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Salté de la cama de un brinco y me dirigí a la ventana. La abrí y miré hacia abajo. Me tiré desde un quinto piso, pero no sentí nada, solo una fría brisa que me recorría todo el cuerpo. Me miré las manos, estas se habían convertido en polvo, igual que el resto de mi cuerpo. Me había desintegrado y solo me quedaba mi inútil conciencia, ahora en blanco, en aquel vacío desolador.

Fin.

La oscuridad está llena de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora