Oh, yeah!

157 6 0
                                    

La luz del sol entraba débilmente por las rendijas de las persianas de las ventanas. Apenas iluminaba todo y a mi alrededor estaba sumida en una breve oscuridad cuando abrí los ojos al despertarme.
Oía voces que venían de otra habitación. Eran todas masculinas, creo. Varias risotadas sonaron y ya despierta del todo, vestida con la ropa de ayer - todo un detalle por su parte, no iba con malas intenciones -, curiosa, fui hacia la habitación medio dormida, con legañas en los ojos y la larga melena despeinada.

- Doble o nada.
- No, tío, eso es muy arriesgado...
- ¿No te atreves, mariconazo? - Dijo una voz grave desde allí mientras reía.
- Maricona tu padre - respondió alguien con una voz algo menos gutural y grave. Más bien, sonaba bastante agudo para ser hombre. - Todo o nada. Apuesto todo lo que tengo, mamón.
- Parece que el chiquitajo éste te echa cojones, Julian... - Reía otro sin parar.
-Reparte, joputa.

Uno de ellos le pasó a otro la baraja de cartas de póquer y las fue entremezclando. Cuando ya vio que era suficiente, paró y partió ésta. Todos cogieron sus cartas y empezaron los piques.

-¡Ja! Toma, escalera de color.
-Pues toma mis ases, puta- dijo uno, el de la voz más aguda, tranquilamente.
-Hijo de perra, qué potra tiene el cabrón...
- Dame lo que es mío, Julian.
-Toma, mamonazo- oí cómo varias monedas y billetes eran movidos de un lado de la mesa a otro. Llevarían horas allí deduje yo.
-¡Anda! ¡Buenos días, dormilona!- dijo Marshall al verme entrar.
- ¿Ahora te van jovencitas, rubita? - Preguntó uno de los dos hombres negros que había allí con él.
- Qué exagerados... - Se lleva una mano a la frente y se da un pequeño tortazo en señal de frustración leve ante tal insinuación. Yo me sonrojé. - Esta es Eve, la ganadora de mi concurso. Ellos son Julian y Francis.
- Encantada... - Dije entrecortada. Me daba algo de palo estar entre hombres tan altos, la verdad.
- Muy mona la niña, la verdad... - Dijo Francis, que era un poco más educado.
-El placer es nuestro, preciosa... - le coreó Julian.-. Aunque parezca rudo, Marshall sabe que soy un tío de puta madre, ¿eh, flacuchillo?

El hombre abrazó a Marshall con el brazo derecho dejándolo con su cuello en el hueco que dejaba la axila y reía mientras con un puño le revolvía el pelo en vano, ya que era demasiado corto como para que se notase realmente la labor. Yo sonreí tímida ante aquella cómica situación.

-¡Cabrón, que te canta el ala! ¡Suelta, leches! - decía Marshall forcejeando con el hombretón de color, que fácilmente podía tenerlo así más tiempo sólo por fastidiarlo un poco.

Julian reía y reía sin parar, como el típico tío que se dedicaba a picar a sus sobrinos.

-¡Vale, vale, chiquitín! - éste lo soltó, pero con el forcejeo, casi se cae el rapero rubio. Más y más carcajadas por parte de ambos llenaban la sala. Yo me reí un poco, pero le tendí la mano.

-Anda que me queréis mucho, hijos de puta...- se levanta y se limpia una gota de sudor de la blanquita frente. Era muy guapo, se conservaba bien. Me quedé embelesada mirando y él me sacó de mi ensimismamiento.-. Saquemos a estos mamones de mi casa...- dijo con tono cansado.-. ¡A la puta calle, mamonas!- sonreía entre dientes mientras hablaba.-. Ya me llamáis otro día para que vuelva a machacar vuestros negros traseros.

-¡Me cogeré la revancha, mamón!- dijo Julian alzando el dedo corazón al aire mientras se marchaba.

Marshall cerró la puerta y suspiró. Me notaba cada vez más nerviosa y el corazón me iba a mil. Estaba sola con él en su casa, y cualquier cosa podría pasar. De hecho, ya me sorprendió el otro día con Shady. Pero...¿estaba sola con Shady, su cara más gamberra y traviesa, o con Marshall, el tierno y luchador? No tenía ni idea, y temía que me cogiera de nuevo desprevenida en este especie de juego con un personaje tipo Doctor Jekyll y Mr. Hyde.

-¿Has desayunado ya?

-Esto... No, la verdad. Se me había olvidado por completo...

-Ahora si quieres te hago una tostada... - se pasó una mano por la nuca y habló serio y calmado. Pasó a la cocina y desde allí me habló alzando un poco la voz para que lo pudiera oír claramente.- ¿Te gusta el café? Por si quieres un poco...

-Sí, me encanta... - respondí más calmada.-. Me gusta con dos cucharadas de azúcar.

-Vale... Encima de la mesa te dejo tu desayuno... Vístete. -Ordenó en la distancia.-. Tengo que comprarme unos zapatos nuevos para el traje.
-Claro... - Dije yo. Mientras hablaba, iba pensando qué debía ponerme para ir de compras con uno de los grandes del rap, que en seguida todo el mundo reconocería por la calle. Pensé que no debía ir provocativa, porque daría bastante controversia. Sin comerme la cabeza mucho más, cogí unos vaqueros largos y ajustados y me los conjunté con una camiseta negra y una camisa morada de cuadros a modo de chaqueta.
En la bañera se estaba genial, ya que era grande y espaciosa y además tenía el lujo de poseer varios artilugios que hacían del baño todo un momento de relax.
Aun así, no me acostumbraba del todo a tanta abundancia y simplemente me duché con música de fondo. Las gotas resbalaban poco a poco y me humedecían, caían y acababan en el desagüe.
- Perdona, pero te has dejado las bragas en el pasillo...

No me había enterado de lo que me había dicho, estaba demasiado concentrada en aquella canción de Bruno Mars, Locked down of heaven.
"Oh, yeah, yeah! Oh, yeah, yeah, yeah, yeah!"

- Exacto, tus bragas están en mi mano y las acabo de coger del suelo. Cógelas ya, hazme el favor.- dijo ya impaciente e irritado.- Me están picando demasiado...

Ya no podía estar más avergonzada. Mi única escapatoria era acabar la ducha y salir en toalla tras pedírsela.

- Pásame la toalla, por favor.

Dicho y hecho. Me sequé un poco y la enrollé alrededor de mi desnudo cuerpo, tapando esa desnudez.

- Madre mía, niña...

Se me quedó mirando al ver que la toalla era tan justa para mí cuerpo que apenas me tapaba el culo. Genial.
Me entregó la prenda de ropa interior que había perdido e hizo el ademán de marcharse, pero sin embargo cerró la puerta, se acercó a mí y me besó, acercándose bastante, intentando un gran contacto físico.

- Me has picado y quiero jugar...

Marshall, te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora