5

10.1K 981 22
                                    

Como no conseguía consolarme, Harry me tomó del brazo y nos apareció en su oficina de auror. Supongo que la calle no le parecería el mejor lugar para llorar.

   Las caricias que me hizo en el cabello fueron calmándome poco a poco. Cuando por fin recobré la consciencia de mí mismo me levanté, avergonzado e incrédulo.

—Gracias, Potter —dije con la voz un poco rota, intentando a duras penas recuperar un poco de dignidad, mientras buscaba la varita en las profundidades de mi túnica.

—¡Malfoy! No tienes que...

No llegué a escuchar el final de su frase, porque a la mitad ya me había desaparecido.

CaminosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora