Hay Alguien

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Era tarde en la noche. Recién había entrado a la casa. Una casa grande, de dos pisos y con una bonita sala de estar en el primero. Tenía un pasillo notablemente largo, que conectaba esta sala con la cocina al otro extremo de la casa. En la fría oscuridad de la noche, sobre todo una acá arriba en las montañas, el pasillo casi cobra personalidad. Una personalidad esquiva, dudosa, intrigante. Una que te hace pensar dos veces en atravesarlo.

No sé si es por eso, pero decidí quedarme un rato en la sala viendo televisión. No quería despertar a nadie así que puse el volumen bien bajo. Admiré la preciosa mesa de pool y el bar de madera hecho a medida, y me senté en uno de los taburetes al lado de éste.

No estaban dando nada particularmente interesante. Las típicas películas de siempre. Nada que el aburrimiento no haya logrado ya que las viera.

La puerta que daba al patio era una corredera, con pequeñas ventanas cuadradas de vidrio dispuestas como si fueran bloques uno encima del otro y con un precioso marco de madera. A través de estos vidrios podía ver el precioso jardín en toda su extensión, ayudado en esto por la también preciosa luna casi llena que bañaba las verdes hebras de ese alfombrado césped.

Los árboles frutales eran particularmente llamativos. Había un ciruelo y un manzano y un duraznero. Al otro lado, algunas plantas de tomates y otras cosas que no alcancé a diferenciar, todo protegido detrás de una pequeña reja. Probablemente por los conejos. Les encantan las raíces y los frutos.

Noté en ese momento que la puerta estaba sin llave. Una brisa helada me alertó ya que entraba por la pequeña abertura que quedaba. No estaba abierta, pero estaba sin asegurar. La llave estaba puesta encima y la corredera estaba destrabada. Me llamó la atención, pero no le di muchas vueltas. Simplemente la cerré.

Hecho eso me senté nuevamente a ver la televisión y habiendo fallado en mi intento de encontrar una película interesante me puse a ver las noticias. Curiosamente la noticia en la televisión había ocurrido cerca. Era extraño que saliera también, esta casa está cerca de un pequeño pueblo sin siquiera una estación de noticias locales. La noticia aparecía en un canal nacional.

Resulta que a una persona la echaron del trabajo y por alguna razón se desquició. Encontraron a su esposa muerta en la casa y él desaparecido. No tiene mucho sentido contar los detalles, pero basta con decir que mostraban fotos de su rostro y había un número para que cualquiera que supiera algo pudiera transmitir la información.

Me reí un poco. Se parecía un tanto a un cuento de terror que me gustaba de pequeño. Ese era bastante más exagerado, pero guardando las proporciones era similar.

Después comenzaron las noticias de deportes, algo de actualidad y finalmente el clima. Iba a llover mañana. Me gusta la lluvia. Así que me puso un tanto contento. Nunca he entendido a la gente que no le gusta. No hay nada mejor que pasear bajo la lluvia o incluso quedarse en casa con un café viendo una buena película o leyendo un libro.

En ese momento vi que desde la cocina venía una luz. No de la cocina misma, sino que de una luz en el garaje contiguo que se activaba con el movimiento. Ya mencioné que el pasillo se ve algo tenebroso en la noche, pero me vi obligado a ir a ver qué ocurría.

Obviamente la historia resonaba en mi cabeza. Me sentí como de 10 años nuevamente, asustado por algo que vi en las noticias. Casi me sentí como cuando un primo mayor me contó esa historia de terror similar al pie de una fogata en una de mis vacaciones de joven en el campo.

Abrí la puerta, que tenía las llaves puestas pero estaba cerrada, y me asomé hacia afuera. En eso veo que detrás del basurero se levantan dos orejas negras. Y detrás de ellas una cola moviéndose de lado a lado. Era un perro, me imagino que del vecino. Se acercó, lo acaricié y le di un pedazo de jamón que había sobre el mesón y me volví a entrar.

Es ese el momento en el que sentí un ruido. Pero un ruido bastante distinto. La casa es de madera, pero toda mi vida he vivido en casas de madera y hay ruidos que son naturales en la noche. La madera se hincha y se deshincha dependiendo de si hace calor o frío. Pero este ruido no era de esos. Era un ruido más seco, más como de algo moviéndose.

Debo admitir que en ese momento sí me asusté un poco, y sí, todo porque recordé las noticias. ¿Qué haría si un desquiciado aparece por aquí? No tengo experiencia con armas y no soy particularmente conocedor en las artes de pelea. De cualquier manera, y quizá pecando algo de paranoico, tomé un cuchillo que había en la cocina. Uno de estos gruesos cuchillos japoneses, casi como de carnicero. Tenía un filo realmente impresionante.

Lo tomo, me armé de valor y subí buscando la fuente del ruido. El segundo piso tenía una sala de estar y una serie de cuartos hacia uno de los lados. Todo estaba oscuro, y el ruido venía de la habitación que estaba más allá.

Me saqué los zapatos para no hacer ruido. Mi yo paranoico decía que para no alertar al potencial ladrón o desquiciado, pero mi yo más razonable simplemente para no despertar a quienes dormían y hacer el ridículo con cuchillo en mano.

Cada paso fue acompañado por un suspiro. Siempre que atravieso pasillos oscuros siento que tengo a alguien atrás. Es como si mis instintos me pidieran a gritos que me diera vuelta porque hay algo. No sé que, simplemente algo que me quiere hacer daño. Resistí la tentación y haciendo la menor cantidad de ruido me asomé por la puerta.

Había alguien.

Ahora era una certeza. Había una persona. Estaba moviendo cosas en el closet, buscando algo de valor o qué se yo. Me acerqué de la forma más sigilosa que pude y dispuesto a todo. Simplemente no iba a permitir que me hicieran esto. Mi respiración galopando. Mi corazón latiendo a altura del cuello. Mi garganta reseca. Mi frente mojada.

Me seguí acercando y la persona, que estaba justo detrás de la puerta del closet en ese momento, sorpresivamente la cierra y me ve. Era un hombre de mediana edad. No alcancé con la adrenalina del momento a distinguir mucho más de sus rasgos, pero sí sé que empezó a forcejear conmigo. Gritó algo, pero nuevamente el frenesí y la sorpresa no me permitieron distinguir qué trataba de decir. Él trataba de tomar desesperadamente mi mano para que no hiciera uso del cuchillo, pero con un giro de muñeca logre herirlo en el antebrazo y habiendo liberado mi movimiento me abalancé sobre él y lo apuñalé varias veces en el estómago. No me enorgullezco de ello, pero hice lo que tenía que hacer.

Fue impactante ver toda mi ropa con sangre. Fijándome bien de hecho, parte de esa sangre era la que me había salpicado y parte se veía de un color distinto. Pensé que era mía, pero no. Resulta que estaba seca. Fue entonces cuando de la pieza contigua aparece una niña en pijamas, que con los ojos tan abiertos como era humanamente posible y viéndome se pone a gritar.

Lo que me impactó no fue la mirada de la niña al verme o el que gritara "papá" al ver al hombre en el suelo, sino que el hecho de darme cuenta de que yo no la conocía. Me impactó casi tanto como perder mi trabajo más temprano.

Noches de Insomnio I: Cuentos Cortos de TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora