Abriendo camino

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Después de que se llevarán a Luisa y a Pamela tenían que ir por ellas, pero no podían ir si Manuel seguía herido y no tenían armas, así que se propusieron primero curar a Manuel para después conseguir armas más útiles que las que tenían.
Diego y Fernanda ayudaron a Manuel a subir al departamento de Pamela, y una vez todos dentro cerraron la puerta.
El departamento estaba muy desordenado, pues habían saqueado todos los departamentos. Ximena y Alan empezaron a ordenar un poco el departamento (para que así todos estén un poco más cómodos). Ximena recogiendo algo de basura y cristales rotos encontró una nota, la agarró y la leyó.
-¡Oigan!, ¡Miren lo que encontré!. Dijo Ximena
Todos se pusieron de pie, y fueron a ver lo que Ximena había encontrado.
Era una nota escrita por Luisa, el cual decía:
ESTAN SAQUEANDO LOS DEPARTAMENTO LAS ARMAS ESTÁN ESCONDIDAS EN LA AZOTEA DEL EDIFICIO BUSQUEN JUNTO A LOS TINACOS
Todos terminaron de leer la nota y Diego dijo:
—si quieren voy a buscar las armas, pero también que me acompañe alguien
—¡Yo voy contigo! Dijo Zazil
—vale, cualquier cosa que ocurra nos avisan. Dijo Diego para después salir del departamento, y subir para buscar las armas.
—¿Quién va a curar a Manuel? Preguntó Fernanda
—pues Ximena y yo estamos ordenando un poco el departamento. Respondió Alan.
—¿No quieres curarlo tu? Preguntó Ximena a Fernanda
—ehhhhh Pues si. Dijo Fernanda
—¡No mames!, ¡Tu no!...ehhh ¡Ximena!, ¡Que me cure Ximena! Dijo Manuel temeroso de que le duela mucho
—yo estoy ayudando a Alan. Respondió Ximena
—ya wey, no te va a pasar nada. Dijo Fernanda harta del drama que estaba haciendo Manuel.
—¡Prometelo! Dijo Manuel
Fernanda volteó lo ojos y dijo:
—lo prometo
—okay, pues haz lo que tengas que hacer. Dijo Manuel
Fernanda abrió el alcohol, y estaba apunto de echarla en la herida de Manuel hasta que llegaron Diego y Zazil.
—¡Las encontramos! Dijo Diego con alegría
—¡a ver las armas! Dijo Fernanda.
—toma. Dijo Diego mientras le daba una bolsa con las armas que había dejado Luisa.
—¿Que hacen? Preguntó Zazil a Alan y a Ximena
—ahh, estamos ordenando lo que podamos, al menos para estar algo cómodos aquí. Respondió Ximena
—¿Y tu Fernanda?, ¿Que estabas haciendo?
—yo iba a curar a Manuel, estaba apunto de echarle el alcohol, cuando llegaron
—si quieres yo lo curo
—no, no, no, no, no, no yo lo quiero curar
—¡No mames!, ¡Mejor Zazil! Dijo Manuel aún asustado
—wey, ya te dije que no te va a pasar nada Dijo Fernanda
—sea quien sea que lo vaya hacer, que lo haga rápido, no queremos que se le infecte. Dijo Diego
—okay, okay, entonces lo hago yo. Dijo Fernanda
—¡Pero con cuidado!, Enserio Fernanda. Dijo Manuel
—¡Chinga!, ¡Ya deja de chillar!
Manuel se preparó para aguantar el dolor, tomó un conjín que estaba tirado a su lado y lo puso en su boca mordiendo, por lo menos quería mantener su dignidad y que no lo oyeran gritar de dolor, otra vez.
Fernanda primero se echó alcohol en las manos lo había visto en varias películas, así que supuso estaba bien, después encurvo una de sus manos y vació un poco de alcohol ahí, sin pensarlo mucho más, vertió el líquido en la herida de Manuel, quien se retorció como gusano con sal. Fernanda rodó los ojos y con todas las fuerzas que tuvo trató de mantener quieta la pierna de Manuel, tomó una de las gasas que había tomado para curar a Manuel y comenzó a limpiar la herida y sus bordes, Manuel no dejaba de moverse y Fernanda al hartarse le dió un manotazo en la espalda.
—¡Ya, wey!
Fernanda se levantó y se dirigió a su mochila, buscando algo. Manuel se sacó la almohada de la boca y se enderezó un poco, todavía le dolía su pierna.
—¿Ya terminaste?
—No.
Fue todo lo que Fernanda dijo, sacó un encendedor de su mochila y se dirigió a la cocina pero antes de eso tomó el alcohol.
"Me preguntó si hay gas..." Abrió unas de las perillas del gas y acercó su encendedor prendiendolo, al instante se formó una llama en la estufa, ya había desinfectado el cuchillo, lo acercó al fuego y esperó un poco, sabía que no tenía que ponerse ni rojo ni blanco así que le bajó un poco a la llama.
—¡ALAN! ¿Puedes venir un momento?
Alan se dirigió a la cocina dejando sola a Ximena, cuando entró y vió a Fernanda calentando el cuchillo, se dió una idea de lo que quería hacer.
—¿Qué pedo? ¿Vas a quemar a Manuel?
—Pueees, sí.
—¡Pendeja! Si no sabes hacerlo.
—Cállate, he visto y leído muchas cosas como para saber cómo hacerlo, o por lo menos darme una idea.
—¿Que no le podemos poner una venda y ya?
—No mames, va a ser una carga, no va a poder correr y si no le conseguimos una muleta uno de nosotros tendrá que serlo.
—Bueno, está bien, ya. ¿Para qué me querías en un principio?
—Traje unas cervezas, están en mi mochila.
—¿Y qué? ¿Nos vamos a empedar?
—No, wey, dale una a Manuel, y que se la tomé de a madrazo.
Alan entendiendo para que servía eso, obedeció y le llevó una cerveza a Manuel, que la vió como si fuera algo de otro mundo.
—¿Qué pedo? ¿La cerveza para quién?
—Para ti, pendejo, y mejor que te la tomes de a madrazo.
Manuel miró a Alan como si fuera un alien. Un Alan Alien.
Tomó la cerveza y la miró como pendejo.
—¿Qué está haciendo Fernanda allá dentro, wey? Preguntó Manuel.
Alan puso una mano en su brazo y dijo:
—Mejor que no sepas, ahora tómate esa madre.
Manuel siguió mirando la cerveza, acercó la lata su boca y se la tomó como si de jugo se tratase.
Fernanda pensó que el cuchillo ya estaba lo suficientemente caliente, estaba saliendo de la cocina y le gritó a Alan.
—Wey, tapale los ojos y que vuelva a morder la almohada.
Alan volvió a obedecer, Manuel comenzó a retorcerse otra vez, ahora tenía miedo.
Fernanda echó un poco más de alcohol en la herida de Manuel, tratando de insesibilizarlo lo máximo posible.
Sopló un poco el cuchillo y lo acercó a la herida de Manuel, presionando unos cuantos segundos.
Aún atraves de la almohada se escucharon los gritos de Manuel, que llamaron la atención de los demás que estaban alrededor.
No podía aguantar el dolor, por lo que en menos de un minuto una lágrima comenzó a salir de los ojos cerrados de Manuel.
—¡Ya casi termino!, ¡Aguanta un poco más, Manuel! Le dijo Fernanda mientras seguia tratando la herida lo más que puede para que al menos Manuel este en condiciones para poder caminar sin problemas.
Manuel no aguantaba, sentía que se iba a desmayar, pero justo cuando estaba apunto de llegar al límite de su dolor Fernanda paró.
Manuel a pasar de que Fernanda parase, Manuel seguía sintiendo mucho dolor, y Manuel seguía gritando sin parar ni un solo segundo. Todos miraban a Manuel, Alan y Fernanda que eran lo que estaban cerca de el, intentaban calmarlo o hacer algo para calmar su dolor.
Fernanda rápidamente fue por más cervezas a su mochila y abrió una, rápidamente se la llevó a Manuel y El rápidamente no dudó en tomarle a la cerveza lo más rápido que pudiera, pero eso no hizo gran cosa con su dolor, por lo que comenzó a llorar y a gritar
—¡No mames! ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! Gritaba mientras quería agarrarse la herida. Alan ahora agarró los brazos de Manuel para que no quisiera tocarse la herida, pero Manuel era muy fuerte y tuvo que intervenir Fernanda, pero Manuel de igual manera tenía mucha fuerza, así que también intervino Diego.
Una vez que los tres pudieron dejar su brazos inmóviles, Manuel comenzó a patear a todos con tal de poder hacer algo para calmar su dolor.
—¡Manuel! ¡Ya no mames! Gritó Fernanda
—¡Wey! ¡Deja de querer golpearnos!, ¡Es para que ya estés bien! De igual manera gritando le dijo Alan
—¡Ximena y Zazil, agarren las piernas de Manuel! Gritó Diego
Rápidamente Zazil y Ximena fueron a intentar agarrar las piernas de Manuel, pero este igual tenía mucha fuerza en las piernas y eso iba a ser una tarea nada fácil. Al querer inmovilizar las piernas de Manuel, este comenzó a patear, y en uno de eso movimientos bruscos Manuel pateó a Zazil en la cara, y Zazil al ser pateada con tal fuerza, se cayó. Ximena rápidamente al ver dicho acto fue ayudar a Zazil
—¿Estás bien? Le preguntó Ximena
Zazil apoyó sus brazos para levantar la cara del suelo, y empezó a tocar el área donde sentía dolor, para después ver si no tenía sangre.
—si, si, solo fue el golpe. Respondió Zazil mientras Ximena le ayudaba a levantarse
—¡¿Que haces?!, ¡pinche Manuel! Dijo Ximena algo molesta
Manuel dejo de poner fuerza ya que se había cansado, y Alan, Fernanda y Diego aún agarrando los brazos de Manuel por si intentaba hacer algo, se miraron entre sí mientras estaban sudando y recuperándo el aliento, al igual que Manuel, solo que Manuel tenía los ojos cerrados.
Diego fué el primero en recuperar el aliento y dijo
—pinche Manuel, ya se nota que vas al gym
Alan y Fernanda se empezaron a reír, pero no tanto ya que seguían recuperándo el aliento.
—¿Ya estás mejor, cabrón? Dijo Fernanda
—ahora el que necesita cerveza soy yo. Dijo Alan
Al ver que Manuel después de un tiempo no intentó hacer nada, Alan Fernanda y Diego soltaron los brazos de Manuel, y se sentaron en el suelo.
—¿Y que armas consiguió Luisa? Preguntó Alan
—pues pistolas. Respondió Diego
—¿Cuáles?
—no sé de pistolas, es como una ametralladora chiquita y pistolas normales
—¿Ametralladora chiquita?, ¿Pistolas normales?
—¿Dónde están las armas? Preguntó Fernanda
—ahí, en esa bolsa junto a la puerta
Fernanda se levanta, agarra y abre la bolsa y la lleva a donde está Alan sentado
—estas son. Dijo Fernanda mientras enseñaba la pistola a Alan
—¡ahhh ya!, Yo creo que nos van a ser muy útiles
En la bolsa había 3 armas M9 y una Uzi, junto con 5 granadas de humo y muchas municiones para las armas.
—a ver. Dijo Ximena, y Alan le mostró la bolsa
—¡ahhh no mames!, ¡Que chido! Dijo Ximena
—pinche Luisa wey, ¿Viste que chingona es? Dijo Fernanda
—no mames, si se rifó dijo Alan
—va, pues ya hay que ir por ellas. Dijo Diego
—Manuel todavía no se recupera. Respondió Fernanda
—¿En cuanto tiempo más o menos se recuperará? Preguntó Zazil
—dejen que pase 10 minutos más
—vale, mientras voy a buscar una máscara. Dijo Alan
—¿Para que? Preguntó Diego
—es la purga, y me encantan las máscaras, me dan muchas ganas de usar una, aparte muchas personas las están usando, y para verse más intimidante
—No mames wey, te va a estorbar. Dijo Fernanda
—no hay pedo, yo quiero mi mascara
Alan fué a buscar una máscara a la recámara de Pamela.
—Bueno, pues también hay que buscar cosas para mejorar nuestras armas por si se nos acaban las municiones. Dijo Fernanda
—buena idea, busquen más cosas. Dijo Diego
—pero ya no hay nada, todo lo útil ya lo usamos
—wey, el squad no está en el departamento de abajo, puede que tengan más cosas. Dijo Ximena
—Ahhhhh ahre, ahre. Dijo Fernanda
—va, yo voy. Dijo Diego
—yo voy contigo. dijo Fernanda
—va, entonces mientras busquen cualquier cosa. Dijo Diego
Zazil y Ximena empezaron a buscar cosas que puedan ser útiles para hacer armas o mejorar las que ya tienen.
Diego y Fernanda están bajando las escaleras y encuentran la puerta abierta del departamento donde estaba el squad, y se pude ver que todo el departamento está hecho un desorden total, a Diego y a Fernanda no les extrañó que estuviera así, ya que el departamento estaba igual porque todos los departamentos habían sido saqueados, pero a pesar de que el departamento era un desorden, junto a la ventana había un sofá con un celular, el cual Fernanda y Diego notaron al estar buscando cosas para sus armas.
—¡Diego!, Mira un celular
—no mames, ¿Enserio?
—si, mira, ahí está....en el sofá
Diego cómo puede empieza a pasar entre el desastre del departamento y toma el celular, para después verlo detalladamente.
—creo que es de Francia. Dijo Diego
—a ver
Diego le lanza a Fernanda el celular y comienza a caminar de vuelta a donde estaba antes de ir por el celular
—si, es de Francia, y tiene un putero de mensajes del novio de Mafer. Dijo Fernanda a la vez que estaba leyendo los mensajes desde en la pantalla de bloqueo.
—¿Diego?
—si, el que se llama igual que tú
—¿Y que dicen?
—¡No mames! Grita Fernanda
—¡¿Que?! Pregunta Diego con mucha frustración de que Fernanda no le decía nada
—el squad va a la escuela, el novio de Mafer está ahí y creo que el mandó a que el squad saqueara y secuestrara gente
—¡No mames! ¡¿Para que?!
—yo que sé, no dice
—¿Crees que estén haciendo como una clase de ejército?. Preguntó Diego
—no lo sé, pero entonces hay que preparanos muy bien para otra muy dura batalla.
—si, entonces busca algo útil entre todo este desmadre. Dijo Diego y ambos empezaron a buscar.
Fernanda encontró 3 bombas Molotov y Diego encontró unas tronadoras.
—¡A la verga! A ver esas madres dijo Fernanda extendiendole una mano a a Diego para ver las tronadoras.
Cuando las tuvo en sus manos, acomodó la cuerda entre su dedo medio y movió la mano de arriba para abajo, haciendo que las esferas chocaran.
—Me encantan estas cosas, wey
—Si, si, ya apúrate, ¿qué más encontraste?
—Tres bombas Molotov, y... un chicle, ¿quieres?
Diego se dió una palmada en la frente y suspiró.
—Bueno, está bien.
—Ten, es de tutti frutti. Dijo Fernanda mientras le pasaba el chicle y ella hacía una bombita con su chicle.
Era de esos chicles de a metro que vienen en rueda.
Fernanda tomó su mochila y cuando Diego le regresó el chicle, lo metió allí igual.
Siguió buscando por todo el departamento, abrió una puerta y se encontró con una oficina, había un pequeño escritorio en el centro de la habitación, una alfombra verde mohosa que podría adivinar no habían lavado en un tiempo y seguro el verde no era su color original, en las paredes había cuadros y algunas máscaras prehispánicas, Fernanda miró con atención estás últimas, tal vez podría encontrar una para Alan, miró las máscaras y trató de sacar su lado Alan para saber cuál le gustaría más, al final, tomó la que le pareció más chingona, no cabía ya en su mochila así que la llevó en la mano y la puso detrás de ella, para que Alan no la viera en un primer momento, era una sorpresa en resumidas cuentas.
Regresó a la sala, donde había estado por última vez con Diego.
—¿Qué pedo? ¿Qué traes atrás de ti?
Fernanda le hizo una seña de espérate, se dió la vuelta, se puso la máscara y rápidamente dió la vuelta, mostrandosela a Diego mientras hacía una especie de gruñido "grrrr, grrrr".
Diego solo la miró con cara de pocos amigos.
—Pinche amargado. Volvió a poner la máscara detrás de ella y salieron del departamento, al subir las escaleras se encontraron con los demás viendo sus armas y hablando.
—SHA SHEGUEEEEE.
Alan y Ximena se rieron, los demás al igual que Diego son unos amargados, bueno y Manuel estaba durmiendo (tal vez desmayado) sobre el sofá.
—Wey, te tengo una sorpresa. Dijo Fernanda acercándose a Alan.
—Cierra los ojos a la verga.
Alan cerró los ojos tratando con todas sus fuerzas de no abrirlos. Fernanda le puso la máscara en las manos y Alan frunció el ceño.
—¿Qué pedo? ¿Qué es esto?
—Ya puedes abrir los ojos, wey.
Alan al abrir los ojos y mirar la máscara que estaba en sus manos, sólo pudo decir una cosa.
—¡Ah no ma!
Alan se dirigió al espejo más cercano para poder apreciar su máscara de jaguar prehispánico mientras hacia sonidos iguales a los que hizo Fernanda: "grrrr, grrrrrr"
—Bueno, ¿y qué más encontraron? Preguntó Zazil
—Bueno, yo encontré tres bombas Molotov.
—Y yo traje pastillas para el dolor y más comida.
—¡También trajiste unas de esas madres que hacen "chaka chaka"!
—¿Qué es eso? Preguntó Ximena.
—No le hagan caso a esta pendeja. Se llaman tronadores. Dijo Diego sacando los tronadores.
—¡A no ma!, ¡A ver! Dijo Zazil.
Zazil las tomó y comenzó a jugar
—No te vayas a dar un puntazo, eh Zazil. Dijo Manuel despertando por tanto ruido y gente.
Zazil dejó de jugar y se las entregó a Diego, quién las guardo en su mochila.
—Bueno, Manuel, ya párate es hora de irnos a buscar a Luisa y a Pamela. Esta vez habló Diego.
—No mames, pendejo, me duele todavía la pierna, siento aún que algo me quema, aparte no sabemos a donde se las llevaron las del squad.
—Pues ahora sí sabemos. Dijo Fernanda sacando el celular de Francia de uno de sus bolsillos, a lo que varios de sorprendieron.
—¡A la verga! ¿De dónde sacaron el celular del cabashito? Preguntó Alan, haciendo referencia a Francia, la cual estaban de acuerdo en que tenía cara de caballo, y de ahí su sobre nombre "cabashito"
—La pendeja lo dejó en el departamento y Diego lo encontró. Le respondió Fernanda.
—¿Y por qué dices que ya saben dónde llevaron a Luisa y a Pame? Preguntó Zazil.
—Le enviaron un mensaje, diciéndoles que fueran a la escuela, que estaban esperando con ansias la nueva "mercancía".
Al oír aquella última palabra, todos se enojaron, no iban a permitir que les llamarán así a sus amigas, y para recuperarlas, si era necesario, tendrían que matar a más personas.
Se miraron entre todos e hicieron un acuerdo silencioso: irían por sus amigas en ese mismo instante.
Se pusieron en marcha al momento, incluso Manuel se levantó del sillón, le dolía un poco la pierna, aún tenía la sensación fantasma del cuchillo quemandole la piel, pero era soportable.
Todos buscaron sus propias mochilas y revisaron que tenían dentro, tomaron cosas del departamento, algunas de las que tomaron Fernanda y Diego cuando fueron a inspeccionar el departamento de Daniela, cosas útiles.
Al estar seguros de que llevaban todo lo que querían, se reunieron otra vez en la sala, y miraron la bolsa de armas que Luisa les había dejado.
—¿Quién se va a llevar esa madre? Preguntó Fernanda señalando la bolsa, todos se encogieron de hombros, y Fernanda suspiró resignada.
—¿Qué tal que los que alcancen escogen una arma y cargas sus propias municiones? Para no cargar a una sola persona con todo.
Todos parecieron estar de acuerdo con la solución de Diego.
—Yo me quedó con mi bate. Dijo Fernanda palmeando la base de su bate que de alguna forma había conseguido atarlo a su cintura, como si una "espada" se tratase.
—Vale, una menos.
—Yo quiero una arma. Dijo Zazil
—Y yo. Dijo Diego
—Yo también. Dijo Alan.
Nadie discutió sus decisiones, los demás (Manuel y Ximena) estaban bien con sus armas, Manuel con un tuvo de cañería qué bien podría romper un hueso de un buen madrazo, y Ximena con su lanza (un palo de escoba con un cuchillo en una punta) aparte de que Fernanda le había dado otro cuchillo por si necesitaba defenderse de cerca.
—¿Y la Uzi? Preguntó Alan, mirando a los demás.
—Se la podemos guardar a Luisa, yo creo que esa le quedaría bien. Dijo Fernanda.
Todos estuvieron de acuerdo también con esa idea.
—bien, ¿Tenemos alguna manera rápida de ir a la escuela? Preguntó Diego
—la única forma que tenemos es caminar a la de ahuevo. Dijo Alan
—wey, nos vamos a tardar un chingo en llegar, ¿Qué pasa si les hacen algo? Dijo Ximena
—¿Que otra idea se les ocurre? Preguntó Alan
—Podemos ir en carro. Dijo Manuel
—¿Con cual?, El que teníamos valió madres
Todos se quedaron callados, pensando en una manera rápida, y Alan miró los rostros de sus amigos, los cuales tenían una expresión de no tener ningúna idea.
—miren, si perdemos el tiempo aquí, puede que sí lleguemos demasiado tarde, así que mejor de una vez hay que irnos, ¡pero en chinga! Dijo Alan
Todos aceptaron al no tener una opción mejor, y se prepararon para salir del departamento.
—¿Todos estan listos? Preguntó Diego, mientras estaba preparandose para abrir la puerta.
—si. Respondieron todos.
—ya saben, hay que ayudarnos entre todos, y cubrirnos las espaldas, no hay que separarnos, y tratar de que no nos lastimen gravemente ¿Okay?
—¡Ya abre la chingada puerta! Dijo Manuel
—¡Uy!, ¡Has de cagar abono perro! Dice Diego en tono de sarcasmo.
—jajajaj, ¡Ya, chinga! Dice Fernanda.
Diego rápidamente abre la puerta y todos comienzan a salir, y a ver a su alrededor por si es que había alguien, pero al menos cerca de ellos, todo está tranquilo.
—¡Pues vamos! Dijo Alan
Empezaron a caminar por la calle, para ser una purga, todo estaba muy calmado en ese momento, pensaban que encuento salieran iban a empezar a luchar por su vida, pero resultó todo lo contrario. De igual manera, tomaron sus precauciones, no hacían ruido si no era necesario, siempre estaban al pendiente por si veían a alguien y tenían listas sus armas en todo momento.
Caminaron al rededor de 15 minutos, y ya les comenzaba a extrañar que no sucedía nada, pero de igual manera eso era mejor para ellos, no se tardan y no tienen que luchar por su vida, en parte para ellos era algo bueno.
Conforme caminaban, el ambiente se hacía más y más extraño, y en ocasiones solían ver la silueta de una persona.
—¡ahí hay un wey! Gritó Manuel, señalando donde había visto aquella silueta.
Todos rápidamente volreron a ver dónde Manuel había señalado, pero no vieron nada. Manuel, igual de extrañado que sus amigos, y tratando de justificarse dijo:
—No mamen, juro que ví un wey ahí
Diego lo miró y dijo con sarcasmo:
—si we, si...el lunes, el lunes
—wey, es enserio, ¡ví a alguien ahí!
—mejor vámonos.
Comenzaron a caminar otra vez, pero  no dejaba de tener una sensación fría en la espalda, estaba seguro de que había visto a alguien.
Ya llevaban un buen tramo caminando, no había pasado nada raro, el ambiente estaba algo tenso entre todo el grupo, Ximena y Fernanda hablaban entre ellas, de cualquier cosa que se les ocurriera. Diego estaba pensando en la situación del grupo, pensando que el problema eran las dos chicas antes mencionadas. "Las chicas y sus cosas cursis" pensaba, pero en ese momento, pero de pronto todo pago repentinamente cuando se escuchó que Manuel dijo de nuevo:
—¡Miren! ¡Ese es el que ví!, ¡¿Lo vieron?!, ¡¿Alguien lo vió?!
—¡Yo lo ví!, Tiene máscara y no tiene camisa, ¿Cierto? Preguntó Alan
—¡Si!, ¡Así es! Dijo Manuel con tono alto al ver que al menos no es el único que había visto a aquel extraño asechandolos.
—sea quien sea, no nos viene a saludar amistosamente. Dijo Zazil
—si, me imaginé eso por la forma en que nos sigue y la forma que está vestido. Dijo Alan con sarcasmo
—hay que ver una forma de detenerlo, no podemos seguir si este wey nos está siguiendo, aún nos queda mucho camino por recorrer. Dijo Ximena
—okay, se me ocurrió algo, pero vengan, necesito que se acerquen. Dijo Fernanda.
Todos se acercaron a donde Fernanda se encuentra y escucharon atentamente su plan:
—vamos a correr sin separarnos demasiado, hay que meternos por calles, avenidas, lo que sea para despistar a este wey, pero hay que ser muy rápidos.
—¿Y si nos perdemos? Preguntó Diego
—no, no, no, es que no nos vamos a separar tanto, nosotros vamos a correr por las mismas calles, o las mismas evenidas, con el fin de despistar a este wey, pero sin separarnos nosotros.
