Parte seis: Dos caras de la misma moneda

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Después de la muerte de Mateo me distancié totalmente de mi madre y mi hermano. Mi rutina era levantarme ir a clase,volver a casa, comer y encerrarme en mi cuarto a estudiar, pensar, escribir, o ver televisión,sólo salía de mi allí para cenar o ir al baño. Para lo único que abría la boca en casa, era para preguntar si había algo de comer y para avisar que iba a salir a dar un paseo. Empecé a pasar desapercibida, en casa ya nadie reparaba en mi, y gracias a eso y a la nueva medicación que tomaba mi madre para los cambios de humor, las palizas fueron cesando.Con mi hermano dejé de hablar totalmente.

Me encerré en mi mundo, convertí mi habitación en un fuerte, dónde cada noche antes de irme a dormir, me quedaba mirando a la nada durante horas, mientras imaginaba una vida perfecta lejos de toda esa mierda, lejos de mi madre y de mi hermano que no me entendían, lejos de esa ciudad que no era la mía. Imaginaba miles de vidas alternativas, en las que era feliz. No hubo una sola noche, que no me acostara  deseando despertar con 5 años, ver a mi abuela a mi lado y descubrir que todo había sido solo una pesadilla, pero eso nunca pasó, así que utilicé mi imaginación para escapar de la realidad y llevar una doble vida. Era un títere que al caer la noche cobraba vida, se liberaba de las cuerdas y salía a vivir aventuras y a explorar el mundo, o así me sentía.

Llegué a odiar tanto mi vida y a mi misma, que no soportaba ni mirarme al espejo. Intenté cortarme las venas en varias ocaciones, pero solo conseguí dejarme unas cuantas cicatrices, que me sirven para recordar de donde vengo.

Se me eriza la piel y siento náuseas cada vez que recuerdo esa versión de mi, que se sentía tan asustada y desconsolada, en un mundo en el que ya no quería estar y bucando una salida a su dolor y soledad en la muerte ,pero cuando salía de casa me convertía en una persona totalmente distinta, nadie se imaginaba todo lo que estaba sufriendo. En el instituto siempre estaba sonriendo y haciendo bromas, intentando caerle bien a la gente, todo eso para llenar mi vacío con amigos de plástico, personas a las que yo no les importaba, sólo estaban conmigo por conveniéncia, y para mi eso era suficiente.

Bueno no todo eran penas familiares, ahora contaré un poco sobre como me fué con los chicos.

Un día saliendo de clase conocí a un amigo de una amiga, le llamaré el chico D, me pidió el numero y empezamos a hablar. Estuvimos dos o tres días hablando por SMS y quedamos en vernos un viernes. Vino a buscarme al acabar las clases y me llevó a un parque, yo no dejaba de mirarlo, para mi era hermoso, alto, musculoso, con una sonrisa perfecta y una mirada que me dejaba sin respiración. Él era mucho mayor que yo, y como todos los adolecentes van a lo que van, no tardó mucho en robarme un beso, aun recuerdo con detalle como fué, él se acercó despacio y me acarició la mejilla, luego mirándome fijamente a los ojos, se acercó tanto a mi cara que podía sentir como su respiración entraba suavemente en mi boca entreabierta,posó sus labios sobre los míos y presionó,mordió un poco mi labio inferior y se alejó con una sonrisa triunfal. Así fué mi primer beso. Después paseamos un rato y me dejó en casa. No volvimos a quedar.

Después de el chico D, vinieron el chico M, el G, T, etc. Empezaba a salir con chicos, y al poco tiempo los dejaba, la verdad es que me aburrían, solo lo hacía porque era lo que hacían las otras chicas y parecía divertido. Aun era muy inmadura en ese sentido y en otros.

Mi primer encuentro sexual por llamarlo de alguna manera, fué un día que mi hermano organizó una fiesta,aprovechando que mi madre se había ido a Italia a trabajar por una temporada.

Durante la fiesta, mi hermano y sus amigos estaban fumando porros y bebiendo alcohol en el salón como adolecentes normales, mientras, yo miraba televisión en mi cuarto. Uno de los amigos de mi hermano entró en mi habitación por error, mientras buscaba el baño, los dos nos miramos un poco sorprendidos, y lo que pasó a continuación es un poco confuso, solo recuerdo a mi hermano quitándome a su amigo de encima, a sus amigos riendose, y a mi, gritando aterrorizada y pegándole de forma compulsiva a aquel chico. Aclararé que no me violó, pero esas eran sus intenciones.

En ese momento decidí irme a vivir a casa de una amiga por una temporada, y mi madre estuvo deacuerdo. Mi amiga tiene un hermano un año menor que yo,Dylan,del que me enamoré perdidamente,él  tiene el pelo y los ojos negros,una cara un poco alargada,la piel oscura y en ese entonces era mas bajito que yo. Lo que más me gustaba de él era la forma en que me hacía reir con sus payasadas. Lo único malo era que Dylan estaba enamorado de otra chica, pero aún así salimos durante un par de meses, que para mi fueron mágicos y me esforcé al máximo para que todo saliera bien, pero él los usó para poner celosa a la chica que realmente amaba y hacer que quiciera salir con él, que lo deseara, y cuando lo consiguió, me dejó. Sí, me utilizó, y sí, me rompió el corazón. Nunca antes había sufrido por amor,así que sentí que era el fin del mundo, no quería comer, no dormía, solo quería morirme. Todo esto lo sufrí en silencio, porque obvio,nadie sería capaz de entender como me sentía (sarcasmo). Al mes ya lo había superado, aúnque le seguía odiando. Todo ese supuesto odio desapareció, cuando un día,de repente, él me escribió diciendo que estaba arrependido y que me amaba. Todo mi amor resurgió de golpe con ese mensaje, le perdoné sin pensármelo y volví como una tonta, pero claro así somos todos cuando nos enamoramos, TONTOS.

No duramos ni un mes, cuando me dijo:

-Amor, me duele mucho decirte esto, pero no te amo, te pedí volver para saber que sentía por ti, y bueno... Eso.. Que no te amo.

Estúpida que fuí...

Cuando mi madre por fin regresó de Italia, volví a casa, y a la vez nunca volví, la chica que regresó, no era la misma que se había ido unos meses atrás. Ya no me sentía sola, ni indefensa, había descubierto a la persona la cual sería mi mejor compañía y amiga para el resto de mi vida, me había descubierto a mi, sentí romperse las cadenas que me ataban a mi madre, sentí unas incontrolables ansias de libertad, había abierto los ojos, había encontrado una salida, un puerta, me di cuenta que morir no era la solución, que no podía cambiar mi pasado, pero si mi futuro, ¿no sería esa la solución?, una niña de 10 años no piensa en irse de casa, no ve más allá, pero yo ya tenía 17, ya sabía lo que quería y que tenía que hacer para conseguirlo, y si me iba de casa nadie me extrañaría al fin y al cabo.

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