Nochebuena

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Nota: Normalmente contesto a los comentarios desde la app del móvil pero he tenido que desinstalarla. Al ir a responderlos desde el ordenador he tenido varios problemas y no me dejaba hacerlo con casi ninguno. Siento no haber podido contestarlos, intentaré hacerlo a lo largo de esta semana. Muchas gracias a todos, me alegra mucho que os gustase el capítulo anterior. A partir de ahora vienen muchas cosas, no dejéis de dejarme vuestras impresiones que me encanta ^^








Nochebuena


           

Cuando vislumbró la claridad celeste abrirse paso por las rendijas de su persiana, Garrett se percató de que no había podido dormir en toda la noche.  Dando vueltas en su cama, bebiendo de vez en cuando para calmar sus nervios y fumando como si le fuese el alma en ello. Se sentía al borde de un ataque que solo podía controlar con algo de alcohol. Intentaba comprender lo que había pasado entre Elizabeth y ella pero no podía. A nivel objetivo la cosa era fácil, claro, ella simplemente lo había besado, ¿pero por qué él no se apartó? ¿Qué le llevó a seguir ese beso? Garrett detestaba el contacto físico, le enfermaba que invadiesen su espacio personal, la reacción lógica a lo sucedido hubiese sido empujarla o algo así. Pero es que ni siquiera estaba enfadado con ella, no tenía ganas de reprocharle nada, no sentía rencor o algo por el estilo. Lo que más miedo le daba, aquello que le corroía desde hacía horas, es que sentía que le había gustado. Desde hacía un tiempo su relación con la chica había ido cambiando progresivamente, él ya no se mostraba tan agresivo ni reacio a relacionarse con ella, él mismo se había descubierto apreciando algunos detalles de la muchacha, pero nunca creyó que las cosas hubiesen llegado tan lejos. O quizás es que nunca había querido aceptarlo.

No sabía qué hacer, estaba totalmente perdido, ¿y ahora qué? ¿Tendrían que hablar de eso? Ni de coña, no estaba dispuesto a pasar por algo así. Es más, había sido ella la que sintió el impulso de besarlo, no era cosa suya. Pero tampoco podía evitar encontrársela, tarde o temprano sucedería, ¿y entonces qué debía hacer? Estaba hecho un lío, no solo porque la idea de tener que confrontar a la muchacha se le hiciese todo un mundo, sino porque para colmo ni siquiera lograba entenderse a sí mismo. ¿Estaba empezando a sentir cosas por Elizabeth? ¿Pero de qué tipo? Él no era de ese tipo de gente, no se encariñaba con nadie, no apreciaba a la gente. ¿Por qué tenía que sucederle algo así justo en ese momento de su vida?

Se preguntaba una y otra vez cómo había llegado a ese punto. Por qué había bajado la guardia y en qué momento Elizabeth lo había derrumbado todo. Le dio una calada al cigarrillo, sentía que en cualquier momento estallaría.

Menuda mierda.

Tenía que pararlo, aunque sabía que no podría. Debía evitarlo, pero es posible detener aquello que ya ha dado comienzo. ¿Entonces qué? ¿Resignarse? ¿Aceptar que si seguía por ese camino terminaría siendo un calzonazos retrasado de esos que juran amor eterno bajo las estrellas?

Miró hacia la ventana con la persiana a medio bajar y frunció el ceño.

Vale, sentía todo eso y no tenía ni puta idea de lo que haría cuando volviese a cruzarse con Elizabeth, pro no iba a convertirse en un idiota, tenía que mantener la entereza al menos, intentar relajarse y llevar las cosas con dignidad, aunque la situación entera le resultase de lo más lamentable. Garrett consideraba que los sentimientos debilitaban a las personas, las convertían en blancos fáciles y se consideraba a sí mismo como alguien de mucha valía personal. Así que, finalmente, mientras el sol comenzaba a emerger entre los edificios y la luz iluminaba toda la estancia que antes había yacido en penumbra, Garrett Strauss se dijo a sí mismo que podía tener sentimientos, pero que él era lo suficientemente inteligente como para llevarlos con dignidad.

Como agua y aceiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora