ADIÓS, Freddie.
Samanta se quedó junto a la puerta del despacho de Freddie durante unos instantes, esperando que él se diese cuenta del verdadero alcance de sus palabras, pero no fue así. 0 bien no le daba importancia a lo que acababa de oír, o bien solo oía lo que quería oír. 0 quizá era lo que esperaba oír.
-Buenas noches -contestó sin levantar la vista de los papeles que tenía encima de la mesa.
-Mañana me espera un viaje muy largo, así que en cuanto guarde todas mis cosas en el coche, buscaré un hotel para pasar la noche -dijo Samanta esperando que aquello le diese una pista de lo que intentaba decirle-. Ya me despedí de todo el mundo anoche, en la fiesta de despedida.
-Muy bien.
-Sí. Me cuesta creer que esté haciendo esto -continuó ella, y por primera vez desde que entró en su despacho , este levantó la vista.
Sus vivos ojos castaños la miraron fijamente y como siempre, que se sintió abrumada por lo atractivo que era. No solo tenía una mirada límpida y directa, sino que todas sus facciones eran marcadas y llenas de personalidad. Tenía la nariz recta, los pómulos pronunciados y un mentón perfecto. Su espeso pelo negro enmarcaba un hermoso rostro y resaltaba sus oscuros ojos, y llevaba un traje negro, una camisa blanca y una corbata de estampados rojos que realzaban aún más su atractivo.
La única palabra para describirlo era «imponente».
-Lo siento, Sam, pero realmente no tengo tiempo para charlar esta noche.
Desde que el señor Martín me pidió que desarrollara un plan para evitar que los supermercados Bee-Great nos coman terreno en nuestra cadena de tiendas de alimentación, no he tenido ni un minuto de descanso. No quiero ser maleducado, pero tengo que terminarlo.
-Sí, me doy cuenta -respondió, aunque los ojos se le llenaron de lágrimas-. Lo siento.
-No te preocupes -dijo Freddie volviendo a sus papeles-. Te veré el lunes.
-No me verás -susurró ella mientras se daba la vuelta y salía del despacho, para siempre.
No volvería el lunes.
No hacía ni diez minutos que e había marchado, cuando Gina, prima de Freddie y directora de Recursos Humanos de Alimentos Hilton-Cooper-Martin, una cadena de tiendas de alimentación perteneciente a su padre y a la familia de los dos, entró disparada en el despacho . En aquella ocasión, este no se molestó en ocultar su irritación.
-Gina, tú mejor que nadie deberías saber que tu padre me despellejará vivo si no termino esto a tiempo.
Gina lo miró furiosa mientras se apartaba unos mechones de pelo de la cara.
-¡ eres un idiota! No solo eres tan maleducado como para no despedirte de tu secretaria, que ha sido más leal contigo de lo que te mereces, sino que además te niegas a ayudarme a encontrar una persona nueva.
-¡Un momento! Más despacio -dijo Freddie-. ¿De qué estás hablando?
-No te hagas el despistado. Fuiste un presuntuoso y un maleducado al no ir a la fiesta de despedida de Sam. Te mandé tres notas para recordarte que se marchaba y que tendrías que ayudarme a encontrar otra secretaria. Puede que ella te disculpase diciéndole a todo el mundo que estabas trabajando, pero yo no tengo tiempo para tus payasadas -espetó Gina, inclinándose sobre la mesa y mirándolo furiosa-. Necesito ayuda para encontrar a su sustituta, y, te guste o no, tú vas a ayudarme.
Mientras Freddie miraba a su prima, todo empezó a encajar y la conclusión a la que llegó lo paralizó.
-¿Sam se ha marchado?
-Vamos, Freddie. Te mandé tres recordatorios.
El sudor cubrió la frente y sintió una presión en el pecho.
¿Samanta se había marchado?
Jamás terminaría aquel trabajo sin ella.
-Te juro que no los recibí.
Gina alargó la mano hacia los documentos que tenía en la bandeja de entrada y se los entrego
-No solo los recibiste, sino que al parecer Sam se desvivió por que los vieses.
-¡Fui tan maleducado con ella!
-Me lo imagino.
Freddie miró a su prima de manera fulminante.
-No le dije nada desagradable. Simplemente le dije que no tenía tiempo para hablar y la veria el lunes por por la mañana
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Viviendo con mi jefe
Kısa HikayeSamanta Puckett estaba locamente enamorada de Freddie Benson, su irresistible jefe..., pero él no lo sabía. Después de aquellos cuatro años de amor a distancia, Samanta había decidido que ya era hora de superarlo. Sin embargo, cuando le dijo que se...