Capítulo 1: Subasta

3.5K 251 193
                                    


Sentado en la mesa junto a su mejor amigo, observa las maravillas que colocaban en el escenario. Mucha gente importante y de dinero estaba en ese edificio sólo con una cosa en mente: Tener una mascota propia. Tener una mascota se había convertido en la moda del momento, algunos paseaban con sus mascotas, las cuales tenían una correa y el dueño o dueña lo jalaba rudamente de ella.

¡Vendida en un millón!

Gritó el subastador. Los aplausos no se hicieron esperar.

La pobre joven que no tenía ni quince años, se retiraba con la cola entre las piernas y llorando silenciosamente temiendo lo que la vida le esperaba​ con su nuevo dueño.

¡Que pase la siguiente!

–Recuérdame ¿Por qué estamos aquí, Zoro-ya? –Suspiró apoyando su rostro en su mano derecha, mientras veía desinteresado la escena ante sus ojos.

–Por qué necesito un compañero y además de tu opinión

–Es extraño de ti, tu eres una de las pocas personas que no tienen una de éstas mascotas

–Por una importante razón.

–Y cual es esa?

–Odio lo que hacen con ellos, no merecen ese maltrato de mierda que les dan. No son juguetes

–Ya. Tienes razón pero, ¿Ya tienes en mente que tipo de mascota deseas?

–Solo veamos cual me llama la atención

¡Nuestra siguiente mascota es un chico!

Volteó al escenario y encontró un chico rubio de ojos azules y cabello rubio, muy sedoso, se veía bastante nervioso, como muchas de las mascotas anteriores, tenía la cola entre las piernas y las orejitas esponjosas bajas; vestía un pantalón negro de mezclilla y una camisa naranja de mangas largas.

-Su nombre es Sanji, tiene 17 años. ¿No es hermoso acaso?- Dijo el subastador señalando al zorro en el escenario, por lo que muchas personas sonrieron lujuriosas- Asi que damas y caballeros, empecemos con la subasta

-¡Mil! - Ofreció una joven, levantándose de la silla

-Escuché mil, ¿quien da más?

-¡Dos mil!

Miró a su alrededor la cantidad de miradas lujuriosas hacia el chico. Sus piernas empezaron a danzar de arriba a abajo por el nerviosismo. Sintió rabia por todas esas mentes enfermas que ahí se podían encontrar.

-¿Zoro-ya?

-Law, he tomado una decisión

-¿Ah?

-Quiero a ese chico. -Dijo firme -¡Diez mil! -Gritó, levantándose de la silla.

-Tenemos Diez mil ¿Quien da más?

-¡Doce mil! - Gritó otro muchacho.

-¡Quince mil! - Contraatacó

Miró divertido al moreno luchar por el rubio. Debería ganarla sin dificultades, pobre del que no contaba con una empresa multimillonaria. Le encantaría ver : ¿Cuanto estaban dispuestos a dar por el zorro? Aún que por otro lado, le daba lástima y le hacía perder la fe en la humanidad ver cómo tanto hombres como mujeres con deseos tan enfermos estaban dispuestos a dar dinero a cambio de una vida, a la que sin ningún arrepentimiento le darían por vida un infierno.

-¡Veinte mil!

-¡Treinta mil!

-¡Cuarenta mil!

Más que sólo mi MascotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora