Capítulo 4

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Transcurrieron dos sábados hasta que la pequeña volvió a la biblioteca, pensé que vendría a por algún libro (esos de romance y fantasía que se han puesto tan de moda entre las muchachitas ), pero en lugar de eso nuevamente se sentó en el piano; cuál no fue su sorpresa al ver una partitura encima de él.

La niña cogió la partitura y examinándola la colocó entre las suyas y prosiguió tocando sus piezas anteriores; media hora mas tarde la niña se fue de la biblioteca, llevándose consigo la misteriosa partitura ...

Han transcurrido ya siete sábados, no he vuelto a saber nada del anciano, ni tampoco de la niña y su misteriosa partitura; una vez más todo era normal...

Y así catalogando libros pasé toda la tarde de un aburrido sábado de Noviembre, rogando que ocurriera por fin algo interesante; y justo cuando terminaba el ultimo libro me pareció oír la puerta.
En efecto alguien había entrado, era la niña que una vez mas sentada al piano practicaba incesablemente la misma melodía que días anteriores.

Cuarto de hora mas tarde cuando yo ya me encontraba navegando entre las, res y fas, la campanilla de la puerta me despertó de golpe y me apresure a mirar quien entraba.

Era el anciano, que lentamente se fue acercando al piano; mientras este se acercaba, un súbito silencio se apoderó de la biblioteca y todos mirábamos expectantes al hombre y a la niña, ya temiéndonos lo peor....

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