Capitulo 8

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Niña.

Anoche llegue tarde por la noche y al llegar me percate de que no pedi a la señora May que dejara la llave abierta o simplemente me dijera dónde estaba la llave de repuesto, por suerte, antes de recurrir a un pasador para forzar el cerrojo, decidí buscar en el lugar más obvio. Bajo el tapete de entrada encontré la llave de repuesto y una vez dentro solo avance entre un bostezo hasta el sofá de la sala, dudaba que fuera una buena idea dormir con una niña desconocida para mí. El olor a café me despertó de mi profundo sueño, algo agotado me estiró en el sofá mirando como la señora May sonríe entre el ofrecerme una taza de café, asientiendo me levanto enseguida y la tomo.

—Muchas gracias.

—Llegaste tarde anoche —toma asiento en el sofá al lado.

—Si, bueno... Es algo difícil encontrar a la gente en New York, además... Hubo un robo en un banco y las cosas se complicaron, el tráfico es un infierno.

—Ya me imagino, por esa razón la gente está tan temerosa de sacar dinero hasta de los cajeros.

Dedicándole una sonrisa, tomo un sorbo de café mientras ella enciende el televisor, al bajar la taza observo a Vanessa bajar de las escaleras, ella tiene un peluche en manos y su cabello rizado hecho un nido de aves mientras bosteza con pereza.

—Buenos... Días...

Sus pasos no se detienen, y llegando frente a mí se deja caer en mi regazo entre un nuevo bostezo, ante mi inseguridad la señora May solo sonríe divertida mirando la escena.

—Vanessa —la aparto — ¿De dónde tomaste el peluche?

—Estaba bajo la cama...

— ¡Oh, claro! Es de mi sobrino —sonrie tranquila —es un recuerdo de sus padres, así que aún lo conservo.

—Entonces es un peluche importante, vamos dámelo —tiendo mi mano con severidad.

— ¡No, no! —sonrie inquieta —no hay problema con ello, después de todo él ya es adulto y no creo que quiera jugar con él.

—Bien —suspiro tomando la taza —digame señora May ¿Está lista para salir?

—Si, claro, solo necesito tomar mi bolso.

Mirándola levantarse solo dejo a la pequeña caer sobre mi regazo para dormir un rato mas, con paso tranquilo avanzó al baño lavando mi rostro, al secarme con mi playera me percató de ella esperándome en la puerta, un poco más despierta.

—Yo no quiero volver...

— ¿Qué? —me acerco dudoso.

—Usted... —se aferra a mi ropa — ¡El señor Wade es mejor que mi madre! ... ¡Por favor, no me haga volver!

Poniéndome en cuclillas sujeto sus manos, ella me mira casi con terror mientras sus lágrimas comienzan a mostrarse, preocupado sujeto su mejilla limpiando aquellas lágrimas.

— ¿Por qué dices eso? Tranquila...

Apretando sus labios se aleja de mí y aunque dudosa, saca las prendas de su torso dejándome ver... Múltiples heridas, golpes, cortes... Ematomas recientes... Un quejido de sorpresa y el caer de algunas cosas me hizo volver la mirada afuera, la señora May cubría su boca sorprendida y de pronto Vanesa lloraba a mares suplicando porque no la enviáramos de vuelta a su casa, sin poder soportar más el desespero de su voz la abrazo con fuerza mientras la señora May se acerca tratando de tranquilizarla.

—Bien, bien —acaricia su espalda —todo estará bien Vanesa, solo iremos con los policías, ellos te harán algunas preguntas y luego volverás con nosotros... Vamos a estar todo el tiempo contigo, lo único que quiero es que trates de responder a todas sus preguntas.

Perfecto EncajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora