P R I M E R O: ojo por ojo, diente por...

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Los crujidos de las tablas eran los unicos ruidos que se persibían en aquella lúgubre mansión en lo más recondito bosque, espeso y lleno de almas que gritaban auxilio, mientras huían de su próxima muerte.

Las cascadas caían en picada, rozando las rocas del pequeño pozon, lo cual hacia que el más mínimo ruido se detectera por el silencio sumergido del lugar.

Todo era calma, o eso creería alguien que no estuviese en el lugar de Mariana, esa joven chica, que carecía de amabilidad se hallaba en ese momento pagando de la peor manera posible la maldad que hiso tiempo atrás.

De pronto el silencio se vio interrumpido por el sonido de unos tacones contra el piso de la segunda planta de la casa, que parecian no tener intensión de detenerce, a lo cual poco a poco se acercaban y bajaban por la escaleras de caracol, la poco la luz que había se ve llendo a medida que se aproximaban la presencia de aquel verdugo.

Los latidos de Mariana eran similares que un conejo apunto de ser cazado por un depredador.

De la nada los pasos paradon y fueron reemplazados por una risa femenina que inundo todo el cuarto, la risa en sí demostraba maldad y diversión por las condiciones de una débil muchacha, que en un pasado junto a sus par de arpías que llamaba amigas demostraban todo lo contrario.

-Hola Marianita, ¿cómo estás?- la voz retumbó en los oído de la joven, advirtiendole de la cercanía de su secuestrasor o en este caso secuestradora- sabes - hizo una pausa mientras llevaba aire a sus pulmones- te vez fatal, y si te traigo maquillaje? - la mofa en su palabras era percibible a simple vista pero la persona a la que iban creadas no lo eran.

Sin previo aviso le tomó de sus desteñidos risos entre su mano para acercarse aún más a ella y susurrarle al oído, palabras surcaran miedo y curiosidad en Mariana.

-Esto apenas comienza - hizo que los vellos de la joven se erisazan la tranquilidad en que hablaba de su cercano suplicio.

Consiguiendo su objetivo luego de soltar los mechones de cabellos de su mano, giro sobre sus talones para dejarla en la sombria habitación.

< No sabes lo que te espera > pensó antes de salir de la gran mansión para seguir con su siguiente cometido




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