Anuncio de nuestra sentencia de muerte

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Fernanda.
Era un día normal, el reloj marcaba las 6:30 de la mañana y ya iba camino para la escuela. Tenía tanto sueño y con lo distraída que soy, me pasé la calle cuando los autos aún pasaban, desperté de mi ensoñamiento cuando una camioneta roja pasó a unos centímetros de mí, y comenzó a mentarme la madre. Gran manera de empezar el día. Al llegar a la escuela, no tenía ni puta idea que materia me tocaba, ni siquiera el salón, me dirigía hacia el edifico E, sin estar muy segura del todo, subí hasta el tercer piso casi arrastrándome, me dirigí al salon E304, pero al llegar ahí y abrir la puerta, interrumpí una clase que no era la mía, al cerrar la puerta, me reí de mi misma, me asomé a los dos salones continuos y al encontrar caras conocidas, me di cuenta que en realidad era en el salón E302.
Tomé asiento en mi lugar de siempre, a lado de el escritorio del profesor. Mis amigos ya estaban allí, los saludé y me metí en mi mundo, después de unos minutos, escuché a mis amigos hablar y comencé a prestar atención otra vez.
-¿Oyeron que hoy van a dar un anuncio muy importante?
Fruncí el ceño en mi clásica expresión de curiosidad.
-¿Sobre qué?
Algunos se encogieron de hombros y con esa nueva incógnita en mi mente, le comencé a dar vueltas al tema sin prestar la mínima atención a la clase. Repentinamente mi pensamiento fue interrumpido por mi amigo Alan que estaba a un lado de mí
-¡Fernanda!, Te estoy hablando
-¿Que?, ¿Que?, ¿Que?....¿Que pasó?
-te estoy diciendo si me prestas tu corrector
Yo rápidamente agarro el corrector a un lado de mi carpeta abierta y junto algunas plumas, y se lo doy a Alan.
-Gracias.

Alan.
¿Que onda con Fernanda?, Esta algo ida de la clase, pero si no presta la más mínima atención, ¿como es que siempre saca buenas calificaciones?, Bah, que más da...aún que no la culpo tanto, a mi no me gusta el suspenso y yo al igual que ella, estoy tratando de pensar que es lo tan importante que nos dirán. Lo que sé es que es un aviso bastante importante, puesto que incluso en las noticias habían mencionado eso, pero no entiendo porque aún no dicen la noticia, de todas formas debe de ser algo de un simulacro o algo así, puesto que después del último temblor todos estan muy asustados...yo que sé....

Fernanda.
Habíamos decidido ir al parque mientras daban el tan importante anuncio, sí, quería saber y todo eso, pero pensándolo mejor, si era tan importante, le preguntaría después a mis papás seguro ellos se enterarían igual. Ya que el anuncio iba a ser en la última hora, ya no íbamos a regresar a la escuela, nos hicimos pendejos unas horas y cuando ya se estaba oscureciendo, decidimos ir a la casa de alguien a hacernos más pendejos.

-¿Qué pedo? ¿A la casa de quién nos vamos a ir?
-A la de ese puñetas -Dijo Alan señalando a Manuel
-Aahh, va.
-Sisi, ahuevo.
-Bueno va, tengo la casa sola, bueno y mis gatos.

Estábamos yendo hacia la casa de Manuel, y mientras más nos acercábamos, el ambiente se sentía y estaba muy raro, comencé a mirar a mi alrededor con atención, varios negocios que deberían de estar abiertos, no lo estaban y otros estaban cerrando.
¡Incluso Starbucks estaba cerrado!
Estaba segura que los demás se habían dado cuenta porque todos habían guardado silencio, hasta que...

-¿Por qué corres como Naruto?

¿Qué pedo?

Regresé la vista y ví a Manuel cruzando la calle corriendo como Naruto.
Me uní a las risas de los demás y se nos olvidó por completo lo raro del ambiente.
Llegamos a la casa de Manuel, todo estaba muy callado pero había algo muy raro el cual ninguno de nosotros podiamos ignorar. La ventana del cuarto de Manuel estaba rota y todos nos alarmamos y no sabíamos si sea quien haya roto la ventana estaba aún adentro o no, por lo que al momento todos (menos Pablo) decidimos entrar a la casa por curiosidad y Manuel al ser el dueño de la casa, entró preocupado por sus cosas.
Entramos a la casa con pasos cautelosos, Manuel, Diego y Alan habían tomado "armas" improvisadas, un jarrón, un palo de escoba, cosas así. Pablo se había quedado llamando a la policía. Manuel observó que todo lo valioso estuviera en su lugar, subimos al primer piso, todo normal.
Llegamos al segundo, donde Manuel nos había dicho que estaba el cuarto de sus papás, al entrar y encender la luz, lo primero en lo que todos se fijaron fue en la cama, con una colcha color vainilla y tres manchas de lo que parecía sangre seca, con algunos bultos debajo de ella.

Been to hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora