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Es difícil mejorar cuando llevas tanto tiempo enterrado en el más oscuro de los abismos. A pesar de que sentía la tentación de quedarme quieto y simplemente dejar el tiempo pasar, decidí intentar salir de la depresión en la que me había sumido.

   Así se lo dije a Harry, que sonrió emocionado.

   —Muy bien, Draco. El primer paso para lograr algo es querer hacerlo —dijo, y me abrazó con fuerza. Yo sonreí, de buen humor, y también lo rodeé con mis brazos—. Estaré aquí para ayudarte de todas las maneras que pueda, pero creo que estaría bien que fueras a ver a un terapeuta.

   Me estremecí un poco. No me sentía lo suficientemente fuerte como para hablar con alguien que no fuera Harry, alguien que con toda seguridad me juzgaría sin vergüenza por mi pasado de mortífago, pero sabía que me convenía la ayuda de un profesional, así que asentí.

   —Está bien.

   Aunque no le veía la cara, pude sentir cómo la sonrisa de Harry se hacía más grande.

   —¡Fantástico! —exclamó—. No te preocupes por nada, yo me encargaré de buscarte uno adecuado.

   Rompió el abrazo solo para tomarme el rostro entre las manos y darme un sentido beso en la mejilla. Me hizo cosquillas con la barba, sentí que mi corazón se aceleraba y me sonrojé. Harry soltó otra risa suave.

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