Capítulo 5: Baratie

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2 años más tarde...

Miraba al techo de la sala sin muchos ánimos. Lo que tanto había sospechado durante todo el año que ellos habían pasado juntos lamentablemente había resultado real; no era ningún mal sueño, todo había sucedido tan rápido que ni tiempo de reacción y salir del shock le dió.

La mujer que tanto decía amarlo, en su departamento... entre los brazos del hombre que él sabía su mejor amigo. Ese mismo día, el rastro de una joven alma había reclamado recuperar la libertad con la que carecía desde su nacimiento; según testigos, sólo podían verse la luz de sus ojos azules con sus pupilas dilatadas en medio de la oscuridad.

Seguía preguntándose todas las noches ¿Qué había hecho mal? Quizás no les dió atención suficiente a ninguno de los dos, no había llegado hasta el fondo de ambos corazones quizás de alguno sí, pero lo descuidó.

-Hey, Zoro-ya -

Law le llamaba a su lado, dispuesto a escuchar una y otra vez los mismos lamentos de siempre. Por lo menos él era el único en el que podría confiar.

-¿Qué? -

-Aún no puedes olvidarlos, a ninguno de los dos ¿Sabes por qué? Por qué siempre tienes esa misma mirada -

-¿Cómo podría simplemente hacerlo?

-Necesitas... despejarte. Salgamos juntos a tomar un trago, Zoro-ya.

-¿Quieres que pierda la consciencia?

-Hey, tú no sueles emborracharte con nada. Deberías aprovechar esa gran resistencia, tarde o temprano la perderás.

-Lo dudo. - Sonrió divertido.

-Creí que eras un gran bebedor de Sake. ¿Acaso ya no es así? -Golpeó su hombro con el suyo, dándole ánimos.

-No puedo decir lo mismo de ti...-

-Hey, sé más considerado. Yo invito ésta vez.

-Bien. Recomienda un lugar, Law...-

-Existe un lugar, ha abierto recientemente. Dicen que la comida es exquisita aún que jamás he ido ahí. El chef que está a cargo en ese lugar es misterioso pues nunca nadie lo ha visto, sólo al dueño del lugar.

-Suena interesante...-

-Así es... he estado investigando y tengo un par de amigos ahí dentro. Podemos hacer un par de cosas para conocer quién sea que esté detrás de ese mostrador.

-¿Desde cuándo tienes esa curiosidad?

-Si puedo hacerlo, ¿Por qué no?

-Tienes razón... aún que es extraño en ti-

-Es extraño el hecho que estés buscando errores en mi plan. ¿Donde está el Zoro que yo conozco? Quizás conozcas al que será tu próximo chef, no es por ofender pero las habilidades culinarias de tu empleada no es que sean muy buenas.

-Bien. Hagámoslo. -Sonrió. Esa noche no era para lamentarse, sino para divertirse.

...

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