—no mames, no lo vamos a lograr. Dijo Manuel
—¡¿Tienes un plan mejor pendejo?!
—¡cuquier chingadera es mejor que tú pinche plan culero!
—¡Pues quiero ver que inventes algo mejor!, ¡Hijo de tu puta madre!
—¡¿Porque no lo matamos entre todos y ya?! ¡Que le hacen tanto pedo!
—no sabemos si ese wey va solo. Respondió Alan
—aparte, no sabemos que planes tenga en mente, ¿Qué tal si lo que quiere es que vayamos por el?, ya que tienen una trampa lista. Dijo Zazil
—¡Chinguen a su madre, entonces!
—¡Ve y chinga a la tuya pendejo! Dijo Ximena molesta.
—¡Tu cállate estupida!
—¡No le digas así a Ximena estupido!, ¡Ya estamos hasta la madre de tus pendejadas! Dijo Fernanda defendiendo a Ximena
—¡Pendejadas las suyas al querer irse con los pendejos revolucionarios, que lo único que hicieron fue darnos en la madre! Dijo Diego
—!si!, ¡No mamen!, ¡¿Están del lado de esos pendejos o del nuestro?! Dijo Alan
—¡eso ya pasó pinches putos!, ¡Por pendejadas como estas es que preferimos a los revolucionarios! Dijo Fernanda
—¡Ustedes no son más que una bola de pendejos! Gritó Ximena
—¡Chicos! Gritó Zazil intentando calmar a todos, pero fué enbano.
—¡¿Bola de pendejos?!, ¡Ustedes no serán mejor! Dijo Manuel
—¡¿Y quién fue el que te curó la herida de tu pierna?!, ¡¿Y aún así te atreves a insulrarnos?!, ¡Eres un pinche mal agradecido! Dijo Fernanda
—¡Chicos!. Volvió a gritar Zazil, esta vez con más fuerza para que la pudieran escuchar, pero de nuevo no logró nada.
—¿¡Y que más has hecho?! Preguntó Alan
—¡Eso es suficiente!, ¡Al menos ya puede caminar bien!, ¡Y no tenemos que cargar con el pendejo este!
—¡¡Chingada madre!!, ¡¡¡yaaaaaa!!! Gritó Zazil como nunca lo había hecho y era vez todos dejaron de pelear y la miraron.
—¡¿Recuerdan a donde vamos?!, ¡Vamos a rescatar a nuestras amigas!,  ¡que ahora más que nunca nos necesitan! ¡¿Pueden dejar de pelear y darse prisa?!
—okay, okay, entonces hay que hacer el plan de Fernanda, a ver si funciona. Dijo Diego
—¿Están todos listos?
Preguntó Alan
Todos dijeron que si
—reucuerden, no se separen, corran lo más rápido que puedan y vamos a seguir a Diego, ya que el va a estar hasta el frente, ¿Entendido?
—si. Dijeron todos
—1...2...¡3!, ¡Corran! Gritó Diego mientras empezaba a correr a toda velocidad.
Todos empezaron a correr lo más rápido que podían, Diego empezó a meterse por calles y a salir por avenidas para que nadie los pudiera seguir, y los demás hacían lo mismo que Diego. Tras correr de esta manera por un minuto sin parar, todos se cansaron demasiado y decidieron parar, ya que consideraron que nadie los podía seguir de esa manera.
—A la.....verga.....nunca había.....corrido... tanto....en mi....vida.... Dijo Alan mientras estaba recuperando el aliento.
—no....ni yo..... contestó Manuel.
—¡shhhh!.....¡no!....hagan...... ruido
.....o nos.....va a encontrar.....ese wey.....Dijo Diego con el poco aliento que tenía.
Todos se quedaron callados y solo se escuchaban el ruido que producían todos al hinalar con fuerza por la boca para recuperar el aliento.
Durante 1 minuto más estuvieron recuperándose, hasta que Ximena rompió el silencio:
—parece que ya perdimos.....al wey ese.
—si, ya no he notado nada raro. Dijo Alan
—¿Entonces podemos seguir con calma? Preguntó Zazil
—al parecer ni con tanta. Respondió Diego
—¿Porque lo di....Alan se quedó callado sin poder decir completa su pregunta, ya que cuando volteó a ver a Diego, había alguien en una camioneta con una máscara blanca, el cual estaba haciendo una seña de silencio, mientras señalaba a un lugar.

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