Rap Loco

327 18 3
                                    

Mis labios aún rezumaban de su suavidad y a la vez atrevimiento. Notaba un aleteo en mi estómago y mi corazón iba desbocado. Lo veía todo de un modo psicodélico y de mi frente llovía sudor frío. Le miré a través de mis dilatadas pupilas y con un hilillo de voz dije:

-Encantada, Shady.

Así, Marshall (o Shady, no estoy segura) me miró y me dijo:

-A Shady le caes bien, aunque creo que demasiado. Es un puto pervertido.

Y al escucharle reí sonoramente y, al parecer, contagié mi risa a Marshall también. Su estelar sonrisa me deslumbró e hizo que aquel tren que había iniciado su viaje fuera casi a descarrilarse.

Subimos a la limo de nuevo y él dijo al chófer:

-Dame algo fresquito para la señorita, seguro que tiene calor.

Me pasó una copa enorme de GinTonic, quizá demasiado grande, y musité:

-No bebo, bueno, no suelo beber...

-Si hace falta, guapa, la compartimos y así no bebes tanto. Yo no soy escrupuloso.

Sonreí algo tontamente y di un sorbo al GinTonic. Casi había olvidado lo que me gustaba.

Y él alzó la copa y dijo "Por nosotros y por una nueva amistad" y de nuevo di un trago a la exquisita bebida. Él también dio un trago, algo más largo y me pasó el brazo por el hombro.

-¿Te gustó el concierto?- susurró él en mi oído.

-Sí, todos me gustan.

-Pero éste no es como todos los que habrás ido.

-No. Es mejor- dije luciendo mi mejor sonrisa entre dientes.

-Me alegra saberlo. Pocas tienen tantas opciones como tú.

Entonces comenzó a improvisar un rap en el asiento mirándome travieso y atrevido, además de cariñosamente.

Y recordé lo que ocurrió tras el telón. Mis mejillas se colorearon en carmín y mis pupilas ya dilatadas entre la tensión y el alcohol se dilataron aún más.

Poco después noté que iba como en el aire. Todo estaba oscuro y no se veía nada. Mi cabeza dolía y tenía mucho, mucho sueño. Mi brazo iba colgando, y luego quien me llevaba cambió mi posición y pasó de cogerme como Superman a cogerme como a un bebé.

Lo último que noté y oí aquella noche fue un dulce tacto en mi frente y un "Buenas noches" de mi mayor ídolo.

Marshall, te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora