Básicamente trataré de contarles brevemente, para no aburrirlos, que fue lo que sucedió después de aquellas charlas por whatsapp que comenzamos a tener Ignazio y yo casi todos los días. Yo no sé por qué pero, me encantaba la idea de que él y yo podíamos hablar y hablar y que nunca se acabaran los temas de conversación, podíamos reírnos de cualquier cosa y ambos teníamos una química o una conexión que no se podía negar.
Después de varios días, decidimos volvernos a ver en persona, esta vez fuimos al cine y luego fuimos a su casa porque compramos pan, carne y otras cosas más, para hacer hamburguesas, de modo que estando en su casa podíamos cenar y charlar tranquilamente allí. Obviamente por mi parte, yo estaba muy nerviosa del hecho de estar tan a solas con él, pero decidí por primera vez dejarme llevar...
Al llegar a su casa, me dio un recorrido, y luego el comenzó a cocinar mientras yo estaba sentada en la mesa, para poder charlar con él y también aprender a cocinar porque en ese momento yo no era muy buena cocinera. Charlamos tanto, de tantas cosas, fue una noche super especial, o bueno, así lo sentí yo. Después de la cena, estuvimos contándonos más historias sobre nuestras vidas, el me contó sobre su familia, me encantaba la forma tan entusiasmada que hablaba de ellos y de los unidos que son, me habló de las cosas que le encanta hacer y pues yo también le conté a él muchísimas cosas de mí, como cuales eran mis cosas favoritas, mis comidas favoritas, mis películas favoritas, le conté lo mucho que me encanta pasar tiempo con mi hermano menor y enseñarle muchas cosas, lo mucho que extraño a mi mamá y que esperaba ir pronto a visitarla. Ya al despedirnos se sumó un poco de tensión en el momento porque creo que ambos queríamos darnos un beso, y sí señores, el se acercó a mí en busca de eso, pero yo me acobardé, y sin disimular le puse mi mejilla; a los segundos me arrepentí porque cuando sus labios tocaron mis mejillas se sintieron geniales, parecían ser labios MUY besables.