No lo Entiendo

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No lo entiendo. Son 47 minutos ya que llevo mirando mi reloj y sigo sin entenderlo. No hay forma de que se haya ido y después de todo este tiempo no haya vuelto aún. Es casi como si no quisiera volver, y después de todo lo que he hecho. No lo entiendo.

Puede que mi situación resulte extraña para alguien que la observe, pero tengo 64 años, estoy solo y no tengo mucha más compañía que mis tres pequeños pajaritos. Realmente no sé qué hacer ahora que uno de ellos escapa a mi vista. Nunca me lo habría podido imaginar.

Quizá algo hice mal.

Hoy me levanté en la mañana y lo primero que hice fue darles de comer, como lo hago todas las mañanas. Un plato con agua y otro con semillas, así es como siempre ha sido. Limpié la jaula, los acaricié, escuché atentamente su hermoso canto por un rato y volví a hacer mis cosas.

No es que tuviera mucho que hacer realmente. De hecho hace ya un tiempo que no salgo de casa. Tampoco es que sea un problema, algo de dinero tengo y en los tiempos que corren una televisión para distraerme y un teléfono para pedir comida y realmente no es necesario salir de aquí.

Así que subí y puse una película y me quedé dormido. No fue demasiado tiempo, algunos minutos. Con los años cada vez se me hace más difícil mantenerme despierto, sobre todo con las películas. Incluso cuando son buenas.

Al despertar sentí algo de hambre. Tomé mi teléfono, uno de estos modernos que hacen de todo, y pedí comida. Normalmente no tendría teléfono, me bastaría uno fijo, pero mi hermano menor insistió muchísimo en un momento. Yo al contrario de él no formé una familia. No porque no haya querido, creo que simplemente la situación no se dio. Como ya con los años he tenido uno que otro problema de salud me lo regaló para poder, como él dijo, "llamar a la ambulancia cuando me rompa la cadera".

Bueno, como sea. Tomé mi teléfono y pedí una pizza. Algunos dicen que se vuelven aburridas después de un tiempo, pero ya casi me gusta como se ven las cajas apiladas. Es bonito construir cosas, aunque sea una torre de cartón. Además saben bien.

Mientras esperaba la pizza me puse a ver nuevamente la película. Tuve que retrocederla un poco porque no puse atención en una parte. Odio cuando pasa eso. No tuvo mucho sentido de cualquier manera, la verdad es que la película iba de mal en peor. Ese es el problema de gastar tiempo en una película desconocida. Es mucho más probable que no sea buena. Pueden fallar los actores, el guión, el director, la edición, todo. Son pocos los casos en que realmente todo funciona como debe. Arrepentimiento quizá es sinónimo de conocer.

Se me ocurrió entonces ir a ver a mis pajaritos. No es que esté con ellos todo el día, de hecho no los tengo en mi habitación, eso sería demasiado. Fui hacia la jaula y ya casi no quedaban semillas y el agua se había acabado. Rellené los platos y me dieron ganas de jugar con uno de ellos.

No sé si debería decirlo pero tengo un favorito. Los tres son parecidos, pero yo los distingo a la perfección. Sobre todo por su personalidad. Mi favorito es el mayor, es el más dócil. Desde que lo traje nunca me ha dado problemas, al contrario de los otros. No quiero que se malinterprete, los tres se comportan bien en general. Es sólo que a veces son insistentes con la comida o hacen mucho ruido en la noche.

Tomé a mi pajarito preferido con mucho cuidado, son pequeños y frágiles, y lo llevé conmigo a la pieza para que me acompañara unos minutos. Cerré bien la jaula, lo tomé y subí las escaleras.

Casi parecía como si estuviera asustado, fue extraño ahora que lo pienso. Muchas veces lo he llevado a mi pieza, cada algunos días de hecho, pero parecía como si hubiera algo diferente. Aunque quizá no tenga sentido pensarlo.

Lo solté en la pieza y con mucho cuidado y delicadamente lo acaricié. Lo acaricié muchas veces, lo abracé y lo besé. Yo sé que todo esto puede sonar extraño, insisto, pero bueno. Es cierto lo que dicen que en ocasiones la soledad hace que partes nuestras que normalmente no saldrían a la luz lo hagan.

Pasé mis dedos sobre todo su cuerpo, siempre con mucha delicadeza. Después jugué unos minutos con él. Le encantan los juegos, siempre canta de una forma distinta a la usual mientras jugamos.

Estábamos en eso y en un momento suena el timbre. El repartidor. Se me ocurrió que quizá podría darle algo distinto a las semillas para comer, además no quise hacer esperar al repartidor. Volver a meterlo en la jaula toma algo de tiempo porque los otros se inquietan. Así que lo dejé en la pieza. Le dije que se quedara tranquilo y bajé. Le pagué al repartidor, con un 10 por ciento de propina añadido, lo que creo que es más que justo y llevé la pizza a la cocina. Puse un pedazo en un plato, me serví un vaso de agua y volví a subir.

Yo la verdad no sentí nada y estoy seguro de haber cerrado la ventana, pero llegué arriba y pocas veces en mi vida había tenido una sorpresa así. La ventana estaba abierta y mi pajarito no estaba.

Yo siempre les decía, con alguna esperanza de que me entendieran, que no se desesperaran si terminaban fuera y que con calma podrían siempre llegar de vuelta. A su casa, con su dueño que los quiere.

Me senté entonces al lado de la ventana. Tendría que llegar. Es simplemente imposible que no aprecien en lo más mínimo los cuidados y cariños que tengo con ellos. Es imposible que no aprecien el techo que les proveo y la comida que les doy. Imposible.

Estoy paseando mi dedo índice sobre el bisel del reloj. Ya va una hora y media desde que subí y me encontré con que mi pajarito no está. Afuera veo estacionarse unas patrullas de policía con las sirenas encendidas. Quizá lo encontraron y lo vienen a dejar. Voy a bajar a recibirlos. Pero antes de eso voy a tener que pasar por la jaula, los otros pajaritos al escuchar la sirena no han parado de gritar.

Noches de Insomnio I: Cuentos Cortos de TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora