Capítulo dos

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En cuanto sonó mi alarma a las 6:00 am en punto inmediatamente la apagué y volví a dormir; a los cinco minutos volvió a sonar y volví a apagarla. A la tercera vez que sonó mi alarma, tomé mi despertador y lo lancé al cesto de ropa sucia que tenía cerca de mi cama en un intento de finalmente callarla; me cubrí totalmente con mis sábanas hasta la cabeza y volví a mi sueño profundo.

De repente, una cantidad enorme de luz me cegó incluso con mis sábanas sobre mi cara, intenté asomarme encima de las mantas y me dí cuenta que mi papá había corrido las cortinas de mi ventana.

—Levántate Isaac, se te hará tarde para ir a la escuela —dijo mi papá mientras buscaba su otro zapato debajo de mi cama.

Como por acto de impulso, estiré mi brazo debajo de la cama y logré tomar el zapato que sabía que estaría ahí; mi perro usualmente solía morderlo y esconderlo debajo de mi cama. Se lo dí a mi papá y me sonrió en modo de agradecimiento. 

—No quiero que llegues tarde a la parada del autobús de nuevo, Isaac —.

—¡Si ya voy! Enseguida me levanto —le dije. Mentí. Volví a quedarme dormido. No tengo idea de cuánto tiempo estuve acostado sobre mi cama, pero de repente, un notificación de mi celular logró hacer que finalmente me levantara. Tomé mi celular y abrí el mensaje que había recibido.

Era un mensaje de Alfonso, mi mejor amigo. Aquello me extrañó bastante, él nunca enviaba un mensaje de texto a menos que fuera importante o una emergencia, por lo que contesté de inmediato.

—Hola Isaac.

La naturaleza tan simple y fría del mensaje hizo que el cansancio se desvaneciera por un segundo.

— ¿Todo bien amigo?

— Disculpa, estaba nervioso y quería saber si estabas despierto

— Ya lo estoy, dime qué pasa.

—No pasa nada, Isaac.

Sabía que Alfonso mentía.

—Ambos sabemos que algo sucedió, ¿No me vas a contar qué tienes?

—No, prefiero decirte en persona.

— Okey. Pero ¿todo bien?  

—Sí, solo te quiero contar algo, pero estoy bien.

—Está bien, nos vemos en el autobús.

—Okey, nos vemos.

Envié el mensaje y boté mi celular en la cama, estuve alrededor de un minuto dormido cuando otro mensaje volvió a llegarme, no quise abrirlo pero cuando lo vi,  era de nuevo Alfonso.

— Son 6.50 am, no llegues tarde de nuevo Isaac.

Me sobresalté y vi la hora, eran las 6:51 am, el autobús avanzó desde su primera parada a las 6.30 am y estaba a 2 minutos de llegar a la parada más cercana a mi casa. De inmediato me levanté de mi cama y corrí al baño y me lavé los dientes, busqué la ropa que usé el día anterior y me la puse, era una playera blanca y unos jeans grises; en lo que me ponía mis calcetines fui a la cocina y empecé a morder una manzana q encontré en la barra, tome un vaso de agua, elegí una sudadera azul y corrí a tomar mi mochila y salí de la casa trotando.

En lo que corría alcancé a ver la hora en mi celular, eran las 7:00 am en punto; intenté correr más rápido. Sentí como mi cabello me caía en mi cara y recordé que olvidé peinarme otra vez, noté también que empecé a sudar y maldecí no haberme puesto un poco de loción o desodorante.

A lo lejos vi la imagen de un autobús que arrancaba y decidí correr mientras movía mis brazos y gritaba. — ¡Esperen! Detengan el autobús. —grité mientras intentaba hacer que el chofer del autobús me viera y se detuviera, afortunadamente, logré que así fuera. Cuando vi que comenzó a frenar desaceleré el paso y recobré mi respiración.

Feliz Muerte MaferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora