos a las 4 am. tengo mejores cosas que esto, lo juro.

DeleznableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora