Capitulo 10

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QUIERO recuperar mi puesto de trabajo.

-¿Estás segura? -preguntó Gina levantándose de la silla para acercarse a ella-. Te ha llevado un  año entero tomar la decisión de marcharte. ¿De verdad quieres volver?

-Sí -dijo sin dudar.

-Piénsalo bien.

-No hay nada que pensar. Anoche tu primo estuvo a punto de admitir que me amaba, pero algo lo detuvo. Si me marcho ahora, y solo puedo verlo una vez al mes, tarde o temprano se convencerá a sí mismo de lo contrario.

Gina inspiró profundamente.

-En eso tienes razón.

-Entonces, ¿puedo recuperar mi puesto de trabajo?

-¿Estás segura? -le preguntó mirándola fijamente.

-Sí.

Gina sonrió, y, despojándose del papel de directora de Recursos Humanos, volvió a ser su amiga.

-¿Realmente crees que estuvo a punto de declararse?

-Creo que sí -dijo  riéndose. Se sentía más relajada hablando con ella como amiga-. Sé que interiormente admitió lo mucho que le importo. Ahora solo tengo que conseguir que me lo diga a mí y hacer que se dé cuenta de que todo saldrá bien entre nosotros.

-Si te sirve de consuelo, creo que tienes razón y estoy de tu parte -dijo y frunció el ceño-. ¿Puedo hacer algo para que tu vuelta sea más fácil? Me refiero a que como le has dicho a todo el mundo que te marchabas por él, y ahora vuelves... ¿Qué explicación les daremos?

-Sencillamente que las cosas no me fueron bien en Florida -respondio.

-Sin decir nada sustancial -sugirió Gina-, podemos hacerles creer que hiciste la entre vista pero no te dieron el puesto.

-De acuerdo..

-Entonces el lunes estarás de vuelta.

-Sí. El lunes volveré.

Cuando Freddie llegó a casa a las seis aquella tarde, no sabía muy bien con qué se encontraría. Sabía que Sam mantenía sus promesas, así que no había ninguna razón por la cual ella se quedaría. Le había dicho quee se marchaba y hasta se habían despedido.

Se quitó la chaqueta y la colgó. Se dirigió a la cocina y le llegó un olor a rosbif; sintió que el corazón se le detenía y volvía a acelerarse.

 estaba allí.

-Hola -lo saludó ella cuando él entró en la cocina.

El primer impulso que tuvo  fue el de abrazarla y besarla. Pero en vez de eso, se deleitó mirándola; llevaba unos vaqueros ajustados y una sencilla camiseta amarilla, y el pelo suelto. Estaba maravillosa. 

Pero había un problema. No iba a estar con ella para siempre. Él lo sabía, y el no poder controlar la situación era lo que le hacia daño.

Si pudiera conseguir que la relación no fuese puramente pasional, sino simplemente amorosa, sabía que al menos tendrían una oportunidad. Tenía que sacarlos a los dos de aquella pasión que sentían y hacer que viviesen una relación normal, y tenía que hacerlo rápido porque no sabía cuánto tiempo tenía antes de que ella se marchase.

-Adivina.

-¿El qué? -preguntó él mirándola con cautela.

-No me marcho.

-¿No dejas tu trabajo? ¿No dejas Georgia? ¿No dejas mi casa? ¿El qué?

-No dejo mi trabajo ni Georgia, pero me marcho de tu casa.

Viviendo con mi jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora